La profecía del amor.

Capítulo 13.

Alessandro.

Cuando termine de hablar agaché mi cabeza, porque la vergüenza me había ganado.

Nunca en mi vida pensé que una vaca me daría la corrida de mi vida, y de igual forma lameria mis partes.

Me siento violado, asqueado y lo que le sigue.

Esperé que Jenna se compadeciera de mí y me abrazara, pero lo único que ella hizo fue soltar una gran carcajada.

—Ya puedes morirte Salvatierra. Tu fama del deseado es tanta que hasta los animales quien probarte.

—No me jodas, Jenna. Todo esto es tu culpa. -inquirí y ella se llevó una de sus manos al pecho.

—Yo no te puse una pistola en la cabeza y te dije que fueras a armar un escándalo. Así que quién tiene la culpa eres tú.

—Es tu culpa porque te fuiste con ese estúpido.

—No veo porque tiene que molestarte si algo o no con alguien.

—¿Qué parte de que eres la única mujer con la que quiero estar no entiendes? -inquirí.

—No me jodas, Salvatierra. Y ve a vestirte, antes de que mi padre o mamá vean tus miserias al aire y crean que entre los dos pasa algo.

¿Miserias? Que no me tiente porque no me cuesta nada cerrarle la boca.

—Mucho cuidado con lo que haces, Salvatierra.

—No importa si te muestro lo que pronto va a ser todo tuyo.

Jenna entrecerró sus ojos.

—Hazlo y te juro por lo más sagrado que tengo que serás hombre muerto.

—¿Te da vergüenza ver a tu futuro esposo? -tras esas palabras sonreí.

—No eres mi futuro esposo ni nada que se le asemeje, Salvatierra.

—Ve mentalizandote porque no solo voy a ser tu esposo, seré el padre de todos los hijos que quieras tener, el único hombre en poder tocarte.

Jenna enarcó una de sus cejas.

—Con esa fe no llegarás lejos, Salvatierra. Así que bajate de la nube.

Alessandro abrió la boca para responder pero ante de hacerlo, Mael ingreso a la habitación con una camisa en mano y agitado.

Mi primo se doblo a la mitad para recuperar un poco el aire. ¿Qué habrá pasado para que él quedará en esas condiciones?

—¿Qué paso?

—U-na, una, v-vaca.

Oh, no.

Mael fue la otra víctima de Lola.

Alguien que detenga a esa vaca porque está infundiendo terror entre la población masculina en este lugar.

Lola debería ser procesada por cargos por violación, intimidación y violencia.

Nosotros los hombres deberíamos llevarla a juicio para que pague por el daño psicológico al que estamos sometidos por culpa de ella.

Lola es un peligro. Uno que si se queda sin ponerla mano dura, lambera todos los genitales que le de la gana y nos los hombres quedaremos violados y con el trauma. Y ella, haciendo y deshaciendo.

Alguien tiene que hacer algo.

—¿Ahora qué hizo Lola?

—Ella… pense que era una inofensiva vaca común y corriente, pero la muy maldita es la peor de las meretrices… pareciera que lleva años sin tener acción la desgraciada. -escuchar esas palabras logró que mi cuerpo a temblar, porque empecé a revivir lo que había sucedido hace algunos minutos con Lola. —Me atrajo hacia ella con un dulce bramido pero la verdad aquí, es que yo sería su próxima víctima. Me acerqué a ella y tras compadecerme de ella empecé a darle mimos. Pero la muy desgraciada me dio paso libre y poco después cuando ambos estábamos en confianza empezó a frotar su cabeza contra mi pecho.

Así fue conmigo.

¡Por el amor de Dios…!

Lola es peor de lo que pensaba. La muy desgraciada utiliza los mismos métodos para seducir. Engaña aparentando ser una vaca común y corriente, pero la verdad detrás de ella es más impactantes de lo que se piensa.

—Pense que se trataba de un juego, pero cuando fue más allá entendí que esa vaca buscaba algo más de mí.

Deje de mirar a Mael para darle una mirada fulminante a Jenna.

—Mael, dale las gracias a Alessandro porque fue él quien decidió traer al terror de todos los hombres a este rancho. -la muy descarada sonrió mostrando sus dientes. —Ten cuidado con ella porque le encanta desnudar hombre y lamerle los genitales.

—Yo me largo… no se tú, pero yo me largo Alessandro.

—Mael…

—Esa vaca me dio la corrida de mi vida, fui el payaso del circo de los trabajadores de este rancho. -cuando Mael recompuso se irguió. —Yo me largo, si tu quieres quedarte, hazlo, pero no cuentes conmigo para nada.

—Los Salvatierra resultaron ser unas niñas las cuales ante el primer problema tiran la toalla.

Tanto Mael como yo, le dimos una mirada fulminante.

Jenna abrió la boca para hablar, pero ante de emitir alguna palabra Jason ingresó como loco a la sala.

—¡Jenna…!

La vaquera paso de nosotros para colocar sus ojos en su hermano.




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