La profecía del amor.

Capítulo 3.

Jenna.

Alessandro Salvatierra lo volvió hacer.

Volvió a destrozar mi corazón.

—Jenna…

Alce mi cabeza y coloque mis ojos de mi hermano Jason.

—Quiero romper algo, patear un trasero y amordazar a alguien.

—¿Qué te hizo en esta ocasión?

—No quiero hablar de ello, Jason.

Me coloque sobre mis pies, todo ante la atenta mirada de Jason.

—Encárgate de conseguirme la próxima parada de Alessandro.

—¿Para qué quieres saber eso?

—Nadie en este mundo he hace llorar y se marcha con las manos limpias, hermano. Eso deberías saberlo.

Jason enarcó una de sus cejas.

—Te ayudaré, pero tienes que prometerme que esta será la última vez que harás una locura.

—Después de que le dé una parada en las bolas a Alessandro, me convertiré en toda una damita. E incluso cumpliré el sueño de nuestros padres.

—¿Iras a la universidad?

—Sí. -dictamine sin dudar.

Jason extendió una de sus manos hacia mí y yo no dude en tomarla.

—Tenemos un trato, Jenna.

Alessandro Salvatierra pagará por profanar mi lago, destrozarme el corazón y robarme mi primer beso.

Apreté la mano de Jason con fuerza.

—Como no puedes abandonar las responsabilidades del rancho, le pediré a Rachel que me acompañe.

—No creo que eso sea muy factible Jenna.

—Te prometo que solo seremos ella y yo.

—Si descubro que Kail las acompaño estarás en problemas señorita.

Rodé mis ojos.

—Ningún masculino nos acompañará, Jason. Pierde cuidado.

—¿Cuál es el plan?

—La reina del hielo, media diva debe salir a cobrar venganza.

—No me digas que…

—Si, hermano. Dejaré mis botas vaqueras en el rancho y por segunda vez en mi vida me colocare los odiosos tacones que me regalo tía Alexandra.

—Allá tú, Jenna.

—Necesito algo más de ti. -inquirí.

—¿Qué? -pregunto él para después entrecerrar sus ojos.

—Tu auto deportivo.

Jason hizo silencio por un minuto.

—Cuídalo.

—Te prometo que no destrozaré tu auto, Jason.

—Sabes muy bien lo que significa ese auto para mí.

—Lo sé, hermano.

Tras esas palabras la mirada de Jason se perdió en el horizonte.

Hice una mueca al distinguir tristeza en su rostro.

Maia Salvatierra, es la culpable de que mi hermano este como este.

¿Qué paso?

Bueno.

Ella prefirió su trabajo antes que el amor, prefirió ser exitosa a quedarse al lado de mi hermano.

Ahora es una famosa planeadora de eventos a nivel internacional, pero no tiene amor. Le falta estar entre los brazos de Jason, para ser feliz.

—Jason…

—¿Sí?

—Intenta hacer tu vida.

—Lo intentaré.

—Ella…

—No quiero hablar de ella, Jenna.

Jason giro sobre sus pies y antes de que yo pudiera agregar alguna palabra más, empezó a caminar.

Maia Salvatierra, todavía duele.

Solté un suspiro antes de acercarme a mi caballo.

—Los Salvatierra acabarán con nosotros, belleza. Alessandro y Maia Salvatierra son un terreno peligroso para nosotros.

Ante esas palabras mi cabello rechino.

—Te prometo que después de la escarmienta que le daré a Alessandro intentaré centrarme en lo que verdaderamente importa.

Mi fiel amigo ladeo la cabeza.

—Cuando terminé de estudiar montaré una clínica veterinaria, buscaré a alguien para pasarme y viviré feliz para el resto de mi vida.

El caballo volvió a rechinar, y en esta ocasión rodé mis ojos.

—Se que te dije lo mismo hace un par de años, pero en esta ocasión lo cumpliré. Olvidaré a Alessandro Salvatierra, bueno por lo menos como amor, porque para mí desgracia el muy tonto siempre será el hijo de mi madrina Alexandra.

—¡Jenna, la tengo…! -escuche ese grito de parte de Jason. —Ese idiota está en la playa.

Con lo que le gusta la playa a Alessandro debí suponerlo.

—Voy a por venganza cariño. Vengaré el lago, mi corazón e incluso mis labios.

Alessandro Salvatierra es hombre muerto.

(***)

Apreté el volante con fuerza antes de descender del vehículo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.