Mi dulce niña.
Mi dulce tormento.
Observe a Eara desde donde me encontraba y no dude en aceptar una y otra vez que ella es preciosa. La chica más hermosa que mis ojos han visto.
Con cierto temor empecé a acerco a Eara y su padre, cuando estaba cerca de ella intente colocarme al lado de Eara, pero antes de poder acercarme a ella, su padre se interpuso en mi camino.
—No te dejare marchar, hija.
—Papá, quieras o no ire a Los Angeles. Porque esta es mi oportunidad de mostrarle al mundo lo que soy capaz de hacer.
Martín negó y posteriormente abrazo a Eara.
—No te dejare ir sola hija.
—Papá...
Sin pensarlo di un paso hacia ellos.
—Yo puedo acompañarla señor.
El tío Martín coloco sus ojos en mí y asintió.
—Si vas con ángel te dejaré ir, de lo contrario te quedas Eara.
Mi hermoso tormento me brindo la más hermosa sonrisa. Y como era habitual mi corazón empezó a a latir con fuerza.
—Esta es la última oportunidad que tengo de enamorarte, mi dulce tormento.
Una última oportunidad, un engaño y un corazón en busca de ser correspondido.
¿Qué les deparará el futuro a Eara, el dulce tormento y a Ángel Salvatierra Kemers, el conde?