La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Fugitivo - CAPÍTULO 47

Calpar no dijo nada. Dana continuó con su relato.

            —Soy un ser muy racional y sé que esto debe sonar a un desvarío de una pobre mente atormentada, así es que no te contaría esto si no tuviera pruebas.

            —¿Pruebas?— inquirió el hermano de Zenir—. ¿Acaso lo has visto?

            —Yo no— aclaró ella—, pero otros lo han visto y lo han reconocido.

            —¿Quiénes? ¿Dónde está él ahora?

            —La reunión entre Guilder y el Antiguo no fue casual. Guilder lo había mandado a llamar para decirle que Lug había vuelto.

            —¿Estás segura?— preguntó Calpar, incrédulo aun.

            —Lo escuché de sus propios labios y créeme, es verdad.

            —Pero podría haber sido un truco— aventuró Calpar—. Tal vez sabían que estabas allí y...

            —No, no, no— le negó ella, ansiosa—. Ellos no sabían de mi presencia y lo que dijeron fue la pura verdad.

            Calpar suspiró, confundido.

            —Pero si los sacerdotes ejecutaron a Lug, ¿para qué llamó Guilder a Math?

            —Porque Lug sobrevivió a su ejecución.

            —¿Cómo?— casi gritó Calpar, viendo que el relato tenía cada vez menos sentido.

            —No sé exactamente cómo, pero recibió ayuda de una muchacha y de Colib, el cantinero, el que me ayudó a rescatarlo la primera vez. En la conversación entre aquellos dos malditos asesinos, mencionaron a Marta, amiga de Ana.

            —¿Ana?

            —La muchacha que ayudó a Lug a escapar, es hija de Ema, nieta de Zenir.

            A Calpar le parecía que la fantasía de Dana era cada vez más compleja e incoherente, pero permaneció en silencio, dejando que ella siguiera desmadejando aquella increíble historia.

            —Tenían a Marta prisionera en las celdas bajo el Templo de Cryma, la habían torturado para sonsacarle dónde estaban Ana y Lug. Yo la rescaté y la traje conmigo a la cúpula climática abandonada donde estoy ahora. Calpar, cuando entré a las celdas, descubrí por qué no me había podido comunicar con Lug. Había una celda especial, una celda de madera de balmoral donde lo tenían cautivo, por eso no podía establecer contacto con él.

            Calpar estaba cada vez menos convencido de la cordura de Dana.

            —¿Y esa Marta lo vio? ¿Sabe dónde está?

            —Sí, lo vio, pero no sabe dónde está. Dice que llegó hace unos días a Cryma, vestido con su atuendo blanco en medio del Lugnasad. Naturalmente los sacerdotes lo apresaron y se lo llevaron al Templo.

            —Naturalmente— repitió Calpar que estaba al tanto de las aberrantes reglas de la Nueva Religión.

            —Le hicieron creer a los pobladores que Lug era un impostor, y así tuvieron la excusa para matarlo frente a todos, pero en el fondo ellos sabían bien quién era.

            —¿Por qué lo dices?

            —¿No lo ves? ¿Por qué otra razón lo pondrían en una celda forrada con madera de balmoral? Sabían quién era él y sabían de lo que era capaz, por eso lo pusieron en un lugar donde estaría indefenso.




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