La profecía del amor.

Capítulo 13.

Ángel.

Tres años de no verla. Son una verdadera tortura.

—No. No negociaré mi collar, el diamante rosa es mío. Ese comprador que se meta sus millones por donde no le da el sol…

Esa es mi hermanita Clere.

Al principio pensé que ella era toda una damita, bien portada, bien hablada y cero rencorosa, pero tras convivir con ella una semana descarté la idea.

—No me importa si es un príncipe griego, saudí, un eterno monarca o el hijo de papi y mami. Mi collar no está a la venta, que se lo meta en la cabeza, he dicho caso cerrado.

Clere colgó la llamada y empezó a caminar de un lado hacia el otro.

—Ese baboso. No me deja en paz. Desearía que…

—Clere. -espeté.

—No estoy de humor, Ángel.

Cuando ella no está de humor, eso significa problemas.

—Me iré a la corte.

En cuanto Clere escucho esas palabras, detuvo su andar.

—¿Te volviste loco?

—Estas tierras necesitan otra dama aparte de ti, Clere.

—¿Cumplirás los caprichos de esa mujer?

Ante esa pregunta me mantuve en silencio.

—Si te vas, por lo menos intenta que la mujer que logré captar tu atención no sea una interesada que busqué llenar sus manos a costillas de ti, porque si resulta ser una de esas mujeres te anticipo que no va a durar mucho aquí.

Clere es mucho peor que Alessia. Tanto que le tengo miedo.

—Ya se… le arrancaras la cabeza y arrojaras su cuerpo a la primera fosa común que encuentres.

—Se puede decir que después de tres años, que me conoces, querido.

La sanguinaria condesa, sonrió mostrando sus dientes.

—Cuando estes en la corte, hazle saber a la bruja que no me someteré a sus caprichos y que nunca en su asquerosa vida me casare con ese príncipe de mierda.

—Clere.

—Clere nada, Ángel.

Con ella es imposible hablar.
De eso es que me sustento para decir que ella es muy más peligrosa que mi Alessia.

—Le llevaré la carta con todos los impropios que le deseas decir a la reina.

—Esa mujer no reina ni en su casa, lo que debería hacer es irse a un viaje sin retorno al más allá, porque nadie la aguanta.

Clere se dirigió a la mesa, para ocupar su puesto, pero antes de que pudiera hacerlo su teléfono sonó.

—Clere, cuidado con lo que harás.

—¿Por qué piensas que haré algo?

—¿Olvidas que tengo tres años conociéndote?

Clere hizo una mueca.

—Por el momento no haré, nada. Pero te aseguro que el idiota dejará de molestarme.

—Antes de marcharme, iré a visitar a mi familia. ¿Quieres ir conmigo?

Esas palabras lograron que los ojos de Clere brillaran.

—¿De verdad?

—Claro, Clere. Ya es hora de que te presente formalmente a mi familia.

—Iré a preparar todos los regalos que compre para ellos.

—Mucho cuidado con llévale artefactos extraños a Alessia, Clere.

—¿Quién te dijo que le llevaré, elementos de tortura?

—Las malas lenguas, me lo dijeron Clere. Así que mucho cuidado con lo que llevarás.

—Dile a esa mala lengua que morirá sin lengua por meterse en lo que no le importa.

Con ella es imposible hablar.

—Ah, se me olvidaba decirte que…

—No me digas que enviarán la factura del hospital otra vez.

—¿Por quién me tomas, Ángel?

—En lo que va de mes, han llegado tres facturas de diferentes hospitales, Clere.

—Ellos se lo buscan, Ángel. Porque si digo que no se toca, no se toca.

—Ese pasatiempo tuyo, me va a volver loco.

—Eso es lo que busco, conde Algart.

Clere me guiño un ojo, y poco después empezó alejarse del comedor.

—No sé qué haré con ella.

—¡AMARME, CUIDARME Y DEJARME GOLPEAR A LOS ESTÚPIDOS QUE CREAN TENER PODER SOBRE MI…!

Masajee mi sien.

Desde hace tres años, los problemas nunca se acaban, porque Clere se encarga de agregar uno más a la lista, todos los días.

Solté un suspiro cansado. Y como si estuviera prohibido que me sintiera liberado, Angus ingreso al comedor con cara de pocos amigos.

—Ángel, tenemos problemas.

—¿Ahora que paso?

—El duque de Susex, desea hablar una alianza entre el condado Algart y el ducado Susex.

—¿Qué tipo de alianza crees que él va a proponerme?

—La alianza que enlaza tanto el ducado como el condado, es el matrimonio, Ángel. El duque de Susex te ofrecerá al mano de su hija en matrimonio.




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