La Profecía De La Llegada - Libro 1 de la Saga De Lug

CUARTA PARTE: El Separado - CAPÍTULO 111

Eltsen entró con Lorina a la tienda. La interrupción fue más que bienvenida por mi parte.

Lorina se acercó y me dio un pequeño objeto envuelto en un pañuelo de seda blanco.

—Creo que esto os pertenece— me dijo.

Al abrirlo vi que era el anillo con la Perla. Lo tomé con cuidado y lo deslicé en mi bolsillo, devolviendo el pañuelo a Lorina.

—Gracias— dije.

Ella fue volando a sentarse en la cama junto a Eltsen.

—Lorina, necesito que me digas todo lo que sabes sobre Ailill— le pedí.

Ella se revolvió inquieta.

—No me gusta hablar de ese...— no pudo encontrar una palabra para calificarlo.

—Lo sé, y lo siento, pero debo enfrentarme a él para poder rescatar a Cariea y a los soldados kildarianos, y necesito saber lo más que pueda sobre él.

Lorina asintió.

—¿Qué quieres saber?

—Calpar me dijo que puede doblar y quebrar cualquier objeto que se encuentre en su campo visual.

—Es cierto— confirmó ella—. Su imaginación enferma lo ha llevado a descubrir las formas más horrendas de tortura solo doblando y quebrando... Si te ve, quebrará cada hueso de tu cuerpo y torcerá cada músculo y nervio, hasta que ruegues por la muerte. Y luego te negará la muerte para que sufras en lenta agonía. Ni siquiera podrás moverte para poder acabar con tu vida tú mismo.

Los demás tragamos saliva ante tan horrenda descripción.

—Si uso la Perla— dije—, no podrá atacarme con su habilidad, pero entonces, no puedo usar la mía tampoco para detenerlo. Calpar dice que tampoco puedo atacarlo con mi espada porque la doblaría y me mataría con ella.

—Sí— concordó Lorina—, mi gente lo ha visto matar a muchos con sus propias armas.

—Necesito saber si puede doblar un haz de luz.

—¿Un haz de luz?— repitió ella sin comprender.

—El transmet, la herramienta que traje desde Faberland, puede matar con un haz de luz. Creo que es un arma perfecta para terminar con Ailill, pero si puede doblar la luz y volverla hacia mí...

—Lo siento, no sé si eso es posible. Se dice que puede doblar cualquier cosa, pero nunca he oído que haya doblado la luz. Pero tal vez sea porque nunca necesitó hacerlo.

—¿Sabes si Ailill ha estado alguna vez en Faberland? ¿Si conoce lo que es un transmet y cómo funciona?— le pregunté a Eltsen.

—No lo creo, pero no podría jurarlo. Ailill ha vivido por muchos años, no puedo asegurar que en su larga vida no haya visitado alguna vez la Cúpula, o haya tenido contacto con nuestras herramientas.

Suspiré. Hasta ahora no me habían podido dar nada que me sirviera.

—Aún cuando tengas la Perla y funcione tu idea del transmet— intervino Tarma—, ¿cómo piensas llegar hasta él con quinientos soldados y otros tantos fomores protegiéndolo?

—No tengo idea— concedí, desmoralizado—. Ojalá tuviera la habilidad de volverme invisible.

Mientras Lorina y Tarma pensaban en silencio, Eltsen se paró de un salto:

—¡Creo que tengo la solución!

Los tres lo miramos expectantes:

—Creo que podemos hacerte invisible— dijo con una sonrisa. Yo lo miré con el ceño fruncido, incrédulo.

Eltsen se agachó y tironeó un baúl de madera que estaba bajo su cama. Sacó una llave oxidada de su bolsillo y abrió el candado que mantenía el misterioso baúl cerrado, abriendo la tapa con una mano mientras sacaba unas pieles de animal con la otra. Las pieles tenían el mismo color que la madera del baúl.

—¡Las pieles! ¡Claro!— exclamó Tarma. Lorina sonrió, asintiendo. Solo yo permanecí con el ceño fruncido, sin comprender nada.

—En nuestro camino hacia acá, Lorina detectó a alguien que nos venía siguiendo— comenzó a explicar Eltsen—. Al principio pensamos que era su imaginación porque revisamos todo el lugar y no pudimos ver a nadie. Pero Lorina fue muy insistente, tanto, que finalmente pudimos descubrirlo, justo cuando estaba por atacar a uno de los Tuatha de Danann. Era un espía enviado por los Antiguos. Era una de esas criaturas invisibles del norte. No sé por qué, pero al ver a Lorina, el espía reaccionó espantado y cometió el error de hacerse visible. Lamentablemente, los guerreros lo ultimaron antes de que pudiéramos interrogarlo, pero accidentalmente descubrimos lo que lo hacía invisible: estas pieles. Aparentemente, son de un animal que tiene propiedades especiales: puede mimetizarse a la perfección al ambiente que lo rodea. Esas propiedades se encuentran en la piel del animal. Al parecer, las criaturas del norte los cazan y utilizan sus pieles para ocultarse.




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