Eara.
Tres años después.
—¿Señorita, es verdad que se va a casar con Christian Casas?
—¿Señorita, es verdad su creciente fama se la debe a Christian Casas?
Gracias a los guardias de seguridad que me acompañan pasé del gran tumulto de reporteros que me esperaban a las afueras de mi hogar.
—Muchas gracias, chicos.
—Estamos para servirles, señorita.
Le brinde una gran sonrisa antes de dirigirme hacia la sala de mi hogar.
Me senté en mi cómodo sofá y por enésima vez en este día me permití pensar en él.
—Mi Ángel. -espeté con nostalgia. —Te extraño.
—No parece que lo extrañes demasiado, Eara.
Esa voz.
—Xiomara.
—La misma que viste y calza, Eara. Es una verdadera lástima que yo, tu asesora de vestuario tuviera que ingresar a tu casa como una empleada para poder verte.
—Debiste llamarme.
—Es mejor que no recuerde todas las veces que llame y no pude contactarte.
Fruncí el ceño.
—Que rato, porque no he cambiado mi número de teléfono.
—No es raro si tienes a una asistente personal.
—Ella no rechazaría mis llamadas, Xiomara.
—Por lo que veo todavía queda algo de la niña que conocí hace tres años atrás.
—Soy la misma, Xiomara. No he cambiado en lo absoluto.
Xiomara tomó asiento al frente de mí, y cruzó sus piernas.
—Ya no eres la chica que conocí, Eara. Eso lo sabes más que yo.
—Que haya protagonizado películas exitosas no me hace mejor que nadie, Xiomara. Soy la Eara que conociste hace tres años atrás, la que disfrutaba estar en el escenario e interpretar a Julieta Capuleto.
—Lo disfrutabas porque sabía que él estaba viéndote, Eara.
La sola mención de Ángel logra que mi corazón empiece a latir como loco.
—Lo sabías.
—Sí, se te veía en los ojos. Eara. Nunca viste a Ángel como tu hermano, lo intentaste, pero fallaste porque lo quieres, no como hermano, si no como hombre.
Aparte mis ojos de ella.
—Tenía miedo de no ser correspondida. Miedo de perderlo para siempre.
—Si no supiera todo lo que Ángel te quiere, te juro por lo más sagrado que tengo que te quitaba lo tarada a cachetadas.
—Lo siento.
—No es a mí a quién pedirle disculpa, Eara.
Lo sé, pero en caso de que no me puedo comunicar con él, lo hago con ella.
—¿Cómo está él?
—La pregunta ofende, no que eras su mejor amiga.
—No me da la cara para preguntarle a su padres o hermanos, sobre él.
—¿Por qué?
—Mi padre y Alexandra se declararon la guerra. Ella no lo quiere ver ni en pintura.
Solté un suspiro cansado.
—Esa mujer es de armas tomar, tu padre que se mantenga bien alejado de ella porque cuando menos lo esperas tienes un cuchillo directo en la yugular.
—¿Sabes algo de él?
—¿De Ángel? Lo poco que se es que se marchó a tomar posesión de unas tierras, y después de eso no ha vuelto a parecer por aquí.
Se fue...
Claro que tenía que irse, porque tu hiciste lo mismo. -me reclame a misma.
—Eara, todavía estás a tiempo de corresponderle.
—Un mes después de que me marche, intente establecer contacto con él, lo llamen en incansables ocasiones, le deje cientos de mensajes por todas sus redes sociales y ninguno de ellos fue respondido. Así que con el paso del tiempo deje de insistir en llamarlo y enviarle mensajes.
—¿Qué se siente llegar al nivel en el que siempre deseaste estar?
—Nada. Porque no tengo con quien compartir mis logros, pensé que ser una reconocida actriz sería suficiente, pero ahora que estoy aquí me siento vacía, como si me faltara algo.
—Antes sentirás que no te faltaba nada porque lo tenías a tu lado, pero ahora que Ángel no está contigo du ausencia te pega en lo más alto, que es la soledad.
Cada palabra, cada sílaba, me duele. Porque Xiomara tiene toda la razón.
Antes estaba empeñada en llegar al escalón donde me encuentro en este momento, todo iba perfecto, todo se movía a mi ritmo, me sentía plena, como si no me faltara nada en la vida. Pero ahora no siento eso, siento que me falta algo para ser feliz.
Y ese algo es Ángel.
Mi Ángel.
—¿Lo quieres?
Coloque mis ojos en ella.
—Con todo el corazón. Estar estos tres años lejos de él, han sido un verdadero infierno. Porque Ángel sin querer se tatuó en mi piel, sus besos son un tatuaje que no se borra, recordar cada palabra que me decía, su toque, su risa, todo eso me hace desear regresar tres años atrás en el tiempo y lánzame a sus brazos esa última vez que nos vimos, decirle que desde siempre lo he querido y que es el gran amor de mi vida.