—¿Qué sabemos del enemigo?— pregunté.
—¿Los Antiguos?
—No, los ejércitos que ellos enviarán contra nosotros para impedirnos llegar a la isla.
—Fomores— gruñó Eselgar con disgusto.
—No solo fomores— intervino Calpar—, también están esas extrañas criaturas del norte que nos atacaron en Tu Danacum. Estaban al servicio de Murna, por lo que debemos asumir que están también al servicio de los Antiguos.
—Esas criaturas son más peligrosas— dije.
—¿Cómo pueden ser más peligrosos que los fomores? Los soldados kildarianos los aplastaron como ratas en su propia ciudad— señaló Eselgar, orgulloso.
—Solo porque los tomaron por sorpresa. He visto a los fomores. Los fomores solo actúan como una horda de salvajes, arremetiendo desordenadamente contra el enemigo. Confían en que su fuerza física superior arrasará con cualquier oposición. Pero el ataque que perpetraron esas criaturas del norte estuvo bien orquestado. Se camuflaron perfectamente, pasando desapercibidos, y solo pudimos reaccionar cuando era demasiado tarde. Además, usan arcos. Los fomores solo utilizan espadas cortas, hachas y masas, armas para enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
—Pero nuestro ejército utiliza esas mismas armas— protestó Eselgar.
—Exacto. Estas criaturas del norte son diestras con el arco y pueden eliminar a medio ejército antes de que el momento de pelear cuerpo a cuerpo con espadas y hachas siquiera llegue.
—Los Tuatha de Danann también son buenos con el arco, su destreza no tiene igual en todo el Círculo— señaló Nuada.
—No lo dudo, he visto tirar con arco a Dana— admití—. Es por eso que necesitamos que esos arqueros sean parte de todos los ejércitos.
Nuada y Calpar acercaron sillas a la mesa y se sentaron. Zenir me ofreció la suya y me senté a la izquierda de Nuada. Dana volvió a su silla, y Althem, Verles y Eselgar se acomodaron también en sendas sillas del otro lado de la mesa, y me miraron con ojos atentos.
—Explícanos— pidió Nuada. Calpar se inclinó hacia adelante para poder ver y escuchar mejor del otro lado de Nuada. Merianis se mantenía atenta, sentada en la punta de la mesa. El único que no parecía interesado en lo más mínimo era Eltsen de Faberland que seguía solo en su rincón, sin decir nada.
—La forma de ataque de los fomores es indisciplinada y se basa solo en la fuerza bruta. Si nuestros ejércitos se organizan bien, podemos barrerlos con mínimas pérdidas de nuestro lado. Los arqueros son los que pueden lograr esto— comencé, tomando unas fichas de madera que estaban en la mesa al lado del mapa—. Ustedes han organizado a los ejércitos según los pueblos a los que pertenecen, pero esta lucha es de todos y deben trabajar en conjunto— dije, echando una mirada rápida a Verles y a Althem—. Si todos damos lo mejor de nosotros en la medida de nuestras posibilidades y nuestro conocimiento, podemos lograrlo. Cada ejército debe contar con un grupo de arqueros organizados, protegidos por un grupo de infantería— expliqué colocando las fichas en las posiciones de formación típica del medioevo—. Necesitamos arqueros organizados en grupos de cien con un arquero especialista que los dirija. En grupos tan numerosos, no todos los arqueros podrán ver el objetivo, así que el que los dirige debe estar al frente del grupo y anunciar la distancia a la que deben apuntar los arqueros. Si los arqueros no están acostumbrados a trabajar así, deben practicar y conocer el ángulo necesario de tiro para las diferentes distancias, porque solo los que estén en las primeras filas de arqueros podrán ver realmente al objetivo. No es necesario que apunten a individuos específicos, solo deben lograr llegar al grupo, y hacerlo tirando la mayor cantidad de flechas posibles por minuto. Cuanto más flechas, más bajas enemigas. No es necesario que todos los arqueros suelten sus flechas al mismo tiempo, por el contrario, mientras una fila de arqueros carga, la otra debe estar disparando y vice versa. De esta forma la lluvia de flechas es continua. Los fomores no usan escudos, así que no tendrán mucha protección contra los arqueros. Sus armaduras son de cuero, así que van a necesitar flechas con puntas especiales que puedan atravesarlas. Las flechas incendiarias son buenas para crear pánico, pero son menos precisas, y los fomores no me impresionan como tipos de criaturas que le teman a nada. Aún así, el humo y el fuego pueden ayudar a crear confusión en una horda indisciplinada. Los arqueros son los elementos más valiosos en este tipo de ataque, así que deben estar protegidos por el frente y por los costados por soldados de a pie con escudos— dije, colocando más fichas de madera—. La infantería no puede avanzar sobre el enemigo hasta que los arqueros no hayan terminado con su trabajo, pues se arriesgarían a matar a sus propios compañeros. La infantería y la caballería solo podrán avanzar cuando la horda ya esté encima de nuestro ejército. Mientras tanto, deben permanecer en posición, sin moverse, protegiendo a los arqueros. Entiendo que los Tuatha de Danann son tan buenos con los arcos como lo son con las espadas.
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Editado: 24.03.2018