La profecía de los dos príncipes - Fanfic Harry Potter -

Satisfaciendo curiosidades - Segunda Parte-

El aula de pociones estaba vacía, aún se podían ver los humos que provenían de los calderos, el olor a esencias mezcladas y los frascos tirados por todas las mesadas de madera. Me aferré al libro apretándolo con fuerza en mi pecho. Miré hacia todas las direcciones resistiendo el impulso de investigar cada frasco, cada botella; en casa, el laboratorio de alquimia era mío, nadie se acercaba sino era pidiéndome permiso. Amaba con todas mis fuerzas aquellas noches en donde creaba las pócimas más sencillas, pero no por eso menos letales que las que  allí podían revelarse. 

Con cautela, entre las sombras propias del laboratorio, me acerqué a las mesadas. Abrí el libro, debía de haber alguna otra pista, algo, un nombre, una idea; una señal. Nada, sólo se evidenciaba que el "príncipe mestizo" era una eximia personalidad en el área. Me mordí el labio inferior, clavé mi vista en las botellas pequeñas y finas, que colgaban frente a mí. Su textura, las burbujas, todo me llamaba a ellas. 

Agarré una, se escuchaban pasos que se acercaban. La puerta se abrió de par en par sin pensar que me encontraría con un rostro conocido.

- ¿Buscando algo, señorita Roses?

- ¡P...profesor Snape!- di un salto arrojando la botella, que terminó cayendo encima de la mesa. 

Con el corazón latiéndome con fuerza al sentirme descubierta, apoyé mi mano sobre los cristales rotos de la botella.

- ¡Ouch!- exclamé mirando como comenzaba a brotar la sangre. 

Snape se acercó a mí y levantó su varita.

- Quédese quieta...

La sangre comenzó a volver a la herida, la sensación del corte ya no me afligía mientras los cristales clavados en mi piel volvían a armarse en su forma originaria. Lo miré, me devolvió la mirada al notar que no quedaba registros de mi imprudencia.

- ¿Mejor? Considere devuelto el favor de la mañana. - se alejó de mí, se detuvo en una de las vitrinas, la más alejada. 

- No debería estar conjurando ningún hechizo hasta la tarde- hice una pausa, al ver su rostro impávido, seguí- Por su bien. 

Se dio vuelta, sin prestar atención a lo que decía. Enfurecida, me levanté y me acerqué a él, puse mi mano sobre su hombro. El giró de inmediato y nuestras miradas quedaron a la misma altura. 

- Desde que llegué recibo sólo destratos por su parte... ¡Es injusto! No me conoce, no sabe quién o cómo soy...¿Tanto le cuesta ser un poco más cortés? 

Severus respiraba con dificultad, intentó alejarse pero su espalda chocó contra la vitrina. 

- ¿Y bien?- desafié colocándome las manos en la cintura. 

Severus Snape levantó su rostro, desafiante, sin apartar su mirada de la mía. 

- Señorita Roses, quizás en su tierra le besen el piso por el que ha pasado, pero usted aquí necesita más de nosotros...

Con rapidez, me agarró del brazo con fuerza y me atrajo hacia él. 

- Que nosotros de usted. 

- ¿Interrumpo algo?- Una voz masculina sonaba desde el umbral de la puerta. 

Snape me soltó, quejándose. Guardó su varita y se marchó haciendo sonar sus pisadas en el suelo. Me quedé contemplando mi mano, había quedado perfecta, sin las cicatrices antiguas, sin mis lunares de nacimiento. Perfecta. Giré sobre mis talones para encontrarme con un rostro envejecido y unos ojos claros. 

- ¡Profesor Horace Slughorn a su servicio mademoiselle!

Sonreí ante su cordialidad. Miré el libro que todavía descansaba sobre la mesa, quizás era la oportunidad que estaba buscando. Volví a mirar a Slughorn.

- Señor, me presento soy...

- Nela Aimee Roses, bruja de Venecia. Guardiana de París, elegida para sustituir a la reina Elizabeth Roses al llegar el momento... ¡Soy su admirador! 

- Al parecer no todos...- susurré observando la puerta.

- ¿Perdón, qué dijo? A esta edad ya no escucho bien...

- Nada, no es nada. Le agradezco, señor. ¿Puedo hacerle una pregunta? Un chico de su clase, un tal Harry me dio un libro, de pociones, lo sacó de aquí...

- ¿Ya conoció a Harry Potter? - preguntó ilusionado- ¡Qué maravilla! Dígame ¿Cómo puedo ayudarla? 

- Me preguntaba si podría decirme algo acerca del dueño de- fui a buscar el libro- de este objeto.

- A ver...- dijo extrañado. 

Agarró el libro, leyó una de las páginas marcadas, subrayadas y escritas por todos los lados. Observó con cuidado la caligrafía, precisa, meticulosa. Me miró, pero no dijo nada. Fue hasta la vitrina en donde había acorralado a Snape y buscó una botella con una poción rosada en el interior. Luego, hizo aparecer una rosa, tan roja, tan brillante que era una pena utilizarla para algún otro fin que el observarla. Colocó las cosas sobre la mesada y con su varita pronunció el encantamiento que utilizaban para encender el fuego. 

La poción rosada comenzó a hervir, más y más. Sus ojos cristalinos me observaron, indicó que me acercara con cuidado, para que no me quemara. Volví a mirarme la mano curada. Estaba casi segura de que, esta vez, si me quemaba, tendría que lidiar con ello...sola. 



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En el texto hay: harry potter, profecia, romance equivocado

Editado: 18.07.2019

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