La profecía de los dos príncipes - Fanfic Harry Potter -

La Casa equivocada

No podía sostenerme en pie. Estaba mareada, agitada...¡No me acostumbraba a ese tipo de hechizos! Y es que, eran tan ajenos a los que estábamos acostumbrados a conjurar. Era como estar en otra dimensión, en otra época; otro mundo. 

- ¿Mareada señorita Roses? - El profesor Snape se colocó a mi lado.

- ¿Le gustó la compañía?- pregunté mientras Stephie contoneaba sus caderas al lado de la profesora Mc. Gonagall. 

Snape se mantuvo en silencio. Apresuró sus pasos dejándome completamente sola. Levanté mi vista para contemplar la magnitud de aquel edificio cubierto por un velo de magia, encanto y misterio en donde cada objeto contaba una historia especial, única. 

Me sorprendían sus torres tratando de tocar el cielo, las luces creando sombras en los salones, los arcos en cada puerta custodiando el interior. Era un lugar hermoso, no se comparaba nada a lo conocido, ni siquiera al palacio de Greenwich, hogar de la reina Elizabeth Roses. Atravesamos pasillos, salones, en silencio. Estaba segura de que mis compañeros de misión se sentían tan atraídos hacia el lugar como yo. Adelante de nosotros, un hombre de cabello rubio, casi blanco, ataviado en un traje negro, propio de la aristocracia nos saludó asintiendo con su cabeza, clavándonos la expresión rabiosa de sus ojos. 

- Buenas noches, guardianes.- saludó siseando, cual serpiente. 

- Apártate Lucius...- murmuró Snape.- Llevamos prisa, Dumbledore nos espera. 

- Buenas noches, caballero...- respondió Stephie con una amplia sonrisa.- Soy Stephie Boccard, guardiana de la familia Roses. - extendió su mano. 

El aludido golpeó la punta de su bastón y extendió su brazo hacia la guardiana, quien parecía sorprendida, hasta hechizada con aquel extraño. Johan me miró aterrado.

- Mala señal, Nel...- susurró. 

Asentí.Stephie no era de comportarse así en una misión, pero en la vida era una cazadora de hombres. Ella y sus encantos, eran semejantes a los misterios de las sirenas. Amada por los hombres, odiada por las mujeres, representaba a la bruja Moremi, señora de las bajas vibraciones y malos destinos. 

- Señorita Boccard, el ministro de magia me envío por usted...

- Entonces, no lo hagamos esperar...- respondió una voz grave y profunda.- Será un placer poder escoltar a la señorita Roses y al señor Knight a sus habitaciones. Minerva, Severus ¿Ya han hablado con ellos? 

Me di vuelta para encontrarme con la barba plateada del mago más respetado de aquellas tierras: Albus Dumbledore, el director de Hogwarts. Un hombre de apariencia respetable, incluso se rumoreaban elogios a su persona dentro del círculo de la familia real. Bajé mi cabeza, apenada, al encontrarme con su mirada. 

- Señorita Roses, usted fue elegida para hospedarse en las habitaciones de la Casa Slytherin, el profesor Snape será quien le muestre los rincones de ese sector del castillo. Y...- dijo guiñando el ojo- Señorita Roses, Nela, tenga cuidado. En este recinto, las profecías pueden cumplirse con una rapidez asombrosa. 

¿De qué profecía hablaba Dumbledore? No podía comprender bien. Quizás algún mago profeta del colegio había anunciado nuestra llegada... Quizás... Ahora, mi prioridad era otra. Debía contactarme con Amelhíon, para dar comienzo con la misión. A mi lado, Severus Snape pasó como sombra. Se detuvo a unos metros de distancia y giró para verme.

- Señorita Roses, si tuviera la amabilidad de seguirme... 

Asentí. Saludé con la mirada a Johan. 

- Gracias por traernos, profesora. Muchas gracias, director. Prometo que nuestra presencia aquí será imperceptible... 

Albus asintió. Minerva me saludó con una sonrisa y a lo lejos pude escuchar que le decía a mi amigo:

- Por aquí, señor Knight. Usted estará protegido por la Casa Gryffindor. 

 

 

Caminamos en silencio, alumbrados por su varita. Snape se adelantaba con rapidez cuando intentaba ponerme a su par, como si mi presencia le molestara. 

- Gracias, señor Snape...- murmuré con temor. 

- Si fuera por mí, ustedes no pisarían este lugar. Dele las gracias al director Dumbledore por su hospitalidad. Sígame, por acá, cuidado con la cabeza...

El pasillo se volvía más angosto y bajo. En las paredes, esculpidas en yeso, oro y plata, un sinnúmero de serpientes reptaban hacia la puerta de entrada de las habitaciones de Slytherin. Snape pasó primero, mientras indicaba de mala manera que todos los alumnos fueran a sus habitaciones, que no era hora para estar merodeando en la sala de descanso. Eran las nueve de la noche. A esa hora, yo recién lograba despertarme. Tenía que acostumbrarme a los nuevos horarios si pretendía pasar de ser percibida por los alumnos. 

Cruzamos el espacio en común, el primer pasillo hasta un lugar aún más angosto y oscuro. Snape abrió la puerta con la varita. Sus ojos negros se encontraron con los míos, nunca había visto una mirada como aquella, fría, distante; al mismo tiempo hervía en sentimientos encerrados hacía mucho tiempo. Garraspeó para poner distancia. 



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En el texto hay: harry potter, profecia, romance equivocado

Editado: 18.07.2019

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