Alessandro.
Por razones que no mencionaré, lastimosamente tuve que dejar a Jenna. Pero eso no significa que deje la base sin siquiera batear.
Para mi buena suerte, solo me costaron varías horas para resolver la situación que aclamaba mi presencia en la cuidad.
Las otras horas que me restaban fui al orfanato a visitar a los niños y deje mi aporte para que ellos sigan viviendo bien hasta que encuentren a alguien que desee adoptarlo.
Se que fueron michas las veces que dije que no quería tener hijos. Pero ahora que veo a esos niños necesitados de padres mi corazón se estruja.
¿Y sí me vuelvo loco y los adoptó a todos?
Bueno, para ello tengo que tener una esposa. Una mujer que no desee matarme y enterrar mi cuerpo en el patio del rancho a quince metros.
Ingresé por la entrada trascera del rancho porque no quería que Jenna me viera, todavía no es el momento para confesarle que yo soy el dueño de este lugar y que lo compre con la primera ganancia de mi empresa de bienes raíces.
Sí. Soy un empresario de bienes raíces, solo que no voy por el mundo divulgandolos.
Para mi era más cómodo que creyeran que vivía de fiesta en fiesta con mujeres a que me vieran como un aburrido empresario, que vive metido en una oficina, amargado y con inmensas preocupaciones.
Cuando descendi del vehículo, Mael se acercó a mí bastante preocupado.
—¿Qué sucede?
—Es estrella.
—¿Qué le pasa?
—Tiene dificultad para parir al potrillo.
No.
Ni estrella ni el potro pueden irse.
—¿Llamaste la veterinario?
—Jenna está atendiendo el parto.
Eso logró calmarme porque se que Jenna es capaz de lograrlo.
—Ire a verla.
—¿Eso no es exponerte mucho?
—¡Qué más da! Ella he de enterarse algún día de estos. -Mael negó. —¿Supervisaste a Betxi?
—Sí, y he de decir que los mecánicos dejaron a Betxi como nueva.
Escuchar eso me llenó de alegría porque betxi significa mucho para mí, porque no solo fue la compañera de aventuras ideal para Jenna y para mí, sino que también gracias a ella le tome amor al campo. Ahora betxi sera la reina de mis tractores, la más deseada entre todos mis tractores, la más fina y delicada.
—Alessandro, si esto no resulta tengo un plan.
—¿De qué va?
—¿Recuerdas la casa del lago que mi padre llevaba a mi madre cada vez que ella estaba enojada con él?
—¿Es esa que está en medio del bosque?
—Sí, la misma de la que nadie pede salir si el propietario conoce los trucos.
Si esto no funciona tendré que recurrir a medidas más extremas, como llevar a Jenna allí.
—¿Tienes a mano los papeles que te pedí?
—Si ella se entera de esto, nos mata a los dos.
—Correré el riesgo.
—Jenna va a quedar viuda, rica y con el logro de atraparte Alessandro.
—Callate.
Tras acotar esa palabra empecé a caminar y en mitad del trayecto me encontré con el capataz. Quién era un señor de tercera edad, que se negaba a irse a su casa a descansar.
—Señor, es un gusto verlo.
—El gusto es mío. -me acerqué a él y sin dudarlo lo abracé.
—Cariñoso como siempre, patrón.
—Que no lo sepa nadie a parte de Ana, porque no me tomaran en serio.
—Como órdenes.
—Como va la vida.
—Dolorosa, pero cierto patrón me la hace más fácil.
—¿Ah, sí? ¿Dónde me postulo para tener un patrón como el tuyo?
—Deme su hoja de vida y listo. -agrego con jocosidad. —Aunque pensándolo bien ami patrón no el agradará saber que usted ronda a la chica complicada que él quiere.
—Lo retare a un duelo, y el ganador se queda con la chica.
Antoni soltó una gran carcajada.
—Tienes las de perder Alessandro porque mi patrón es el puto amo del tiro al blanco.
—Que no se mofe ese presumido porque yo también se manejar las armas, mucho mejor que él diría yo.
—Ese duelo estas más caliente que las parrilla del asador de la casa de mi vizabuelo.
—¿Tu vizabuelo está vivo?
—Sí, y no sabes toda la energía que tiene.
Sonreí.
La vejez está en el exterior y la juventud siempre vive en el alma.
—Vamos para que conozcas formalmente a mi futura esposa.
—No me digas… por fin te pusiste los pantalones y fuiste a por ella. Ya sabía yo que esa complicidad entre ustedes era algo especial.
—Fui un tonto, y ahora ella me lo está poniendo difícil. Pero sé que saldré vencedor. Estoy seguro.