La Promesa de Cupido

Capítulo XII

Amor no supo exactamente qué fue lo que la hizo abrir los ojos, solo supo que cuando lo hizo, lo primero —y único— que vio fue que toda la habitación estaba cubierta de un brillo rojo. Su corazón se aceleró cuando comprendió que provenía del espejo.

Tomó el espejo de la mesa de noche de Jordan y este, para su decepción, dejó de transmitir la luz roja. Amor tocó el rubí del centro y apartó su dedo inmediatamente; estaba caliente. Estuvo a punto de volver a poner el espejo en su lugar cuando algo se reflejó en la pared gris que tenía en frente, ella no pudo evitar compararlo con un cine.

Como si fuera una película, una escena comenzó a tomar forma en la pared. No era una escena agradable.

Una gran cantidad de hombres en uniforme entraban armados a un edificio que se parecía mucho a la Base. Algunos rodeaban el edificio y otros simplemente se quedaban en la entrada sacaron a un anciano con la cabeza gacha que parecía estar en sus últimos momentos de su vida.

Como si el anciano supiera que Amor estaba viendo eso, levantó el rostro y a ella se le paralizó el corazón. Aquella mirada del anciano, no era cualquier mirada.

No había una mirada ni unos ojos como aquellos en el mundo. Y entonces Amor lo comprendió.

De alguna manera aquél era su padre. De hecho, si prestaba atención a los detalles se daría cuenta de que, en realidad, la escena estaba tomando lugar en su hogar.

La Base era inconfundible, solía pensar, cuando era más pequeña, que ese era como su castillo de juegos y ella era la princesa que se salvaba a sí misma con nada más que un arco y un carcaj lleno de flechas. Allí estaban los hermosos relieves de las puertas que, en espirales, terminaban dirigiendo la vista hacia la hermosa manilla de latón, aquella que sólo Cupido y sus descendientes podían abrir —y los trabajadores de confianza de su padre—.

Pero ese hombre que parecía un anciano había sido fácil de confundir a primera vista hasta que sus miradas parecieron conectarse. No podía haber un error, aquellos ojos no podían ser de nadie más. Prestando más atención, se daba cuenta de que si aquél era su padre entonces debía de haber pasado por algo muy malo para que tuviera ese aspecto; su cabello como el oro ahora parecía una maraña sucia y sin forma, su piel tenía un tono enfermo y su cuerpo estaba desprovisto de músculos, todo lo que quedaba era una masa de huesos.

Una lágrima se escapó de sus ojos. Ni siquiera se había dado cuenta de que tenía ganas de llorar, sentía que estaba más impresionada y estupefacta que dolida. No sabía nada de lo que estaba pasando y aquello le molestaba, no sabía qué había pasado con su padre y aquello le dolía, tampoco sabía que había pasado con sus amigas y aquello le molestaba y le dolía.

En la película, su padre, a pesar de verse casi sin fuerzas, comenzaba a forcejear con los hombres que lo tenían agarrado por los brazos. Intentaba zafarse de aquellos brazos musculosos con patadas, rasguños e insultos, y nada parecía funcionar. Hasta que alguien le asestó un puñetazo en el rostro.

La sangre comenzó a salir a borbotones por su nariz y su padre escupió un poco. Respiraba entrecortadamente, pero no dejaba de proferir insultos y retorcerse. Amor no quería seguir presenciando aquella escena, ni siquiera sabía por qué el espejo la estaba proyectando en primer lugar.

Un grito inhumano se escuchó, igual que aquél día que ella había pedido ayuda a sus amigas para volver a la Tierra. El mismo gritó le heló la sangre e hizo que su padre, en la imagen, apretara la mandíbula, y que los hombres que llevaban a su padre se detuvieran por completo y se dieran la vuelta, quedando así de frente a las puertas de la Base.

Pero en aquél momento el espejo dejó de transmitir, y poco a poco la imagen se fue desvaneciendo. El rubí, que antes había estado literalmente ardiendo, ahora estaba tan frío como un hielo. Amor de pronto reparó en que el grito que había escuchado podría haber despertado a Jordan así que agudizó el oído y se sintió aliviada cuando escuchó los leves ronquidos del chico.

En ese momento se dio cuenta de que aún no había amanecido, pero sabía que no lograría volver a conciliar el sueño con aquellas escenas tan vívidas flotando en su mente.

 

A las cinco de la tarde, y con la escena de su padre aún en su mente, Amor se preparaba para salir con Jordan a ver los proyectos de la feria de su Facultad, intentaba sonreírle cada cuanto porque la verdad era que hasta el día anterior ella había estado emocionada por ver en lo que había estado trabajando; pero en ese momento sentía que sus ánimos estaban por el piso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.