La profecía del amor.

Epílogo.

Alessia.

Llego el momento de confirmar el sexo de nuestros bebés.

Todos en la familia creemos que son niñas, pero aquí estamos para confirmar que son niñas.

Mi amado y bien dotado esposo se encuentra bastante nervioso, mientras toma mi mano.

—¿Están listos para saber el sexo de sus bebés?

—Sí. -inquirió Agapios.

La doctora asistió y empezó a deslizar el ecógrafo por mi vientre.

—El primer y segundo bebé son niña, tienen el peso y medida adecuado.

—Te dije que serían niñas, Agapios.

—Las amo. Te amo.

—Su tercer hijo…

—¿Qué sucede con nuestro bebé, doctora?

La mujer deslizaba el ecógrafo por mi vientre, mientras tenía el ceño fruncido.

—Doctora…

—Su tercer bebé es un niño… y él tiene sorpresa…

Coloque mis ojos en Agapios y este se encontraba con los ojos cristalizados.

—¿Cuál es la sorpresa, doctora? -me atreví a preguntar.

—El niño se encuentra protegiendo a su hermana más pequeña.

—Eso quiere decir…

—Sí, señora Salvatierra. Está embarazada de cuatro bebés. Tres niñas y un niño.

Oh…

Antes de que pudiera decir algo, Agapios soltó mi mano y se desmayó.

Genial…

La doctora culminó la sección y se acercó a socorrer a Agapios.

Negué con la cabeza.

Al cabo de varios minutos Agapios recobró la conciencia.

—Alessia, soñé algo muy raro.

—No lo soñaste, Agapios. Tendremos cuatro hijos.

—Oh…

—Tres niñas y un niño.

—Estoy jodido.

—Por lo menos tendrás a un mini celoso, al cual instruir para que sea un celoso dos puntos cero.

Agapios se acercó a mí y no dudó en dejar un beso en mis labios.

—Te amo, Alessia.

—Lo sé, Agapios. -le devolví el beso con la misma intensidad con la que él me beso.

—Tenemos que darle las buenas nuevas a nuestra familia. -acoto.

—Papá, se va a volver loco. -declare y Agapios asintió.

—Mamá echará la cabeza por la ventana con el baby shower.

—Thalasinos, se va a infartar.

—Alessia, seguirás con los mismos cuidados que llevas hasta ahora y tomando ácido fólico.

—¿La fecha de parto sigue siendo la misma doctora?

—Sí, pero debemos tener en cuenta que como es un embarazo múltiple puedes entrar en labor de parto en cualquier momento, e incluso los bebés nacer prematuros.

—Hare todo lo que este y no esté en mis manos para que mis hijos nazcan prematuros.

—Cuídate mucho, y no abuses de los antojos.

—Eso ni se lo diga doctora, porque la joya de esposa que tengo encuentra la forma de engatusar a cualquier para que hagan lo que ella quiere.

—¡No me levantes falsos, Agapios Thalasinos Salvatierra Salvatierra!

Mi esposo rodó los iris.

—Tú ganas, Alessia.

—Yo siempre gano, mi amor. -Afirme, y tanto Agapios como la doctora negaron con la cabeza.

Agapios limpió mi vientre, y posteriormente dejo un beso.

Estoy detenida de amor. Agapios logra que la gran Alessia Salvatierra, se derrita con tan solo una mirada.

¡Oh, Dios…! Deje de ser la muñeca del mal para convertirme en una blandengue llorona, hormonal y débil con el macho que me vuelve loca.

—Hey, ¿Por qué lloras?

Agapios limpió mis lágrimas, y dejo un beso en mi mejilla.

—Te amo. -susurre mientras lloraba.

—Yo también.

—¿Tú también qué?

—Yo también te amo, Alessia Salvatierra.

Abre a mi macho y él me devolvió el abrazo.

—Tenemos que salir, Alessia.

—Se van a volver locos.

—Volvámoslo locos.

—Si antes me tenían en una caja de Barbie, ahora me tendrán en una de cristal.

Pasados varios minutos, Agapios y yo salimos del consultorio de la doctora.

Y como era de esperar, toda la familia se acercó a nosotros.

—¿Qué paso? -pregunto papá.

—¿Está confirmado? -acotó Ángel.

—¡Quiero ser el padrino de las princesas…! -grito Mael.

Tomé la mano de Agapios y le di un fuerte apretón.

—Dilo. -pedí. Y mi esposo sonrió.

—Me voy a morir de los nervios, ¡Hablen ya…!

Como siempre la paciencia de Alessandro se fue de paseo.

—Está confirmado, tendremos tres niñas.

Tras esa confesión todos hicieron gran revuelo, donde hubo gritos, felicitaciones y lágrimas… estas últimas eran de parte de mamá.

—Falta algo…

Todos dejaron de celebrar para colocar sus ojos en Agapios.

—¿Qué pasa con mis nenas? No me digas que…

—¡Toca madera, Alessandro…! -exclamo Ángel.

Más locos y se daña.

—Son cuatro.

Tras esa confesión todos los presentes abrieron sus ojos como platos.

—¿Cuatro? -pregunto Thalasinos sin poder creerlo.

—Sí. -confirmo con firmeza.

—¿Cuatro niñas?

—No. -hable. —Son tres niñas y un niño.

Silencio.

Mi familia entro en una especie de shock porque nadie hacia o decía nada.

Su shock no era para nada extraño, porque yo nos hablamos hecho la idea de que serán tres y ahora por obra y gracia resulta que estoy embarazada de cuatro bebés.

Cuatro bebés.

Ya decía yo que tanto sexo acabaría con algo más que un buen gusto.

—Cuatro… -balbuceo Alessandro sin poder creerlo.

—¡CUATRO…! -grito papá a gran voz y sin pensarlo se lanzó abrazarme. —¡Ya sabía yo que mi muchacho no me defraudaría… ¡Cuatro de una…!

—¡Papá…!

Alexander repartió muchos besos por mi rostro.

—Alessia.

Coloque mis ojos en mamá.

—Te amo, hija. Los amo con todo mi corazón.

Mamá se unió al abrazo. Y yo sonreí.

Poco a poco, mis hermanos, y Mael se unieron al abrazo.

Solo faltaba Agapios Thalasinos, el donador de esperma.

Lo busqué con los ojos y lo divisé llorando mientras nos observaba.

Sé que el inicio con su hijo fue un verdadero desastre, pero mi amado Agapios dio el primer paso para arreglar la cosas con él, y ahora varios meses después los dos son muy unidos.

—Thalasinos… ¿No va a unirse al abrazo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.