La profecía del amor.

Capítulo 12.

Agapios.

En efecto, Alessia está embarazada.

Vamos a ser papas.

—Quiero ver a nuestro bebé.

—Cuando regresemos a casa eso es lo primero que haremos.

Mi mujer sonrió mientras acariciaba con ternura su vientre.

—Mamá ha de estar loca, por la noticia.

—Estoy seguro de que ya está haciendo planes para la revelación de sexo.

—Alexandra Salvatierra, no se le pasa nada.

Alessia dejo de acariciar su vientre para abrazarme.

—Te amo mucho, Agapios.

—Yo también te amo, muñeca del mal.

Mi maquiavélica mujer sonrió, y poco después Alessia sentó sobre mi regazo.

—Y yo que pensaba que iban a ser unas minivacaciones cargadas de mucho sexo.

—Todavía estamos a tiempo, mi amor.

—¿Quieres estrechar lazos con nuestro bebé?

—Si fuera posible, quisiera hacerle otro bebé.

—¿Me quieres llenar de hijos?

—Claro, ¿O es que acaso piensas que me quedaré sin descendencia?

La muñeca del mal sonrió.

—Por lo menos tendré hijos, si decides abandonarme por otra mujer.

—¿Yo abandonarte? Ni en mis peores pesadillas.

—¿Tanto así me amas?

—Te amo hasta el infinito y más allá, Alessia Salvatierra.

La pervertida que tengo como esposa empezó a mover sus caderas.

—Mes estas incitado, Alessia.

—¿A qué te estoy incitando, Agapios? -pregunto con voz seductora.

Guíe mis manos a la cintura de ella.

—A desnudarte, a besar tu piel y a fundirme en tu interior.

Mi muñeca del mal se mordió sus labios.

—Desnúdame, bésame la piel y hazme tuya.

Esas palabras fueron una clara provocación, la cual salió como Alessia esperaba, porque alcé el vestido playero y no de detuve hasta tenerla completamente desnuda ante mis ojos.

—Eres hermosa. -exprese mientras la miraba con gran intensidad.

—Lo sé, cariño.

—Ese ego tuyo…

—Todo buen Salvatierra que se respete tiene el ego por los cielos. Incluyéndote, cariño.

Mi provocadora esposa volvió a moverse sobre mi miembro completamente erecto.

—Estamos en desventaja, esposo.

Tras esas palabras Alessia guío sus manos a mi camisa y empezó a deshacer los botones de mi camisa.

—No es justo estar con todo al aire, mientras que tú estás vestido.

Después de terminar, mi muñeca del mal lanzó la camisa lejos de nosotros y empezó un recorrido desde mi torso hacia la cintura.

—Estas para cometer, Agapios.

—Cómeme.

Alessia se mordió el labio inferior y poco después se inclinó sobre mí y empezó a repartir besos en mi torso.
Besos mojados, mejor dicho.

—Me estás provocando.

—Eso es lo que busco.

Cuando Alessia llegó a la parte baja de mi abdomen, dejo un beso. Y guío sus manos hacia la pretina de mi pantalón. Y en un movimiento rápido deslizó una parte de mi pantalón. Dejando mi miembro totalmente expuesto ante ella.

Los ojos de mi muñeca del mal brillaron con intensidad.

—Llego la hora del festín, cariño.

Tras esas palabras Alessia guío mi miembro hace su entrada.

—Te amo. -susurró ella con los ojos brillantes por el deseo.

Cuando mi miembro estuco dentro de ella, Alessia empezó a hacer movimientos rotatorios sobre mi miembro.

Apreté su cadera y la incentivé a ir un poco más rápido.

—¿Ansioso?

—Tu interior, me vuelve loco.

—¿Solo mi interior te vuelve loco? -antes de que pudiera responder Alessia apretó mi miembro en su interior.

—Maldición, Alessia.

—¡Responde…!

—Todo tú me vuelve loco, Alessia. Eres una droga para mí, mi completa adicción.

Alessia sonrió, mientras que hacía lo que quería conmigo.

Guíe mi mano derecha hacia su pezón y lo pellizque.

—Para mí, eres más que una droga, Agapios Salvatierra.

Mi mujer soltó un potente gemido cuando empecé a bombardear su interior.

La muñeca del mal cerró sus ojos y su cuerpo empezó a temblar.

Tras pasar varios minutos, el orgasmo era un hecho para los dos, cuando me sentí a punto de llegar a la cúspide del placer, hice mis dos últimos movimientos más rápidos.

—Agapios. -pidió entre dientes Alessia. Mientras luchaba con el inminente orgasmo, que arrasaría con nuestros cuerpos.

Varios minutos después Alessia y yo llegamos a la cúspide del placer.

Mi mujer se desplomó sobre mi pecho, mientras trataba de normalizar su respiración.

—Eres excelente.

—Y eso que falta el segundo asalto.

Alessia sonrió.

—Tenemos que aprovechar porque en unos meses no podremos tener la libertad que tenemos.

—No dejare de follarte, porque estes embarazada, Alessia. Si es necesario buscaré todas las formas posibles para hacerte gozar de placer.

—Seré una embarazada totalmente feliz. Porque mi condescendiente esposo mantendrá mi libido a raya.

Sonreí y guíe mis manos a su espalda baja.

—Buscare las mejores posturas para embarazadas.

—Eso es amarme demasiado, Agapios.

—Todo lo mejor para mi mujer.

—Me estas consintiendo mucho. Espero que así sea con nuestra hija.

—¿Hija?

Alessia colocó sus ojos en los míos, y sonrió.

—Deseo que sea una niña.

—Yo pensé que deseabas un niño.

—Ahora quiero que sea una niña.

—Si es niña, tengo que poner en marcha, el programa protección para princesas.

—El tío Mail está loco.

—Nunca critiques a un padre por proteger a su princesa, Alessia.

Mi mujer soltó una pequeña carcajada.

—Mail, está jodido por partida cuádruple. -agrego ella mientras sonreía.

—Dirás que tío Mail está jodido, pero por cinco.

—¿Por qué por cinco, si tiene cuatro hijas?

—¿Se te olvida que Mara, vale por dos? Estoy segura de que, de las cuatro, Mara es la que le causará un infarto al tío Mail.

—Estoy seguro de eso, mi amor.

—Si supieras lo que esa pecadora haces, te persignarías.

—No quiero saberlo, esposa.

—Más te vale porque las cosas que hace no son nada limpias.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.