—Ahora no— escuché la voz de Dana.
Yo estaba tumbado en la cama de mi tienda. Estaba tan abrumado que no recordaba bien cómo había llegado desde la tienda de Nuada hasta la mía. Seguramente Dana me había traído y me había hecho acostar. Me pasé el dorso de la mano por los ojos para secarme las lágrimas y poder ver mejor. Dana estaba parada de espaldas a mí en la entrada de mi tienda, bloqueando el paso a alguien.
—Tenemos que saber qué clase de contacto tuvo con Bress— protestó la otra voz. Era Nuada.
—Mañana por la mañana, ahora déjenlo en paz por unas horas— se mantuvo firme ella.
—Hija, debes entender, esto podría cambiarlo todo, debemos saber si...
—Me dijiste que mi misión era encontrarlo y protegerlo. Ya cumplí con la parte de encontrarlo, pero todavía me queda la misión de protegerlo. Necesita asimilar esto, y yo le conseguiré el tiempo para que lo haga. Solo te pido que le des la noche, mañana podrás hablar con él.
Nuada resopló.
—Pondré guardias afuera de esta tienda, no puedo permitir que escape.
—Haz lo que quieras fuera de esta tienda, pero ninguno de ustedes va a entrar a molestarlo hasta mañana. Buenas noches, padre.
Nuada dio media vuelta y se fue sin saludar. Dana cerró la puerta de lona y volvió a mi lado. Se arrodilló junto a la cama y me tomó una mano entre las suyas.
—Todo va a estar bien— me confortó con una sonrisa.
—No— negué con la cabeza—, todo está mal. Cada vez que comienzo a creer que soy Lug y que realmente puedo hacer algo por el Círculo, todo se desmorona otra vez.
—Debes creer en ti mismo.
—¿Cómo puedo creer en mí mismo cuando ni siquiera tu padre cree en mí? Nadie cree en mí.
—Marga creía en ti.
—Marga me conoció solo de bebé, no podía saber en lo que me convertiría.
—Yo creo en ti— murmuró ella, acariciándome la mejilla.
—¿Aunque sea el hijo de Bress?
—No me importa quién es tu padre. Yo te conozco y sé bien quién eres. Mi padre, Calpar, Zenir, ellos solo pueden verte como al hijo de su enemigo, pero yo te puedo ver a ti. Sus mentes están cerradas por el odio y por el miedo, por eso no pueden verte como realmente eres.
—¿Y cómo soy realmente?
—Eres como el sol de la mañana que despliega la luz por doquier, disipando las tinieblas de la noche. Realmente eres el Señor de la Luz.
—¿Cómo puedo hacer para que ellos me crean?
—Primero debes creer en ti mismo.
—¿Y qué va a pasar cuando ellos me pidan que mate a Bress? Si no puedo matar a un venado... ¿Cómo voy a hacer para matar a mi propio padre?
Dana no contestó.
—¿Y qué pasa si ellos tienen razón?
—¿A qué te refieres?
—Mi padre ya me manipuló una vez, ¿qué tal si vuelvo a caer en sus engaños y traiciono a tu padre y a los demás?
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Editado: 24.03.2018