La profecía de los dos príncipes - Fanfic Harry Potter -

Las almas de Ravenclaw. Conversaciones en la oscuridad.

Durante las últimas dos semanas, después de aquella cena en la habitación de Slughorn, evité cualquier tipo de contacto con el profesor Snape. Tarea difícil si consideraba que me hospedaba en su Casa y cerca de su habitación. Para ello, había optado por un hechizo de invisibilidad. Todos podían verme, menos él. Quería que supiera que lo evitaba; quería en lo más profundo de mi ser tener el valor de verlo a los ojos y descubrirlo, pero no me animaba.

Simplemente, no podía. Una niñería por mi parte. ¿Pero qué se suponía que hiciera? Si la profecía era real, tarde o temprano, nos volveríamos a ver. Si él era el príncipe mestizo, ya nos cruzaríamos.

Me abroché la capa, agarré el bastón y, por primera vez en Hogwarts, cubrí mi cabeza con el sombrero negro que, al igual que la capa, había pertenecido al brujo de París.

Abrí la puerta de la habitación. Miré hacia la izquierda, nada; miré hacia la derecha, nada. Con calma, respiré y empecé a caminar hacia la sala común de Slytherin sin pensar en la posibilidad de encontrarme directamente con los ojos oscuros de Snape. Nos miramos, por un segundo, pero ninguno de los dos dijo nada. El siguió su camino. Me giré para ver como su capa negra flameaba mientras se alejaba. Estaba bien, muy bien que no me haya hablado. Después de todo, era lo que quería. ¿No?

El rostro de Johan se asomó por el umbral de la entrada a la sala común. Esta vez, los alumnos de Slytherin no hicieron nada ante su presencia. Nos habíamos convertido en sombras para ellos, para todos ellos.

-      Vine a buscarte ¿Estás lista?

Vestía todo de dorado, como lo había hecho Madame Marie en sus tiempos. Llevaba atada en la cintura la copa con la que hechizaba la bruja de los cabellos dorados. Al ver su objeto mágico junto a él, sonreí. No se la había olvidado, después de todo.

-      ¿Nos vamos?- pasé a su lado.

Caminamos de prisa hasta la entrada principal del área perteneciente a la casa Ravenclaw. Los alumnos nos miraban extrañados, no entendían qué hacíamos nosotros allí, pero ya habíamos pedido el permiso necesario para entrar a su sala común y recuperar nuestro medallón.

Los espíritus de dos niños aparecieron en la entrada.

-      ¡Alto!- exclamaron al unísono- Antes, deberán responder un acertijo- nos miramos y asentimos.- Soy la plateada dama que enamora a los enamorados e hipnotiza a los sabios. Muchos han querido conocer mis secretos, pero cuando lo descubren desaparezco. ¿Quién soy?

Johan se llevó la mano al mentón, pensando.

-      Soy la dama plateada ¿El espíritu de la dama gris?- preguntó recordando nuestro encuentro con la hija de Rowena Ravenclaw.

-      No Jon. Ella no enamoraba a los enamorados, ni hipnotiza a los sabios…

-      Pero desaparece cuando la ven.

-      Sí, pero nos falta esas dos características. Pensemos…- hice una pausa- ¿Quién es mujer…de plateado… enamora a enamorados…?- Y de pronto, todo concordó - ¡La luna!

-      ¿La luna? – preguntó extrañado.

-      Sí. Para los poetas es plateada, enamora a los que se enamoran y muchos brujos intentaron encontrar los secretos de su magia. Crece, brilla llena, decrece y….

-      Desaparece.

-      ¡Exacto!

Nos miramos, luego volvimos a estar frente a frente con los espíritus infantiles. Nos tomamos de la mano para darnos ánimos y, al unísono, exclamamos la respuesta.

Los espíritus asintieron y se convirtieron en mariposas que salieron volando hacia la primera ventana que encontraron. Un espectáculo hermoso.

La puerta se nos abrió de par en par. Sin dudarlo, entramos. Algunos de los alumnos dentro dejaron sus quehaceres para ofrecernos su ayuda. Me negué rotundamente, podía pasar cualquier cosa. Las Roses eran expertas en cuidar sus pertenencias con conjuros de los más inverosímiles.

Empezamos a buscar por toda la habitación. Nada. Me paré en el centro del lugar, cerré los ojos y extendí mi aura. Reptando, la luz violácea de mi energía se arremolinó en la pintura de la fundadora de la Casa. Abrí mis ojos y me encaminé hacia ese lugar, sin saber lo que ocurriría después.

Cuando mi dedo tocó el medallón de plata, con un ojo y una rosa atravesada en el iris violeta. Fui expulsada hacia la pared de frente a la pintura. Las almas que lo custodiaban me rodearon.



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En el texto hay: harry potter, profecia, romance equivocado

Editado: 18.07.2019

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