La promesa de la rosa

Capítulo 3

Humberto: tengo pensado hacerlo y con la única mujer que lo haría sería con ella. Pero no me imagino mi vida unida a otra, si ella existe te juro que la encontraría.

Ellos siguen conversando, pero al darse cuenta del tiempo que había pasado ellos se despiden para poder continuar haciendo su trabajo.

En la casa de la familia Andersen

Camila: sabía perfectamente que te iba a encontrar llorando en tu recámara. Solamente me gustaría hacer algo para que fueras feliz y que olvidaras esa tristeza que tienes en tu corazón.

Rosa: mi tristeza siempre la he sentido. Nada más que me imagino que mis padres me van a dar unos cuantos días para irme al convento y espero que me visites.

Camila: no tienes por qué irte a ningún lado. Pero en vez de que te vayas a ese lugar nos iremos de viaje y después de un tiempo volveremos a casa.

Rosa: nunca he sentido este lugar como si esta fuera mi casa. Nuestros padres no lo aceptarían y por eso dejaron la decisión en mis manos, lo único que no quiero es incomodarlos con mi presencia.

Camila: yo no lo acepto y hablare de nuevo con ellos. Ahora quiero que dejes de llorar y te prometo arreglar este asunto para que te des cuenta de que siempre podrás contar conmigo.

Rosa: prometo ya no hacerlo. Necesitas tomar las cosas con calma y no quiero que se molestes contigo por mi culpa por tratar de evitar que me vaya.

Camila: ellos sabrán escucharme por no darte la oportunidad a ti, hermanita. No sabes cómo me molesta como te tratan ellos y eso tiene que cambiar, sé que cuando hayamos terminado de hablar te traeré buenas noticias.

Rosa: te deseo buena suerte, Camila. Sabes que lo único que lamento es no tener tu mismo carácter para enfrentarlos como tú piensas hacerlo.

Ella se sienta en su sillón para observar a su hermana salir de su recámara. Rosa no creía que ella pudiera convencer a su padre de cambiar de opinión, el tiempo siguió su curso hasta que ella volvió a subir a su recámara para después tomar asiento a su lado y por las expresiones de ella sabía que tenía buenas noticias.

Camila: nuestros padres no te van a mandar a ningún convento. Eso quiere decir que no debes de tomar ninguna decisión apresurada por darles gusto a ellos.

Rosa: estas completamente segura de que ellos no van a insistir en que lo haga. Además, si es así ni tú misma lo va a impedir, aunque quisieras hacerlo.

Camila: no voy a permitir que te niegues a vivir tú propia vida. Esta tarde te pienso invitar a un restaurante y sobre todo no es nada bueno que te la pases todo el día en tú recámara y lo único que no quiero es que te enfermes.

Rosa: está bien, Camila. Espero que no tardemos mucho tiempo fuera de la casa y me siento demasiado extraña cuando salgo, ya que me acostumbre a estar siempre aquí.

Camila: no te prometo nada, eso te lo aseguro. Porque después de hacerlo nos vamos a ir de compras y también nos iremos a divertir como antes.




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