La Profecía De La Llegada - Libro 1 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Marcado - CAPÍTULO 70

La conexión con Nuada había abierto nuevas dudas sobre la identidad de mi padre. La oscuridad que había encontrado en el interior más remoto de Nuada, también la había encontrado en Gwyddion. Solo que en el caso de mi padre, no estaba tan profundamente enterrada, y la barrera no era tan potente. Si era verdad lo que había dicho Calpar, Gwyddion no podía ser otra cosa que un Antiguo. Además estaba el asunto de la perla... Por más que no quisiera aceptarlo, los hechos me gritaban en la cara que mi padre era uno de aquellos malditos. Pero entonces, ¿por qué Marga lo había protegido? No tenía sentido. Además, si era uno de ellos, ¿por qué no me había matado? ¿Por qué simplemente me había dejado ir? A menos que... a menos que Gwyddion hubiera escapado de Bress como lo habían hecho Nuada, Myrddin y Cathbad... a menos que mi padre no fuera un Antiguo sino un ex-Antiguo. Según Dana, solo cuatro de los nueve se habían separado, pero, ¿qué tal si había habido más? Tal vez Dana no lo sabía, pero había alguien más que había escapado de las garras de Bress. Tal vez ninguno de ellos lo sabía. Podía ser. Después de todo, el propio Myrddin había vivido años pensando que su hermano estaba muerto. Ellos no lo sabían todo. Esta nueva teoría explicaría por qué Marga lo había protegido con su silencio.

—Has estado muy callado. ¿En qué piensas?— la voz de Dana me sacó de mis elucubraciones.

Habíamos estado cabalgando a través de los senderos del bosque por una hora. Zenir nos había dado la sorpresa de haber traído consigo a Kelor y Luar, y los dos unicornios se habían mostrado más que ansiosos por llevarnos a través del bosque. Me reacomodé sobre Kelor y ensayé una sonrisa para Dana.

—Nada, no tiene importancia.

—Parecías preocupado...— observó ella.

—Estoy bien— le aseguré.

Ella permaneció en silencio un momento, pensativa. Su cuerpo se movía ondulante acompañando el andar de Luar. Su hermoso cabello brillaba con la luz dorada que se filtraba por entre la espesa fronda. Todavía llevaba el vestido verde con flores amarillas. Tarma no había traído ninguna vestimenta extra para prestarle, en cambio, le había ofrecido la suya propia, pero cuando Dana le había dado a entender que sería un cambio y que Tarma debería usar el vestido de las flores hasta llegar a la morada de las Mitríades, Tarma se había negado, diciendo que le prestaría su atuendo, pero que ella cabalgaría desnuda antes que ponerse el vestido. Dana no quiso permitir que Tarma cabalgara desnuda, no porque fuera indecente o inapropiado, sino porque aunque los Tuatha de Danann no se inmutarían al ver a su líder guerrera sin ropas, sería una peligrosa distracción para los soldados kildarianos. Aquel no era momento para distracciones. Era necesario que todos estuvieran con los sentidos alertas en caso de un ataque inesperado. Así que Dana solo había lavado la parte de la falda sucia con vómito con un poco de agua de los odres que su gente había traído, y se había resignado a seguir usando el vestido.

—Lug...— comenzó Dana—. Si en algún momento quieres... si en algún momento necesitas contarme lo que pasó... cuando...— las palabras no le salían fácilmente—. Sabes que estoy aquí. Estoy aquí para escuchar lo que sea, para ayudarte en lo que sea.

Me di cuenta de que Dana pensaba que yo había estado recordando mi espantosa estadía con Murna.

—Gracias— dije, pero internamente decidí que no le contaría nunca lo que había pasado, lo que Murna me había hecho. No tenía sentido que Dana sufriera con el relato del horror del que era capaz su propia hermana. No podía permitir que la angustia inundara a aquella mujer que tanto amaba, no si podía evitarlo.

Miré hacia atrás y pude ver la interminable fila de soldados kildarianos que avanzaban entre los árboles. Algunos a caballo, pero la mayoría de a pie, cargando pertrechos. A causa de la demora por mi reposo obligado, los soldados que habían quedado atrás en el campamento que habían armado al borde del bosque el día anterior, finalmente nos habían alcanzado. Ahora hormigueaban cargados entre los senderos. Volví mi mirada a Dana.

—¿Qué significa tener una habilidad ampliada?— le pregunté. Aquella era otra cuestión que me había quedado dando vueltas en la cabeza, especialmente por la forma en que lo había planteado Calpar.

—¿Recuerdas cuando te conté cómo Hermes había comenzado como un Mensajero y luego había ampliado su habilidad, y ahora podía usarla para cambiar de apariencia? ¿Recuerdas que te dije que Bress también tenía habilidades que iban más allá de su habilidad original de manejar los portales?



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En el texto hay: mundos paralelos, fantasiaepica

Editado: 24.03.2018

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