La profecía del amor.

Capítulo 14.

Jenna.

Lola es la vaca más perra que he conocido en mi vida. Porque no solo intimidó a Alessandro y a Mael sino que también volvió locos a los toros del rancho. Sí, Lola hizo que los toros perdieran el juicio. Y no solo los saco del coral, sino que también se tiro a uno de ellos.

Ahora no solo violo a Alessandro, e intimido a Mael, sino salió bien cogida y preñada. Lola obtuvo doble placer, salió con premio doble.

Y lo más grave del caso es que Alessandro se consagró como el salvador del rancho al regresar los toros al coral y arreglar la cerca.

Odie en sobre manera que Alessandro se paseara como el salvador de todos, odie que todas las chicas se lanzarán a por él como si fuera un trozo de carne.
Odie que se colocara al frente de mí, para darme una rosa, y para mi sorpresa y la de casi todos se atrevió a dejar un beso en la comisura de mis labios.

Odie que me hablara casi susurrado.

Porque eso le abría una pequeña brecha para que mi corazón empezara a latir desbocado.

En ese momento me replante la idea de castigarlo, pero tras pensarlo decidí seguir con mi cometido.

—Jenna.

Aparte mis ojos de la foto de Alessandro que tenía escondida en mi habitación para colocar mis iris en Maia.

—¿Qué sucede, Maia?

—Me acompañarías a primer ultrasonido de mi bebé.

Escuchar pedirme eso, logro que mis ojos se cristalizaran.

Maia me está considerando para ver a mi sobrino.

—Me anoto. ¿Cuándo es?

—Mañana.

—¿Le dijiste a Jason? -Maia desvío sus ojos. —¿Te trato mal?

—Jason se fue, escuché que tu madre dijo que se tomaría vacaciones en la ciudad.

—¡¿QUÉ ÉL HIZO QUE?!

—Alessandro y él se fueron hace unos minutos.

Tragué duro tras escuchar que Alessandro se había marchado sin siquiera despedirse de mi.

Será que desistió de…

Bueno que más da…

Si Alessandro se marchó ha de ser porque se cansó de jugar al gato y el ratón.

Ya decía yo que las palabras que me dijo fueron de la boca hacia afuera. Porque el deseado no resistiría sin hacerse desear, para cazar y que alguien caiga en su trampa.

—Si Jason se marchó, pues que le valla bien. -Maia negó. — Lo único que te pido es que seques tus lágrimas y tomes la fuerza que necesitas porque ahora no solo dependes de tí, Maia, ahora mi sobrino dependes de tí. Si Jason quiere joderse pues que se joda, si no quiere ser un padre presente en la vida de su hijo, pues que se joda y se vuelva a joder. Lo único que te voy a pedir es seques tus lágrimas y sigas adelante por mi sobrino será una parte importante de ti para toda la vida.

—Me odia, Jason me odia por lo que hice.

—Dejemos el pasado, en el pasado, Maia. Porque lo hecho, hecho está. Mira hacia el presente, mira hacia el bienestar de mi sobrino, de tú hijo.

La mayor de los Montero asintío.

—Invite a tu madre.

—Genial. Te prometo que la salida será super mona. ¿Pero que hay de tu madre?

—Mis padres y hermanos también nos acompañarán.

—Gracias Maia, gracias por estar aquí con nosotros y no en tu amada cuidad.

—Mi hijo sera más rachero que citadino, por eso vine aquí.

Con que desea que su hijo sea un rachero… pues yo me encargaré de que así sea aunque tenga que tomar un arma y sacarle todas las ideas retrógradas a Jason, peor de que Maia Montero y él se casan, se casan.

Hay de aquella mujer que intenté metérsele por los ojos a mi hermano, porque Maia Montero es y siempre será la mujer de la vida de Jason, la única mujer que echó por tierra al vaquero malhumorado y con aires de señor nunca me enamoro. La única por la que él perdió la cabeza.

—Mi sobrino, será un digno vaquero, igual a su padre.

—Quiero que sea idéntico a él.

—¿Te enamoraste?

—Lo rechace por estupida y he aquí la consecuencia.

—Responde Maia. ¿Amas a mi hermano?

Maia Montero aparto sus ojos de mí, para contestar.

—Amarlo como lo hago es mi castigo.

Ahora si que de jodió todo.

—Jason no quiere tenerme cerca.

—No te preocupes, Maia. Porque Jason volvera aquí y cuando menos pienses el señor nunca me enamoro, estará comiendo de tus manos nuevamente.

—¿Qué harás?

—Deja todo en mis manos.

Maia negó.

Y como era costumbre, papá ingresó a mi habitación, y no dudo en entrecerrar sus ojos.

—Jenna.

—Padre.

—¿Se puede saber que tienes que ver con el dueño del paraíso?

No se a donde va esa pregunta, porque nunca he visto al dueño del paraíso.

—¿Por qué pregunta?

—Porque andan diciendo que el dueño del paraíso está interesado en tí. ¿Qué tienes que ver con él?

—Padre, no conozco a ese hombre. Nunca lo he visto.

—¿Entonces, por qué andan diciendo que él te proclamo como la dueña del paraíso?

—No se.

Papá entrecerró sus ojos.

—Jenna…

—¿No crees en mí, padre?

—Ya acepté a uno, no puedo aceptar a otro.

¿Qué es eso de que acepto a uno?

Será que Alessandro…

No. Es mejor no pensar en ello.

—Ire a encarar al estúpido que anda diciendo esa locura.

—Padre, ¿Te parece una locura que el dueño del paraíso me proclame como su señora? -ante esa pregunta papá entrecerró sus ojos.

—Jenna.

—Padre.

Papá y yo nos enfrascamos en una guerra de miradas, donde ninguno daría su brazo a torcer.

—Jeff, Jenna… tienen que leer esto. -inquirió mamá y eso logró que papá y yo colocáramos nuestros ojos en ella. —¿Tienes algo que decirnos, Jenna?

—¿Qué tendría que decirles, madre?

Mamá me entrego el papel y cuando mis ojos se colocaron en el papel, la furia tomó posesión de mí.

—Ese hombre está obsesionado contigo, Jenna. Porque eso de hombrarte prácticamente la dueña de ese lugar es una completa locura.

—Ese baboso me proclamo su esposa… -dije sin poder creerlo.

—¿Te casas en tres meses, Jenna? -pregunto papá atónito.

—No soy tan loca como para cometer dicha locura.




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