Capítulo 1.

Ángel.

Actualidad.

—¡Acción…!

Hoy como todos los fines de semana estamos recreando escenas de películas y en esta ocasión toco Los improvistos del amor, o Love Rosie.

Eara representa a Rosie, y yo como era de esperar represento a Alex.

Estamos recreando la escena donde Alex y Rosie se reencuentran en el hotel que Rosie inauguró.

La vi de frente a las escaleras, observando a su hermana marcharse con el primer huésped.

Eara será una gran actriz, la mejor que mis ojos hayan podido ver.

Empecé a acercarme a ella y tras varios pasos, Eara giro sobre sus pies.

—Ho…Hola. -espeté mientras la observaba fijamente.

—Hola. -espetó ella totalmente afectada.

—Creo que necesito una habitación.

—¿Tienes maletas?

Negué. —No. Las dejé en casa.

—¿Y tu esposa?

—No estará conmigo. Ambos sabemos que no estaba bien.

Tras decir esas palabras Eara suspiro conmocionada.

—¿Vista al jardín o vista al mar? Yo… recomiendo el mar.

—Pues al mar, entonces.

—Una habitación con vista al mar. -después de decir esas palabras Eara giro sobre sus pies esperando hacer contacto con su hermana, quién interpretaba el papel de Ruby.

—Ruby, ¿Te importaría llevar a nuestro huésped a su habitación? Por favor.

—Lo siento, jefa. Pero estoy muy ocupada con los archivos.

Eara volvió a colocar sus ojos en los míos.

—Por favor, sígueme.

Tras decir esas palabras giró sobre sus pies y empezó a caminar hacia la escalera, una vez en el pie de esta nos dimos una mirada cómplice para después empezar a subir las escaleras.

—Por cierto, tuve un sueño extraño…

Antes de que pudiera terminar Eara me interrumpió.

—Oh, déjame adivinar… eras un broche del cinturón, no ya sé… eras la válvula de esos molestos ventiladores que te echan aire frio y no sé cómo apagarlos… Adelante.

Gracias a la magia de las películas, cuando Eara termino de decir esas palabras, ya estábamos en la habitación. Eara ingreso a la habitación, la cual es mi habitación.

Mi dulce tormento se colocó al frente de la ventana.

—No. -los ojos de Eara se perdieron en los míos. —No es así.

Empecé a hacerme a ella.

—Eras tú parada donde estas ahora, perfecta. -me coloque al frente de ella y mis ojos no dudaron en perderse en los de ella. —Y yo, te tomaba entre mis brazos de una forma varonil. Y te decía: Rosie Dunne, ¿Te puedo invitar al baile?

Eara abrazo mi cuello y sonrió.

—Mas vale tarde que nunca.

Después de escuchar esas palabras, unimos nuestra frente e iniciamos el tan esperado beso.

Eara no se imagina lo mucho que disfruto besar sus labios, tenerla entre mis brazos y aspirar el delicioso perfume que emana su piel.

Eara es y siempre será mi dulce tormento.

—¡Corten…!

Genial, en la mejor parte les da por cortar.

—Tío Martín a la una…

—Oh, Dios.

No puedo dejar que tío Martín me vea en las condiciones en la que me encuentro, porque por más que he intentado frenar todo tipo de pensamientos cuando estoy besando Eara, no puedo evitar imaginarme con ella en situaciones más comprometedoras.

—Martin a las dos…

Me aparte de Eara como si quemara.

—Te veo en cinco en la piscina. -deje un beso en su mejilla después de decir esas palabras.

—Te veré allí.

Después de decir esas palabras abrí la ventana y salí por ella.

Para medidas desesperadas, se necesitan acciones desesperadas.

—Hey, tú… le diré a tío Martín lo que estabas haciendo con su niña.

La voz de mi hermano me desconcentro a tal punto que pise en falso y casi caigo de un segundo piso.

En este momento detesto a Alessandro.

Cuando logré poner mi vida a salvo, como dice mi madre, me dirigí hacia la piscina.

Me retiré los zapatos y zambullí mis pies en el agua.

Hoy es la noche perfecta para confesarle mis sentimientos a Eara.

Debo tener para decirle que me gusta desde que tengo memoria, que es el tormento que más amo en este mundo, mi dulce tormento.

—Ángel.

Alce mi cabeza y mis ojos se encontraron con los de ella.

—Eara.

Mi dulce niña tomó asiento a mi lado.

—Papá no nos quiere ver juntos.

—Eso ya lo sé, Eara.