La torre de Astronomía

Albus Dumbledore caminaba con los brazos en la espalda y el pecho erguido, sin mediar palabra conmigo. Saludaba a los alumnos que pasaban por los corredores, mientras miraba hacia todas las direcciones.

Subimos por una escalera que conducía al cielo, o más bien a la torre de Astronomía. Un espacio único, un mirador hermoso que parecía transportar a otro mundo.

Maravillada, respiraba con dificultad. Hacía demasiado frío y la capa no me aportaba el calor necesario para que dejara de tiritar. Dumbledore miraba el agua del río, los reflejos plateados y dorados del espejo de la corriente también captaban mi atención. Nunca había visto algo tan hermoso. 

- Es un hermoso lugar…- susurré

- En efecto – respondió con sequedad.

- Pero, no es su despacho. ¿Qué quiere? – dije mientras conjuraba mentalmente que apareciera mi bastón de líder de París con el que, toda alma, sea animal o humana, me protegería si me encontraba en peligro.  

Una sacudida me dejó en el suelo. Todavía estaba demasiado débil para defenderme o atacar. Ni siquiera podía hacer un hechizo sencillo, no si deseaba recuperarme y no volver a la oscuridad allegada a la muerte.

Dumbledore se acercó a mí, pateó el bastón hacia un costado.

- No debería conjurar, señorita Roses. Al profesor Snape le costaron días y noches su recuperación.

- ¿Para qué me trajo hasta aquí?- pregunté mientras veía el cielo, mientras medía la altura. Creyendo lo peor. 

- Necesitaba confiarle un secreto.- extendió su mano.- Lamento haber sido descortés.

Tomé su mano, pude ver la maldición a la que había hecho referencia Severus. Su diestra estaba totalmente negra, fría y rígida. Un hechizo de protección oscura, sin dudas.

- Hasta al mago más poderoso se les escapa algún conjuro…- dijo en referencia a mi observación.

Con su túnica, cubrió aquella mano y me alcanzó, tirándolo por el aire, el bastón.

- Debo suponer que oyó las conversaciones que mantuve con el profesor Snape mientras él la cuidaba.

- No suponga cosas, director.- dije poniéndome a su lado- Me gustaría que me informase la verdad. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué Elizabeth nos envió para buscar dos medallones que se creían perdidos? ¿Por qué esperaban que se cumpliera la profecía de los príncipes? ¡Hable!

- ¡Vaya! No estaba al tanto de que estuviera alerta a lo que ocurría.

- Director Dumbledore, me temo que nos ha subestimado. Johan y yo somos guardianes experimentados, sabemos distinguir energías y créame, los ataques que se están sufriendo no son bromas estudiantiles ¿Qué ocurre?

- Su nombre era Tom Riddle…- se apoyó en una columna- Era un buen niño, con una infancia tormentosa…Fui nombrado para buscarlo y traerlo a Hogwarts al cumplir once años. – hizo una mueca de dolor, sacudió la mano maldecida- Al principio, era un buen estudiante, con aspiraciones nobles. Pero un día todo cambió… El cambió. Tom Riddle se había transformado a sí mismo en un mago oscuro, maldito. Lord Voldemort. Y eso no quedó allí, no. Sus ideas de supremacía de los sangre pura, magos nacidos de magos, fueron ampliamente bien recibidas. Fallecieron muchos amigos…

- ¿Entre ellos, los padres de Harry Potter? Sí…-dije acercándome a él- Me despertaba y escuchaba, luego me volvía a dormir o desmayar. No estoy segura.

- Sí- bajó la cabeza.

- ¿Por eso Sev…el profesor Snape lo está ayudando? ¿Para resarcir su error?- me miró- Sí, también sé eso.

El mago anciano asintió.

- Entenderás, querida Nela, que Severus no puede abandonar lo que comenzó hace tanto tiempo atrás. Mucho menos ahora, que el final está por llegar.

- ¿Y esto me lo dice por…?

- ¿No es obvio querida? Has sembrado en él, un sentimiento que sólo le provocó dolor. Le has hecho nacer en su corazón, un nuevo amor ¿O crees que él se presta para cuidar a los alumnos durante tantos meses, sin dormir, entre clases, durante las noches? Tu amor puede darle la confianza que él necesita para cumplir su parte, pero también puede alejarlo…- me apuntó con su varita- puede alejarlo de sus cometidos. – me miró tiernamente- No puedo permitir que eso ocurra, el destino del mundo depende de su ayuda.- movió en círculos la varita- Corazón confun…