Ángel.
Después de terminar mi reunión con Alen, me dirigí a casa.
Ingresé la llave en llave en la perilla, giré el pomo y abrí la puerta.
Lo primero que mis ojos vieron fue a Batman recostado en el sillón.
—Batman.
Como era de esperar mi querido amigo giro su cabeza.
—Se que estas enojado por tratar de echarte la culpa, pero debes entender que, si no eras tú, era yo.
Batman giro su cabeza hacia mí, pero antes de establecer contacto conmigo ladro.
—Entiéndeme, Batman.
Como perro rencoroso volvió a girar su cabeza.
—No ha pasado ni dos semanas que llegaste, y he conocido tres facetas tuyas: Perro manipulador, perro actor y perro rencoroso.
Barman se bajó del sofá aún sin mirarme y empezó a caminar hacia la habitación.
Estoy jodido, porque no solo tengo a un rencoroso bajo el techo, si no que ahora tengo a dos. Porque Batman no me dará tregua con facilidad.
Seguí a mi rencoroso perro hacia la habitación. Cuando este se encontraba al frente de la puerta de la habitación de Eara, giro su cabeza hacia mí.
—Batman, deja de ser rencoroso.
Batman ladró e ingreso a la habitación de Eara.
No hay peor problema que enojar a tu perro y que este sea rencoroso.
—Se lo que hiciste con la perra del vecino. -espeté esperando que Batman dejara de ignorarme. Pero no lo logré en absoluto. —Te acusare con Eara.
Seguí camino por el pasillo y cuando me dispuse a entrar en mi habitación, una conversación logró que me detuviera en seco.
—Estás entre dos amores Eara, Ángel Salvatore y Ángel Salvatierra. ¿A cuál eliges?
¿Qué...?
De haber sabido que el chisme estaba candela por este lado de la casa, hubiese llegado antes.
—¿A quién eliges? -Xiomara pregunto.
En ese momento mi corazón empezó a latir con bastante fuerza.
Que me elija a mí. Que me elija a mí.
—Elijo a...
Jesús, María y José.
Que me elija a mí.
—Eara, no alargues las cosas.
—¿Qué buscas de todo esto, Xiomara?
—Nada.
—Si piensas que no he notado la forma en que miras a Ángel estás muy equivocada, Xiomara. Entiende de una buena vez que Ángel Salvatierra es mío.
—¿Tu hombre?
Oh...
Si ella confirma esa pregunta me puedo declarar el hombre más afortunado de todo el mundo.
—Sí.
Abrí mis ojos como platos y reprimí el deseo de soltar un fuerte grito.
—¿Aceptas que quieres a Ángel?
—Por si no lo sabes es obvio que quiera a Ángel, porque él es mi mejor amigo.
—¿No qué era tu hombre?
—Sí, o es que piensas que es una mujer. Claro que tengo que querer a Ángel como mi hombre.
Tras escuchar esas palabras se me borró la sonrisa.
¡Cuando seré feliz, Dios mío...!
—Eara, no trates de tergiversar las cosas. Porque yo sé muy bien lo que pasa a tu alrededor.
—Este es el momento donde me quito la piel y te la dejo, porque según tú me conoces mejor que yo misma.
—Terminaras perdiéndolo, Eara.
—Ángel es mi mejor amigo, Xiomara.
—Espero que no sea tarde cuándo te des cuenta de lo que siempre has tenido y no valoraste, Eara.
—Nos vemos mañana, querida. Cuando salgas encárgate de cerrar la puerta porque yo me iré a la cama.
—Estoy hablando enserio, Eara.
—Yo también, Xiomara.
La habitación se resumió a silencio por un par de segundos.
En el momento en que Xiomara salió de la habitación, sus ojos se encontraron con los míos.
—Ángel. -espetó en voz baja.
—No la presiones, Xiomara.
—Se que ella siente algo por ti.
—Si lo hace o no, ella lo confesará.
—Eara no te merece, Ángel.
—Gracias por intentar ayudarme, pero no quiero que sigas interviniendo.
—Te mereces ser feliz.
Para este punto creía que nunca Eara me vería como algo más que su mejor amigo.
—Le diré la verdad.
—¿Qué pasa con los días de función? No pensaras dejarnos con el moño echo, Ángel Salvatierra.
—Te prometo que los terminaremos. Di mi palabra y la cumpliré, porque la palabra de un hombre tiene peso. No la deshonrare.
—Te deseo suerte, Ángel.