La Promesa

ESPEJITO ESPEJITO


Las lágrimas, no tardaron en salir, no era una coincidencia, después de tanto tiempo su amiga estaba ahí.

 

Tantas veces que pidió una señal, saber que estaba bien... Ahí estaba ella, ese día era su décimo aniversario, diez años ya que las amigas se habían dicho adiós en una estación de tren, cuando un hasta mañana se convirtió en un para siempre.

 

- Lindsey, estoy aquí, hablame, estoy aquí....

 

Esperó, pero no hubo más... No era una coincidencia solo debía esperar.

 

Al finalizar el día y sin tener más manifestaciones de su parte, decidió irse a su casa. Al salir, los cuervos seguían ahí pero estaba vez sólo observaban, caminaba en silencio, siendo la única persona en el camino.

 

Al pasar una esquina oyó que alguien la llamaba, al ver quien era descubrió a la anciana del pueblo, una mujer tan vieja cómo el tiempo mismo, y misteriosa como la noche oscura. Desde que había llegado a ese pueblo años atrás nunca le había hablado, aunque Lizzi nunca había dejado de saludarla al pasar...

 

- ven niña.. Ven no tengas miedo..

 

- Hola madame - su nombre se había perdido con el viento y ahora solo era madame, a ella no le molestaba o solo, quizá no le importaba.

 

- Niña, sabés porque te persiguen los cuervos..?

 

- no, qué, no, no creo que me persigan a mi es decir, no tengo comida ni nada que pueda llamar su atención.. - nerviosa, porque creía saber y no quería admitirlo, porque decirlo lo haría real.. Y ella no quería,

 

- yo sé porqué, no tengas miedo, no vienen por ti todavía, están por el alma que te acompaña, una pobre alma en pena que busca tu ayuda... No se la niegues niña, no debemos dejar que las almas sufran... Sobre todo esa pequeña que te sigue, ayúdala a regresar a la luz de dónde salió... Ayúdala a encontrar el camino...

 

- pero yo, cómo puedo saber.. Yo, usted puede hablar con ella? Por favor ayúdeme.

 

- ella sólo hablará contigo, sólo espera... Ella hablará..

.

Madame se quedó quieta viendo hacia la nada, Lizzi supo que ya no había más que hablar.

 

Al llegar a su casa, tomó la fotografía qué tenía de su amiga, y se sentó a esperar.... Más tarde se quedó dormida....

 

Se despertó en un gran salon antiguo, supuso al ver la altas paredes de piedra, con un techo abovedado detenido por unas enormes columnas, enormes vitrales a cada lado representando escenas de antiguos caballeros y príncipes peleando con espadas, recorrió el salón buscando alguna señal de vida, o una pista que le dijera porqué estába ahí.

 

De repente sintió de nuevo ese olor familiar, la fragancia favorita de Lindsey  sunflower de Elizabeth Arden, sonrió,

 

- cómo puedes llamarte mi amiga si tratas de provocarme una alergia... - rió recordando sus bromas, mientras lágrimas corrían libres por su rostro.

 

- antes muerta qué sencilla - ahí estaba su voz, tan clara como el día,

 

- Lindsey dónde estás? Dejame verte por favor.

 

- aquí, atras tuyo. - ella se giró y ahí en el centro del salón estaba un espejo enorme, era el mismo espejo que una vez Lindsey heredó de su abuela y que fue testigo de como las amigas crecían, se divertian, jugaban a ser modelos, y como veían sus cuerpos cambiar al llegar a la adolescencia.

 

Corrió hasta el enorme espejo de piso, alto, ovalado con sus incrustaciones de adornos y rosas doradas, hermoso como pieza de arte, de cuento.

 

Al llegar esperaba verse reflejada en él como en antaño, pero lo que vio alegró y entristeció a su corazón a partes iguales, ahí estaba su amiga Lindsey, igual a cómo era antes de enfermar, su suave, sedoso y ondulado cabello, su tez clara, sus ojos azules, su sonrisa traviesa, aun tan joven, tan saludable.... Quiso tocarla pero sus dedos chocaron con el frío cristal.

 

- te he extrañado tanto...

 

- lo sé, pero aun de lejos he estado contigo...

 

- yo... Yo..  Por favor dime que no es un sueño, que estás aquí realmente...

 

-  lo estoy, pero también estoy en tu sueño, es la única forma de comunicarme.  Perdona que te asustara.

 

- bueno, no habría sido propio de ti si no haces una entrada inolvidable y dramática - ambas rieron.

 

- no tengo mucho tiempo, y necesito de tu ayuda.

 

- dime, haré lo que sea por ti...

 

- lo sé, pero lo que voy a pedirte no será fácil, y sólo confío en que tú puedas lograrlo.

 

- dime, lo haré...

 

- siempre tan dispuesta a ayudarme, hoy debo pedirte que cumplas tu promesa..

 

- la promesa - dijo en un susurro

 

- aún recuerdas verdad...

 

- yo

 

- prometiste cuidar de mi familia, prometiste que sin importar nada, cuidarías de ellos...

 

- yo lo prometí y lo cumpliré, quieres que cuide de tu abuelo lo haré..

 

- no es mi abuelo, es Fernando, mi hermano, su alma peligra, debes ayudarlo a recuperar su alma.

 

- pero como logro eso... Hace ya mucho tiempo que no sé de él...

 

- confío en ti, debes salvar su alma para salvar la mia... Salva a mi hermano antes de mi próximo aniversario.... O...

 

Despertó sobresaltada, había sido un sueño, fruto de su imaginación o algo más?

 

Ya era entrada la noche, decidió preparase para dormir pero al llegar a su cama, ahí estaba un pequeño girasol, recién cortado, fuera de su entorno, fuera de su época.

 

- Bueno, supongo que no tengo opción.

 

No pudo conciliar el sueño, si iba a cumplir su promesa debía regresar a la ciudad, y eso supondría estar cerca de esa mujer; sólo de pensarlo se le erizaba la piel. Además estaba el hecho de cómo presentarse, es decir no podía sólo llegar ahí y decir "hola te acuerdas de mi, era la mejor amiga de tu hermana y he venido a salvar tu alma"... Directita al manicomio.




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