La profecía del amor.

Capítulo 2.

Agapios.

Tomé entre mis manos la foto de Alessia que me había robado hace varios años. Y me fue imposible no desear mandar todo a la mierda, aunque eso significará que mis padres no se sintieran orgullosos de mí.

—Te quiero condenada, diva. Te quiero muñeca diabólica.

Acaricié la foto para después suspirar.

Unos toques en mi puerta fueron suficientes para que escondiera la imagen entre mis pertenencias.

—¡Adelante…! -inquirí, y la puerta se abrió.

—Agapios, antes de la cena quiero que conozcas a una persona.

—Padre… no creo estar en condiciones para conocer a nadie.

—¡LEVANTA ESE TRASERO DE LA cama, AGAPIOS SALVATIERRA, PORQUE SI NO LO HACES CONOCERÁS MI FURIA…!

Entrecerré mis ojos y me atreví a soltar una gran carcajada porque esas son las palabras que utiliza mi querida madre.

—Más te vale que mamá no te escuché porque si lo haces correrás el riesgo de que te envíe a dormir a la casa del perro.

—Sí, ella se enterará será tu culpa. Así que andando. -con pensar me levanté de la cama.

—Que sea rápido porque tengo cosas que hacer.

—Ah, sí. ¿Cómo cuáles?

—Padre, bastante tengo que lidiar con Alessandro como para tener que hacerlo contigo también.

Alexander hizo una mueca.

—Ese muchacho sin duda alguna salió a su tío Dustin en lo seductor. Hasta parece hijo de él.

Asentí mientras sonreía.

—¿Cómo van las cosas con el tío Dustin?

—Las malas lenguas cuentan que por culpa de Dana el pobre casi se va con san pedro.

—Esa mala lengua a de ser el tío Duncan. ¿Verdad? -papá asintió mientras sonreía. —¿Ahora que hizo la dulce damita Dana?

—Se cuenta que la dulce damita que dices, salió con el domingo siete y que su archi mega ultra enemigo es el padre de la criatura. Imagínate eso…

Eso no era algo raro para mí porque bastante claro tengo que el amor muchas veces ye puede jugar una mala pasada.

—Dustin, hiperventilo de tal manera que casi se prepara la maleta con destino al otro mundo.

—Y tú por lo visto estás divirtiéndote de la situación.

—No es que me divierta, pero es que Dustin va a ver muchas cosas, por lo pica flor que fue en el pasado. -dijo. —Yo por lo menos solo tengo a una niñita, y estoy consciente de que ella vale por tres niños. Así que es más fácil que uno de ustedes se deje pescar por alguna mujer, que Alessia deje que un hombre la toque y embaracé sin antes darle caña. Y mandarlo dos o tres veces al mismísimo infierno, sin boleto de ida.

—Pobre del tío Dustin.

—Sí, pero se lo merece.

—No tientes tu suerte porque según escuché a mamá la hiciste llorar.

Papá detuvo su andar.

—Es mejor que no le recuerdes eso a tu madre porque es capaz de arrancarme la cabeza por mentirle.

—¿Qué me dará para que guarde silencio?

—Deja de juntarte con Alessandro, porque él te está mal influenciando. -posterior a esas palabras mi madre saco de sus pantalones su cartera de cuero y de allí sacó mil dólares. —Cría cuervo y te sacarán los ojos.

Tomé el dinero no sin antes darle un par de palmadas en el hombro.

—Fue grato hacer negocios con usted señor Salvatierra. -papá rodó los ojos. —Vamos a ver a quien deseas presentarme porque deseo regresar temprano a ahogarme alcohol.

—¿Por qué no sales a dar una vuelta estás noche, hijo? -entrecerré mis ojos. —Y de paso encárgate de elegir una buena mujer y hacerle un hijo porque como Dustin será abuelo, yo no puedo quedarme detrás. Tengo que ir a la par o más arriba porque ese pretencioso le encanta molestarme al decir que el hombre de la relación es Alexandra.

—Padre…

—Estoy al tanto de que amas a una imposible, pero por favor reconsidera la idea de darme uno o dos nietos, Agapios.

Ante esas palabras no emití juicio alguno y posterior me dediqué a bajar las escaleras.

—¡No me dejes hablando solo Agapios…! Por lo menos considera la idea de darme aunque sea un nieto al cual malcriar.

—Pídeselo a Alessandro o a Ángel. Pero a mí déjame fuera de la competición absurda que quieres armar con el tío Dustin.

—Le pediré Alessia que me dé el nieto que tanto deseo. Sí, ella será quién llené esta casa de niños, ya que ustedes no quieren gratificarme dándome uno o dos nietos.

Esas palabras lograron que mi imaginación volará de una forma impresionante a tal grado de imaginar está casa llena de puras niñas idénticas a la muñeca del mal.

Cómo me gustaría poner mi parte en la creación de esas bellezas… pero lastimosamente eso sería ser la decepción de mis padres.

—Vamos a conocer a quien me quieras presentar y por favor deja de hablar del tema, porque está rallado y me empieza a molestar.




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