LA LOCURA DE LA VIDA.

- En serio Lindsey, en el espejo? - dijo Lizzi mientras ponía una mano en su corazón tratando de calmarlo.

Ahí en el espejo no solo estaba su reflejo, sino que podía ver como este por momentos parecía disolverse y dejar ver ese salón de piedra y ahí en una neblina blanca su amiga, tan hermosa y joven.

Sabía que había oído su voz, pero ahora solo podía ver como se desternillaba de la risa en silencio.

Luego ya no la vi más, debería saber que ni el más allá cambiaría a mi amiga, siempre fue la de las ideas locas, por su culpa pasé más tiempo en la dirección que en la escuela, eran travesuras de niños inocentes, nunca lastimamos a nadie, qué no fuera yo por supuesto.

Han pasado tres días ya, aun no he visto a Fernando ha estado de viaje, y el fin de semana me reuní con Yayo en su casa para ultimar detalles, él quería darme un super puesto de gerencia en finanzas, el cual estaba disponible y es mi especialidad de estudio, pero para lo que vine es para acercarme a Fernando y ayudarlo en quien sabe qué, porque ni yo tengo idea de como salvar un alma, asi que opté por algo en lo que pudiera estar en contacto con él y me autonombre su asistente personal ejecutiva, Yayo estaba más que encantado con la idea y me ayudo a organizar la agenda de Fernando para que tuviera que depender de mi ayuda a pesar de tener siempre su secretaria.

Lunes, inicio de semana, aunque en el pueblo usaba vestidos largos aquí opté por algo más profesional y acorde a mis verdaderos gustos, un pantalón negro ajustado, una blusa de seda rosa pálida con un lindo decorado en el cuello y un blazer blanco, complementando con unos zapatos altos de color bronce, tomé mi bolso y me alisté a partir

Como tengo bastante tiempo de no conducir y menos en la ciudad, nana me recomendó al antiguo chófer de mi padre, y sólo tuve que conseguir un auto que no llamara la atención para que me llevara y me recogiera en el trabajo, lo que también era más seguro para mi, ya que el sabia la historia de mi madrastra y no dejaría que alguien ajeno a mi círculo de confianza, es decir  Yayo, nana y él se acercara a mi.

Llegué temprano a la oficina de Yayo, él ya me esperaba, se veía tan feliz y nervioso, que me preocupe.

- Yayo estas bien?

- Estoy muy bien, este será un gran día, puedo sentirlo

.

- tú me dijiste que a raíz del accidente él no recuerda mucho de su vida antes, por lo que es probable que no me recuerde además de que no hago milagros, ahora sólo empezaré un trabajo normal, nada extraordinario, así que te aconsejo que no te emociones demasiado porque me pones nerviosa, y yo nerviosa no funciono, el cerebro simplemente se me desconecta, y si no queremos que meta la pata el primer día mejor te calmas - dije sintiendo como mis piernas empezaban a temblar y mis manos a sudar.

- ahh esos son detalles, tú no te preocupes.... Y si pasa algo pues haces lo de siempre, improvisas.

- sabes que por seguir exactamente esos consejos de tu nieta me castigaron varias veces en el colegio verdad?.

Yayo empezó a reír a carcajada limpia - aun recuerdo la semana que fingían ir al colegio cuando en realidad se la pasaron jugando en mi casa porque estaban suspendidas,

- hasta que Fernando nos delató - y recordé en ese momento al insufrible de Fernando, - que por evitar que lo castigaran a él no dudo en culparnos a nosotras.

- ustedes hacían mi vida divertida, mejor dicho la hacen divertida aún, algo me dice que esta será una buena anécdota..

El intercomunicador sonó haciéndole volver a la seriedad, aunque aun con una lágrima saliendo traviesa de su ojo.

- señor Erthal su nieto ya llegó y ahorita se encuentra en su oficina,

- excelente señorita Beck, hágame el favor de citarlo en mi oficina inmediatamente. Gracias.

Yayo se frotaba las manos y sus ojos brillantes me daban la sensación de que estaba esperando que pasara algo jugoso, y eso me daba más miedo y nervios.

No pasó mucho en cuanto oímos tocar a la puerta.

- pase por favor - dijo Yayo con su voz fuerte de mando, pero los ojos brillantes llenos de expectativas.

Yo opte por quedarme sentada recta en la silla frente al abuelo, esperaría a que él se acercara para verlo. Además sentada me sentía más segura, no fuera que mis piernas me traicionaran y me fuera de bruces, y lo digo con conocimiento de causa.

- Buenos días abuelo, Me mandaste llamar? - oi su voz, hacia ya más de 10 años que no la oía, ahora era más profunda, más varonil, más madura, pero también se sentía vacía, carente de emoción.

- Buenos días hijo, si tengo algo importante que decirte y antes de que digas algo te advierto que no cambiaré de opinión.- alerta de spoiler se va a enojar.

-entonces supongo que lo que me dirás no me..... - se quedó callado podía sentir su mirada en mi, supongo que hasta que no se acercó al escritorio no me había notado.

- si, te presento a la señorita Elizabeth Waldeck, tu nueva asistente personal ejecutiva, ella se encargará ahora de tu agenda, reuniones y te ayudará con el control de todo lo financiero.

- abuelo, ya tengo mi secretaria y... - wow me ignoró, pero aun así no dejaba de verme y yo de ver al abuelo.

- siempre tendrás a tu secretaria, pero ella es tu asistente, no es lo mismo, y ahora saludala como el caballero que se supone que eres.

Pasó un muy largo e incomodo momento, él me veía y yo veía al abuelo.  Lo oi gruñir.

-, Señorita Waldeck,

-Señor Erthal - me giré y lo vi, físicamente a pesar de los cambios por la edad en dónde sus rasgos se volvieron más maduros y más delineados, seguía siendo el mismo, esbelto, con su cabello marrón oscuro y curiosamente siempre con ese mechón rebelde caído qué le daba una apariencia más sexi, y sus ojos azules como mar en calma. Vestía de traje de tres piezas color azul medio, obviamente hecho a la medida. Su mirada fija en mi era profunda, pero nada más, en su mirada y gestos no había nada de aquel muchacho traviesos, insufrible pero encantador. Aunque por un momento me pareció verlo dudar, y algo más, pero fue demasiado rápido para saber si fue verdad.