La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

TERCERA PARTE: El Sujetador de Demonios - CAPÍTULO 89

Cormac soltó la mano de Lug, pero Lug volvió a tomarla, apretándola con fuerza, no quería que el recuerdo terminara, quería ver más, mucho más. Cormac tomó la muñeca de Lug con su otra mano y lo obligó a soltarlo. Cuando los dos volvieron a la realidad, el sol ya estaba sobre sus cabezas. Habían estado sentados en la arena por horas. Lug se secó las lágrimas de su rostro.

—Gracias— murmuró Lug con la voz ronca—. Parece que mi madre lo programó todo, con todo lujo de detalles.

—Sí— respondió Cormac.

—¿Ella te pidió que estuvieras hoy aquí? ¿Qué vinieras a ayudarme?

Cormac asintió.

—Esta es la segunda vez que vengo a Aros— explicó—. La primera vez fue cuando ibas a cruzar la cordillera e ibas a ir hasta Hariak con la Compañía para cruzar a Tír Na n Og. Tu madre solo me dijo que debía encontrarte en Aros, pero no me dijo cuándo, ella no lo sabía exactamente, así que pensé en encontrarte hace diez años, pero la Compañía llegó sin ti. Primero pensé que Marga se había equivocado, que debía encontrarte en otro lugar, pero…

—Pero Marga nunca se ha equivocado— completó Lug.

—Así es. La batalla contra Bress no era la batalla final como todos creían, era solo un paso más hacia la verdadera batalla: la batalla contra Wonur. Ésa es la batalla para la cual has sido elegido.

 —¿Por qué yo?

—Tú eres el Señor de la Luz.

—Todos se la pasan diciéndome eso, pero yo también tengo oscuridad dentro de mí, también he cometido actos terribles.

—A veces los actos de justicia son más terribles que los de maldad, pero eso no te hace un ser oscuro. Todos tenemos parte de oscuridad, pero tú eres una criatura especial, alguien que comprende el valor de hacer un pacto con la Luz en vez de con la oscuridad.

—Creo que todos tienen la oportunidad de pactar  con la Luz.

—Y sin embargo, la mayoría es más propensa a ligarse a la oscuridad.

—¿Por qué?

—Porque es más fácil. La oscuridad viene a ti, te llama, te subyuga, te arrastra, te tienta con mil promesas de satisfacción a todos los apetitos del hombre y de las bestias. El pacto con la Luz hay que buscarlo, es más exigente, hay que luchar por él, hay que dar algo a cambio.

—Pero en el pacto con la oscuridad también hay que dar algo a cambio— protestó Lug.

—Sí, pero la oscuridad se refugia en el engaño, y la verdad del precio a pagar solo es revelada cuando ya es demasiado tarde.

—Tú pactaste con la oscuridad—dijo Lug con cierto tono de reproche.

Cormac desvió la mirada, pero se mantuvo en silencio.

—Si sabías el precio…

—Yo no sabía el precio— lo cortó Cormac, enojado—, no hasta que fue demasiado tarde. Y además, mi pacto no fue por razones egoístas como el de los demás.

—¿Qué quieres decir? ¿Por qué pactaste?

—Es complicado— fue la evasiva de Cormac—. ¿Por qué viniste a Aros esta vez?— preguntó Cormac para cambiar de tema.

—Me encontré con uno de los hombres de Althem y me dijo que la reina estaba muy enferma, que necesitaba mi ayuda. Pero esa no es la única razón, Math está planeando hacerse con el control de todo el Círculo. Tiene planes para destruir a Faberland y está conectado con la Nueva Religión. Mi idea era ayudar a la reina, y a cambio pedir a Althem que me prestara su ejército para combatir a Math.

—¿Y qué pasó?— preguntó Cormac. No parecía en absoluto sorprendido de la mención de Math ni de sus planes.

—Tuve un contacto con Wonur.

Cormac palideció, ése no era el plan, la batalla final debía ocurrir en una isla del norte.

—¿Con Wonur? ¿Estás seguro? ¿Cómo? ¿Dónde?— lo atosigó Cormac a preguntas.

—Creo que la reina hizo un pacto con Wonur. Al conectarme con ella, Wonur me atrapó y casi me mata.

Cormac permaneció en silencio.

—No sabía que Wonur hacía pactos con personas sin habilidad. ¿Por qué le interesaría la reina? ¿Por qué le interesaría Aros? ¿Qué puede sacar de ellos?— reflexionó Lug.

Cormac suspiró y se pasó las manos por su enredado cabello.

—Es mi culpa— murmuró con las manos temblorosas sobre su cabeza.

—¿Tu culpa? ¿Cómo?

—Lo que Wonur obviamente obtuvo de la reina fue su fuerza vital y la de Aros. Pero Wonur no necesita pactar ni dar nada de sí para obtener esa energía. Su interés en pactar con la reina fue otro.

—¿De qué hablas?

—Wonur quería atraparte a ti.

—No tiene sentido, el pacto lo hizo hace diez años, ¿y que tiene que ver eso contigo? ¿Por qué dices que es tu culpa?

—Yo también hice un pacto con Wonur. A diferencia de Nuada o de Myrddin, yo nunca renuncié al pacto.




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