La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Fugitivo - CAPÍTULO 52

Calpar golpeó a la puerta de Frido.

            —Adelante— dijo Frido.

            El entró con el aire del hombre que ya lo tiene todo decidido y le dijo:

            —He hablado con Neryok. Parto de inmediato con un grupo de sus tropas para Faberland. Mientras tanto, necesito que hagas algo muy importante.

            Frido lo miró, expectante. Aunque ya estaba un poco viejo para la acción, había esperado una oportunidad como aquella toda la vida: la oportunidad de ser el protagonista en vez de un mero espectador y comunicador de lo que otros hacían.

            —¿Qué es? Solo dilo y lo haré— respondió, excitado.

            —Te agradezco la buena disposición. Deberás ir al norte sin demora, a la península Everea. ¿Sabes dónde está?

            —¿Bromeas? Mis archivos tienen los mejores mapas y los más actualizados de todo el Círculo— se pavoneó Frido.

            —Muy bien— continuó Calpar, extendiéndole un sobre cerrado y lacrado—. Entrega esto a Nuada. Tiene un campamento en el extremo noroeste de la península.

            —¿De qué se trata? ¿Otro Concilio?

            —No hay tanto tiempo como para eso. Solo entrégale la carta y ponte a sus órdenes.

            —Bien.

            —Si te atrapan, destrúyela— agregó, sacudiendo el sobre frente a sus ojos—. Y si no alcanzas a destruirla, trata de recobrarla.

            —¿Tendrá algún sentido si ya la han leído y conocen tus planes?

            —Tal vez puedan leerla, pero dudo que la entiendan. Está escrita en el idioma de los Antiguos y muy pocos lo conocen.

            —Muy astuto— concedió el tabernero—. Entonces, en el caso de que me la arrebaten, intentarán llevarla a alguien que la pueda descifrar.

            —Y eso es precisamente lo que debes evitar, de lo contrario estaremos perdidos— completó Calpar.

            —Entiendo. Despreocúpate del asunto, la carta llegará hasta Nuada.

            —Así lo espero amigo Frido, así lo espero. Y ahora me retiro, debo realizar los últimos preparativos y partir lo antes posible.

            —Buena suerte.

            —A ti también— dijo el Caballero Negro con una sonrisa. Cuando ya estaba a punto de atravesar la puerta, Frido lo llamó:

            —Calpar...

            —¿Qué?

            —¿Por qué yo?

            —Frido, si no quieres ir...

            —Sí quiero, sí quiero— se apresuró a responder Frido—. Es solo que hay en Kildare cientos de guerreros y mensajeros más aptos para el trabajo que yo... ¿Por qué elegirme a mí?

            —No hay ningún mensajero ni guerrero más apto que tú, Frido— le respondió Calpar, serio.

            —Te agradezco el halago, pero no estoy tan ciego como para no darme cuenta de que eso es mentira.

            —No, no lo es. Frido— comenzó Calpar, apoyando una mano en el hombro del tabernero—, de todas las personas que conozco, tú eres el único que ha logrado sacar información de los sacerdotes y ha escapado airoso conservando su cabeza. Y cuando digo “cabeza” no solo me refiero a la parte física sino también a la parte mental. Piénsalo, el propio Eltsen, Guardián de la ciudad más grande del Círculo cayó bajo las manipulaciones de Math. El propio Lug fue atrapado y casi ejecutado por los sacerdotes, y aquí estás tú, ileso, sin que nadie siquiera sospeche de tu paradero. Eres especial, Frido, y no confío en nadie más para llevar esta carta hasta Nuada. La carta y tu presencia en el nuevo campamento de Tu Danacum son imprescindibles para convencer a Nuada de que se nos una lo más pronto posible.




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