Alba
Desperté de golpe, y esta vez no por los gritos, sino por instinto. No estoy muy segura de la hora, pero al levantar un poco la cabeza me di cuenta de que debía ser temprano aún: las demás seguían dormidas. Era hoy. Cerré los ojos un momento más para estirarme sobre el colchón y dar un bostezo antes de levantarme. Caminé de puntitas hasta el baño para no hacer ruido. Llevé mi ropa conmigo, me cambié lo más rápido que pude y salí en busca de Frank.
Cuando entré a la parte del orfanato de los chicos, busqué su habitación y dudé unos segundos antes de atreverme a tocar la puerta. Esperé un momento hasta que alguien abrió. Seguro seguían durmiendo. Al fin, Raúl, uno de los amigos más cercanos de Frank, apareció un poco despeinado y adormilado. Me miró y se volvió a meter en su cama antes de que pudiera decir algo.
—¿Quién es a esta hora? —se escuchó desde el fondo de la habitación, su voz ronca y adormilada.
—Una chica —respondió Raúl desde su cama—. ¿Quién eres?
Me reí un momento. Me conocía, pero ni siquiera había abierto bien los ojos.
—Alba.
—Ya escuchaste, Frank. Te buscan —dijo, dándose la vuelta y abrazando su almohada.
—Alba, ¿qué haces aquí? Si alguien te ve, estarás en problemas —me regañó mientras se levantaba para abrirme. Se veía realmente adorable: despeinado, con algunos rulos parados y otros que le caían por la frente. Bostezaba constantemente.
—Necesito hablar contigo —dije en un susurro.
—¿Ahora?
Asentí sin decir nada. Él se dio media vuelta.
—Está bien, déjame cambiarme —iba a entrar, pero se giró—. Mejor entra antes de que alguien te vea.
—No creo que sea buena idea —di un par de pasos hacia atrás, pero él tomó mi mano y tiró de mí.
—Tú solo pasa.
Me arrastró dentro y caminé detrás de él hasta llegar junto a su cama.
—Ven, siéntate aquí —me indicó. Obedecí y subí al colchón. Mientras hablaba, sacó una polera del armario. Levantó los brazos, se quitó el polo por el cuello y rápidamente se puso la polera.
Intentaba no mirar. Lo juro.
—Bien, salgamos de aquí —me extendió la mano, abrió la puerta y salimos.
No deberíamos estar despiertos a esta hora, ni siquiera ha amanecido por completo. Pero no quiero perder ni un segundo sin él. Fuimos al patio trasero y nos recostamos bajo un árbol, sin decir nada durante unos minutos que parecieron horas. Pero no eran incómodos.
—Muy bien, ¿me dirás qué pasa? —dijo mientras se estiraba, aún medio dormido.
—No pasa nada. Perdón por despertarte tan temprano, pero no sé… Anoche no pude dormir y…
Iba a seguir, pero él me interrumpió arrancando un poco de césped, una manía suya de siempre.
—Sí, te entiendo.
—¿Me entiendes? —Lo miré y noté que seguía despeinado, con los ojos pequeños por la falta de sueño. Al parecer, él tampoco había dormido bien. Y aun así, nunca lo había visto tan guapo.
—Claro que sí. Tienes miedo... o no puedes vivir sin mí —dijo con una carcajada. Me asustó y salté en mi lugar, pero luego me reí también. Le di un leve golpe en el pecho y él hizo una mueca fingida de dolor.
—Sí, tengo miedo, Frank. ¿Qué pasa si ese hijo suyo, del que hablan, me odia?
—Te aprenderá a querer —respondió tranquilo, con los ojos cerrados.
—¿Y si nunca lo hace?
Abrió los ojos y se inclinó hacia mí. Tomó mis manos, luego llevó una a mi mejilla, y con la otra comenzó a jugar con un rulo de mi cabello.
—A ver, enana. No sabes si ese hijo te querrá o no. Pero ya sabe que vas a llegar. Sus padres hablaron con él. Y si es mayor que tú, seguro sabrá entender —acarició mi mejilla con el pulgar y me sonrió.
—Sí, pero…
—Pero nada, Alba. No te pasará nada. Mira, tendrás una familia, todo estará bien, y te prometo que nos volveremos a encontrar. ¿Sí?
Ya no luchaba por mantener los ojos abiertos.
—Sí —dejé de mirarlo un momento y noté que nuestras manos seguían entrelazadas. Extrañaré a Frank. Lo extrañaré mucho.
—Ven aquí —jaló de mi mano hasta atraerme hacia él. Quedé de espaldas, recostada contra su pecho, y me abrazó.
—Nos verán —murmuré tan bajito que pensé que no me había oído.
—No te preocupes por eso. Te vas hoy, y prefiero que me castiguen o me griten antes que perder este tiempo contigo. Además, tengo sueño.
Pasó los brazos por mi cintura y se quedó ahí. Sentí que se relajaba, porque sus manos cayeron a los lados. Se ha dormido.
Después de un rato, también me quedé dormida, un poco más tranquila. Sentí un aire frío en las mejillas y escuché un timbre. ¡La campana! Me desperté de golpe. No reconocí el lugar hasta que vi a Frank dormido detrás de mí, con la cabeza apoyada en el tronco del árbol. Lo moví para despertarlo, pero solo se quejó.
—Frank, despierta. Ya es hora —le susurré cerca del oído.
—¿Hora de qué? —preguntó, pestañeando y estirándose—. ¿Ya te vas?
—Claro que no, pero Paola ya despertó a todos y están yendo a desayunar. Apúrate.
Me paré y me arreglé la ropa. Estiré mi brazo para ayudarlo, como él hizo conmigo el día anterior.
—No, todavía no quiero levantarme —se restregaba los ojos como un niño. Nunca lo había visto así. Debo admitir: se le veía muy adorable.
—Mejor ven y quédate aquí, ¿sí?
—No, Frank. Ya, arriba, anda —miraba hacia atrás por si venía alguien.
—Ya, ya voy —dijo tomando mi mano para ponerse de pie—. Gracias —añadió, sacudiéndose el pantalón.
Comenzamos a caminar y entramos al comedor sin que nadie nos viera. Nos sentamos en una mesa cualquiera y comimos en silencio. Las horas pasaban, y no me sentía ni más tranquila ni menos triste. De verdad sentía que empezar lo que tanto había querido me daba miedo. Mucho miedo. Y saber que iba a enfrentarlo sola, sin Frank, era aún peor. ¿Y si donde vivía esa familia estaba muy lejos, y nunca más podía regresar por aquí?
No. Yo haría todo por volver.
Frank
La adoptarían, se iría y no volvería. No volvería a ver esos ojos grises a los que estoy tan acostumbrado. No volvería a hacerla reír, ni consolarla cuando tuviera miedo. Diez años con ella. Recuerdo cuando tenía apenas seis y la vi sentada sola junto a un árbol, con el cabello largo rozándole la cintura. Yo tenía siete. Los recuerdos son borrosos, pero su mirada siempre está ahí.
#4840 en Novela romántica
#317 en Joven Adulto
drama amor adolescente dolor y perdida, amores pasados, romance emocional
Editado: 22.12.2025