La Promesa

SI TE MUEVES NO RESPONDO

 

Es tarde noche, el olor a girasoles inunda mi cuarto, aunque por más que busco ni señas de mi amiga. Es imposible dormir así, ya no puedo con mi alergia, no queda de otra que ir a dormir al cuarto de mi madre.

 

Me duermo en su cama, aun se siente impregnado el olor de su perfume a pesar del tiempo, y yo me siento más madura, ya no la niña con el cuarto rosado de princesa, sino la mujer sensual, elegante, hermosa.

 

En la mañana me despierto descansada, relajada, definitivamente es mejor este cuarto que el mío, creo que será mejor dormir aquí de ahora en adelante.  

 

Elijo un traje de chaqueta negra tipo kimono para anudar adelante, y un pantalón a juego corte recto, deje mi pelo suelto, aunque no es completamente lacio, caía con unas ondas suaves, lo acompañe con unos zapatos altos estilo sandalia y unos argollas de plata como única joyeria. Me maquille poco, no me gusta exagerar y prefiero verme más natural y fresca.

 

Llegué temprano al trabajo cuando me di cuenta que Fernando estaba serio y me esperaba en la puerta de su oficina.

 

- Buenos días señor Erthal

 

- Hazme el favor de pasar - y a este que no le han enseñado modales. Me cruce de brazos y me iba a quedar ahí sin entrar hasta que no saludara, cuando  vi que desde adentro Charlie me saludaba.

 

- Hola Lizzi, pasa por favor, no tomes en serio  este maleducado. - el salió y ofreciendome su brazo me invitó a pasar a la oficina. Pude ver de reojo qué a Fernando le asombró ver el comportamiento de Charlie.

 

- Me he perdido de algo - dijo Fer sonando más molesto que asombrado ahora.

 

- de muchas cosas amigo pero eso no viene al caso ahora. Te dije que tenía algo importante que decirte y que teníamos que espera a Lizzi, ya esta aquí, y es momento de hablar.

 

- Charlie que vas a hacer? - pregunté confundida ya que ese no era el plan.

 

- Voy a decirle la verdad a Fer de quien eres, simple.

 

- Bien te escucho - dijo Fer mientras que Charlie y yo estábamos sentados en las sillas, él se  cruzo de brazos y apoyándose en su escritorio frente a nosotros, sus piernas cruzadas quedaron entre nosotros como barrera separandonos.

 

Yo solo podía ver a Charlie con cara de terror, y sentir la mirada profunda de Fer sobre mi.

 

- La situación es esta Fer, aquí la señorita es o era mejor dicho la mejor amiga de tu hermanita Lindsey.

 

- y por que está ella aquí exactamente?

 

- bueno eso es más complicado - decía Charlie sonriendo mientras yo solo negaba con mi cabeza.

 

- ella viene por unos asuntos personales, que yo por el momento no te puedo decir, pero que no tiene que preocuparte, ya que no es asunto tuyo - dijo muy quitado de pena.

 

Escuche como Fer respiraba profundo y se levantaba de su escritorio quedando de pie delante de mi, yo solo eleve mi rostro hasta verlo directamente a los ojos, esos ojos sin brillo, tan profundos y vacíos.

 

- Bueno siendo el caso, si no se que hace aquí y si no tiene que ver conmigo, no tengo por qué soportar su presencia, por lo tanto queda relegada de sus labores, puede retirarse. - me dijo fríamente.

 

- pues no me voy - le dije retandolo y pensando en las mil y un maneras en que podría asesinar a  Charlie.

 

Fer se agachó y apoyó sus manos en el los costado de la silla acercando su rostro al mio, y con una sonrisa ladina en su rostro.

 

- Yo mando aqui princesita, y si digo que te despido así se hace, tú no puedes hacer nada.

 

Y como siempre me pasa mi cerebro entró en automático y me agarró la terquedad.  Me recosté en la silla y cruze mis brazos y con posición de autoridad le dije muy quitada de la pena:
- pues que lastima que no lo pueda complacer pero usted no me puede despedir.

 

- a sí, porque no?

 

-porque yo no trabajo para usted.

 

- si es porque piensas que como mi abuelo te contrató solo el te puede despedir estas muy equivocada, yo tengo toda la autoridad para hacerlo - .  Me dijo acercándose más y causandome un escalofrío qué trate de ocultar.

 

- no es por eso, es que simplemente yo no trabajo aquí. - eso lo tomó por sorpresa.

 

- de que hablas?

 

- eso lo puedo explicar - dijo Charlie al ver que Fer apretaba los brazos de la silla de lo furioso qué estaba.

 

- deja que ella hable Charlie, no te metas.

 

- yo no estoy aquí por trabajo, por lo tanto no tengo un contrato laboral, yo estoy aquí por un acuerdo con mi Yayo, algo en lo que usted no puede interferir. Se que le molesta mi presencia, y creame usted tampoco me es una persona grata para tratar, pero en esta situación no me queda otra que aceptar hacerlo. Así que ahorrese su matoneria y déjeme realizar mis cosas en paz, así mientras más pronto termine más pronto dejo de verlo. - le dije sin pensar que diablos estaba diciendo solo sentía todo mi cuerpo tenso.

 

Él se levantó furioso y salió de la oficina dando un portazo.

 

Empecé a respirar con dificultad mientras Charlie reía sin parar. 

 

- PERO QUE DIABLOS HICISTE?? - le grité histérica.

 

- lo que había que hacer, ahora todo va a estar bien.

 

- como va estar bien, no viste lo furioso que se fue, y que diablos fue lo que le dije?

 

- tranquila, solo volvieron a ser ustedes mismos, cómo cuando todos nos peleábamos de niños y tu lo retabas.  Ahora mismo de seguro está poniendo queja tuya con su abuelo, y luego vendrá más calmado y dejará que te quedes a su lado.

 

- como puedes estar tan seguro?

 

- en serio no recuerdas, es lo que siempre pasaba. Tú y Lindsey ganaban siempre por ser las niñas y las más pequeñas, siempre terminábamos haciendo lo que ustedes querían, porque aunque Lindsey fuera la de las travesuras y las ideas locas, tu eras la despistada y la del carácter fuerte a la hora de defenderse. Y Fer siempre se quejaba ante su abuelo para justificar que su abuelo era el que lo obligaba a aceptarlas, aunque en el fondo sabíamos que él haría siempre lo que ustedes querían.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.