Jenna.
Tal y como dije tuvieron que pasar muchas horas hasta que le confesé a Mael lo que había hecho.
Ahora estoy riéndome a carcajadas, porque el indisciplinado y su primo han de estar lamentándose haberme secuestrado.
Deje de reírme cuando escuché unos toques en mi puerta. Fruncí mi entrecejo, pero aún así me encamine hacia la puerta. La abrí, y para mi sorpresa me encontré a Maia echa un mar de lágrimas.
—Maia.
—Jenna.
Los hermosos ojos de la chica se encontraban rebosantes de lágrimas.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito que me ayudes a llegar al pueblo.
—¿A estás horas?
—Es que necesito comprar alguno. -Maia aparto sus ojos de los mismo. —Si no lo tengo no puedo dormir.
¿Con que saldrá está damiselas?
—¿Qué quieres comprar?
—Un perfume.
Ya sabía yo.
—Maia, no estás en la ciudad, aquí no tenemos esos perfumes caros que sueles utilizar, así que tendrás que aguantar hasta que puedas mandar a comprar tu dichoso perfume.
—No me trates como una niña fresa, Jenna.
Ah, bueno. Qué ella esperaba que haga después que me dice que tiene que ir a comprar un dichoso perfume.
—¿Entonces como te trato? Porque la petición que me hiciste deja mucho que desear.
Ante esas palabras Maia hizo una mueca.
—¿Por qué todo el mundo aquí me trata como si fuese una inútil?
—Por qué los citados no vienen al rancho a ensuciarse las manos.
—¿Me ayudarás, sí o no?
—¿Qué dichosos perfume es?
Antes de responder las mejillas de Maia se calentaron.
—Blue&Blue de hombre.
¿Qué?
Esperaba todo menos que ella me dijera que necesitaba un perfume de hombre para dormir.
—Si no huelo ese perfume antes de dormir no puedo conciliar el sueño. Por favor ayúdeme a conseguirlo.
—Maia, son las nueve de ka noche.
—Lo sé, por eso te pido que me ayudes a conseguirlo.
Los ojos de ella volvieron a cristalizarse.
—Te ayudaré con conseguir tu dichoso perfume.
—Te lo voy agradecer, Jenna.
—Todo sea por mi sobrino.
-ella asintió. —Esperame aquí.
La deje pasar a mi habitación y antes de que pudiera pestañear Maia se adueñó de mi sillón acolchado.
—Necesito uno de estos.
—No te acomodes demasiado, porque es solo mío.
—Comparte tu sillón con la madre de tu sobrino, Jenna. No seas egoísta.
—Por mi sobrino, es que te deje entrar a mi habitación, Maia.
—Dejemos los rencores, Jenna.
Sí, como no.
Negué con la cabeza y tras suspirar salí de la habitación.
¿Cómo haré para conseguir el dichoso perfume y no morir en el intento?
Empecé a caminar hacia las escaleras, y cuando iba a empezar a bajarlas escuche a mi hermano hablar.
—¿Qué haces?
—Ire al pueblo a ver si encuentro algo.
—¿Qué necesitas? Si no son toallas femeninas o tampones puedo ir por lo que desees.
¿Alguien me puede explicar por qué los hombres tienen aberración a comprar neceseres de las mujeres?
—Muy gracioso.
—Alguien en esta familia debe de llevar el chiste en la sangre.
—Necesito el perfume Blue&Blue de hombre.
—Tan traumada te dejo, Alessandro como para holer su perfume. -tras esas palabras Jason sonrió mostrando sus dientes.
—Muy gracioso, pero no soy yo la que necesito oler ese perfume para dormir.
Cuándo Jason escuchó esas palabras, la sonrisa que mantia en sus labios desapareció dándole paso a una mueca.
—¿Ella…?
—Sí, hermano. Quién necesita oler ese perfume es la madre de tu hijo, Maia. ¿Iras por él o una bachata rosa bailaremos?
—¿Tan loca esta como para tener que oler ese perfume?
—Jason, al fin y al cabo Maia es una Salvatierra, y tú y yo sabemos que los Salvatierra son unos desquiciados. Me ayudarás o tengo que ir yo.
—Jenna, la perfumería del pueblo a esta hora esta cerrada.
—Entonces que haremos porque según Maia no puede dormir sin oler ese perfume.
Jason desvío sus ojos de los míos.
—Ese es el perfume que uso.
Oh. Ya se por donde va la cosa.
—La traes loca, vaquero.
—No me molestes.