Corrí a abrir la puerta de calle al escuchar el timbre, ganándole de mano a Nora. Juliana estaba allí parada con una sonrisa.
—Tengo las imágenes del mapa mundi— anunció, señalando su portafolio.
La invité a pasar con una mano, y fuimos a la biblioteca.
Aun cuando el día anterior le había hablado de Hermes, ella había decidido quedarse y trabajar sobre el mapa. Solo le había contado parte de la verdad. Le dije que Hermes era un asesino obsesivo que había matado al viejo Strabons. No le revelé que yo no era en realidad su nieto. Para que entendiera la gravedad del asunto, le describí los detalles sangrientos del asesinato de Strabons, pero en vez de asustarse, pareció intrigarse aún más por las razones que llevarían a un asesino a estar tan interesado en una investigación histórica. Le mentí descaradamente al decirle que no tenía idea de por qué Hermes estaba interesado en mí o en la investigación. Le dije que si descubríamos lo que mi abuelo se traía entre manos, descubriríamos la razón de su prematura muerte. Eso fue más que suficiente para subyugar su imaginación. Sacó una foto al rostro de Hermes con su teléfono móvil, y prometió recordarla bien para alejarse de él si lo veía.
Me sentí culpable por ponerla en peligro así, pero no podía desperdiciar su conocimiento y su ayuda. Me quedaban menos de tres años para encontrar el portal y el diseño de la cúpula. Tenía confianza en que con Juliana, finalmente lo lograría.
Mientras ella encendía la computadora, yo abrí el cajón con el mapa mundi.
—Las leyendas en el original están en latín y algunas en francés normando— me dijo, mientras cargaba las imágenes.
—¿Sabes latín?
—Un poco. Si el idioma extraño de su mapa muestra una traducción de las leyendas en el original, puede que podamos descifrarlo.
La pantalla mostró una versión del mapa mundi de Hereford original. A simple vista, la similitud era increíble. Ella movió los dedos sobre un área punteada bajo el teclado y agrandó una parte del mapa.
—Aquí, está. Se lo dije, el jinete está del otro lado.
—Y la vestimenta es diferente— agregué.
El original tenía una túnica simple, pero el de Strabons tenía el cinto de Lug.
—El cabello también es diferente— comentó ella—. Mire, el original tiene el cabello corto pero el suyo tiene el cabello largo y porta una espada.
Me pasé la mano por mi cabello largo hasta los hombros instintivamente.
—Definitivamente son personas diferentes— dijo ella.
—Definitivamente— confirmé.
Estaba claro que aquel jinete era yo, mi yo actual, saliendo del mundo. Pero, ¿por dónde había salido?
—Si el jinete está fuera del mundo, si lo está abandonando, ¿por dónde salió?— le pregunté.
—No lo sé, pero es obvio que salió por un lugar en el original, y por otro en el suyo— dijo ella.
—¿Qué significa esta leyenda en el original? La que está detrás del jinete— pregunté.
Ella estudió las palabras por un momento.
—Creo que significa “pasa” o “avanza”. Es como si lo estuvieran urgiendo a que abandone el mundo.
—¿Pero abandonarlo por dónde?— pregunté, frustrado.
Ella movió la imagen, recorriendo el borde del círculo que encerraba el mapa del mundo. Había unos rectángulos, como cintas unidos a unos círculos pequeños con letras en el interior.
—¿Qué son esos?
—No lo sé.
—¿Crees que sean salidas?
—Pero salidas hacia dónde, ¿qué hay afuera del mundo?— se preguntó ella.
Yo no contesté, pero en el fondo de mi corazón, deseaba con todo mi ser que afuera de aquel mundo se encontrara el Círculo.
—Lo que sea que sean, están ubicados de forma diferente en los dos mapas.
Juliana siguió moviendo la imagen hasta que llegó a la parte superior. Se detuvo en una imagen de la parte superior que también estaba fuera del círculo del mundo.
—Parece como si las diferencias estuvieran más en las partes externas del mundo que en su interior. Mire aquí, el pantocrátor es diferente.