Ángel.
En estas últimas semanas he hecho lo impensable para confesarle mis sentimientos a Eara, pero cada vez que lo voy a hacer algo pasa.
—Ángel.
Deje de observar mi copa de vino para colocar mis ojos en Eara.
—¿Sí?
—¿Me puedes ayudar en algo? -inquirí mientras se tocaba el cabello.
Enarque una ceja antes de responder, porque cuándo ella hace eso es porque está incómoda.
—¿Para qué soy bueno?
—Mis amigas me invitaron a una fiesta, y pues…
—¿Qué sucede, Eara?
—Les dije que tenía novio, y pues… y mi archi enemigo dijo que lo estaba inventando.
—¿Quieres que me haga pasar por tu novio al frente de tus amigas y enemiga?
Las mejillas de Eara se calentaron y ella no dudo en agachar su cabeza.
—Si no puedes está bien.
—Eara, ¿Qué parte de que te seguiré en todas las locuras que decidas hacer no entendiste?
—Ayudarme con lo de los besos ya es mucho, Ángel. Como para que quiera agregar que seas mi falso novio.
—¿Cuándo es la fiesta?
—En unas horas.
Genial, ahora tenemos que escabullirnos de casa como si fuésemos ladrones, porque el tío Martín está en su guardia diaria de vigilar a Eara.
—Veo que te comiste el mandado, dulce tormento.
—No me digas así, Ángel.
Eara se cruzó de brazos.
—Como guste, majestad.
—Si me vas a acompañar tenemos que hacer un plan de escape.
—Ya pensé en todo, Eara.
—¿Tan rápido?
—Siempre tengo un has bajo la manga.
—¿Cuál es si se puede saber?
—Siempre debes tener un par de vecinos que se vendan por un par de cervezas.
—Ángel… ¿Qué hiciste?
—Un espectáculo que tu padre no podrá perderse.
Mi dulce tormento frunció el entrecejo, pero antes de que pudiera decir alguna palabra, escuchamos la voz de mi padre.
—¡MARTÍN…! El vecino tiene problema. Vamos a ayudarle.
El padre de Eara se levantó de la silla como si tuviera un resorte y corrió hacia mi padre.
—Ves, todo solucionado…
—¿Qué hiciste?
—La vecina me pidió un par de zapatos nuevos y yo accedí a comprárselo.
—¿Cómo es que tenías todo planeado?
—Planeaba que saliéramos está noche.
Deje mi copa de vino en la mesa y me coloque sobre mis pies.
—Señorita Eara, ¿Se escaparía conmigo esta noche? -le extendí una de mis manos.
Eara acepto mi mano. —Me escapare contigo está y todas las noches que quiera, Ángel.
—Siendo así déjame escoltarla, señorita bonita.
—Me estás haciendo sonrojar, Ángel Salvatierra.
—Eso es lo que busco.
—DALE CON EL ZAPATO, ¡RÓMPELE SU MANDARINA EN GAJOS…!
—¡ESO NO ES SUFICIENTE, SACALE LOS DIENTES…!
—Tu guardia de seguridad, cayó en la trampa.
—Apresurémonos porque la diversión no será para siempre.
Tras esas palabras se escucharon más gritos de parte de tío Martín.
—¡ACABA CON ÉL POR INFIEL, RÓMPELE LAS PIERNAS…!
—Vamos. -después de decir esas palabras empecé a caminar. —¿En cuál quieres ir?
—Convertible, por favor.
—Sus deseos son órdenes, majestad.
Eara sonrió mostrando sus dientes.
Sin duda alguna Eara es la mujer de mis sueños, la única que deseo tener.
(***)
Eara y yo entrelazamos nuestras manos y nos abrimos paso entre todas las personas.
—Ya sabes, Ángel.
—Seré el mejor novio que hayas podido tener, Eara.
Mi dulce tormento asintió.
Continuamos caminando hasta estar en el centro de la multitud.
—Eara, querida.
—Hay viene, unas de mis rivales.
—Te prometo que arrastraremos a esa chica por el suelo.
Eara me guiño un ojo.
—Pensé que no vendrías.
—¿Y perderme tu cara de disgusto al ver que traje a mi novio? No querida eso nunca.
La chica al frente de nosotros, me miró de arriba hacia abajo para luego morderse el labio inferior.
Estoy seguro de que ella intentará algo para acercarse a mí, con tal de joder a Eara.
—No lo mires tanto porque me lo vas a gastar.