La profecía del amor.

Capítulo 16.

Jenna.

—Escuche que el patrón y ella están casados.

Tras escuchar esas palabras iba a abrir los ojos, pero si lo hacía las chicas dejarían de hablar.

—Sí, pero lo más grave de todo es que ella no sabe que se casaron. El patrón le jugo sucio al hacerla firmar sin saber si quiera lo que decía.

—¿Sabes el hombre del patrón?

—Sí, se llama Alessandro Salvatierra.

¿Qué…?

¿Él es el dueño del paraíso?

¿Qué es eso de Alessandro está casado?

¿Qué es lo que pasa realmente?

Abrí mis ojos y ambas chicas se sonrojaron al verme.

—Patrona.

—¿Me pueden explicar que es la locura que han dicho?

Ambas chicas apartaron sus ojos de los míos.

—Hablen. -inquirí.

—Patrona, nosotras…

—AL PUNTO.

Ellas se sobresaltaron, pero soltaron la sopa.

—Estábamos comentando que la identidad del patrón por fin es revelada… Alessandro Salvatierra, es su nombre y es su esposo.

Alessandro…

¿Cuándo Alessandro dejará de decepcionarme?¿Cuándo será el día que no anteponga sus deseos sobre los míos? ¿Qué día despertaré din tener buenas nuevas de su parte?

Ahora no solo descubrí que es el dueño del paraíso, sino que también según ellas es mi esposo.

¿Cuántas decepciones más tendré que vivir?

Mis ojos se cristalizaron.

—Señora.

—Quiero estar sola.-pedí.

—El patrón dijo que nos quedáramos con usted.

—Quiero estar sola. -volví a pedir y ante eso las chicas asintieron.

—Si necesita algo, no dude en pedirlo.

Lo que deseo pedirles ninguna de las dos puede dármelo.

Esperé que ellas se marcharán para colocarme sobre mis pies. Me llevé una de mis manos a la cabeza y empecé a caminar de un lado hacia otro.

Tengo ganas de acabar con él con mis propias manos, de arrancarle la piel y arrancarle la lengua. Pero la decepción puede más que el deseo de ir por Alessandro y desvivirlo con mis propias manos.

Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos.

Y la convicción de alejarme de él fue más fuerte que cualquier tristeza.

Me sequé las lágrimas y tras darle una última mirada a la habitación, me dirigí hacia el balcón de la habitación.

Se que lanzarme por el balcón era una pésima idea, pero para medidas desesperadas dediciones desesperadas.

Ahora no estoy por discutir, estoy por arrancarle las manos, la lengua y todo lo que pueda extraer del cuerpo de Alessandro.

—Me las vas a pagar Alessandro, te juro que me las vas a pagar.

Cuando vi que no había moros en la costa salte del balcón.

Una vez en el suelo me limpié las manos y empecé a caminar. Pero a tan solo unos pasos después fui obligada a detenerme.

—Hades.

El caballo se encontraba al frente de mí, con la cabeza agachada.

—Hades.

El caballo relincho, y tras eso empezó a caminar hacia mí.

—No quiero problemas, hades.

Cuando el cabello estuvo al frente de mí, coloco su cabeza en mi hombro y posteriormente empezó a restregarse contra mi hombro.

—Te perdono si me ayudas a escapar de aquí.

Ante esa petición el caballo relincho.

—Trato hecho.

Hades aparto su cabeza de mi hombro y tras hacer contrato visual conmigo se agachó para que me subiera encima de él.

Claro, porque como imaginan que yo con un metro cincuenta me subiría a ese monumento de caballo.

Una vez encima de él, acaricié su pelaje.

—Si Alessandro no fuera tu dueño, te quedarías conmigo, hermoso.

Ante esas palabras hades relincho.

—Se que la quieres y que deseas estar con ellos, pero necesito que me ayudes a salir de aquí, hades.

Tras esas palabras el caballo empezó a trotar, y me deje llevar por el aire que golpeaba mi rostro.

Alessandro se va a joder porque no aceptaré la locura que él cometió.

—¡Señorita…! -abrí mis ojos tras escuchar que me llamaban. —¡Hades, detente…!

¿Detenerme? Solo cuando tenga a Alessandro al frente de mí, meándose en los pantalones.

Hice caso omiso a la reprensión del hombre y golpeé levemente el costado de hades para que cabalgara más rápido.

En pocos minutos hades y yo nos encontramos a pocos metros del rancho de Alessandro.

Y para mi sorpresa a mitad del camino se encontraba Jason.




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