Humberto: tengo pensado en llevarte a mi trabajo y así no te llamaría a cada hora. Aunque solo estés ahí para mí con eso me conformo.
Rosa: no entiendo porque harías algo como eso si yo no tengo conocimiento alguno sobre tu empresa y no sabría cómo ayudarte, pero en cambio sería una distracción.
Humberto: no te estoy pidiendo que trabajes para mí. Porque solo quiero ver que estés a mi lado observando todo lo que hago y vendrás conmigo de vez en cuando.
Rosa: así cambia las cosas y ahora estoy esperando que me des mis obsequios. Pero no puede ser nada de lo que está en nuestra mesa y eso significa que los tiene contigo.
Humberto: estas demasiado impaciente. Necesito decirte que recibirás obsequios todos los días y puede ser una hermosa flor o también una joya.
Rosa: entonces lo que me obsequiaras en este momento será una joya. Primero déjame estar tranquila para que me la puedas dar, será mejor que cierres mis ojos para esperar mi sorpresa, aunque sabiendo tus gustos me la puedo imaginar y yo solo la aceptare por ser un regalo de mi prometido.
Humberto: precisamente será una joya la que te daré. Nada más que es un juego de joyas que consiste en un collar, una pulsera y unos aretes en forma de rosas igual como tu nombre.
Rosa: me gustas las rosas igual como me gusta mi nombre, ya que era el nombre de mi abuela y a pesar de que no tengo muchos recuerdos de ella no la puedo olvidar. Ahora ella está muerta y me hace mucha falta en estos momentos.
Humberto: seguramente la quisiste mucho. Además, el recuerdo es lo único que te quedare y la única manera de no olvidarla es haciéndolo.
Rosa: entonces quiero que empieces a ponerme mis obsequios, pero para hacerlo necesitas destapar la caja antes de hacerlo y si tú las elegiste debe de ser demasiado lindas.
Él toma la caja que estaba en la mesa para poder destaparla y se levanta de su asiento. Humberto empieza a ponérselas con mucho cuidado y sonríe al verla hermosa con sus joyas, el después de terminar toma asiento nuevamente.
Humberto: tenía que ser demasiado cuidadoso para que no te dieras cuenta cual era tu obsequio y lo logre. Nada más que sabía perfectamente que te iba a regalar.
Rosa: solo utilice la lógica para saberlo y eso sería lo obvio. Porque los hombres nunca cambian y siempre les regalan a sus novias hermosas joyas.
Humberto: ahora faltaría el otro obsequio y para que te lo de quiero que cierre tus ojos. Necesito decirte que no es algo que no te imaginas.
Rosa: esta vez dejare que me sorprendas y cuando abras mis ojos te agradeceré con un beso, pero antes debes de darme mi regalo para que pueda hacerlo.
Ella los cierra y Humberto llama al mesero para que le traigan el siguiente obsequio que consistía en una pequeña canasta llena de chocolates. Rosa los abre hasta que le dice que puede hacerlo, ella estaba feliz con ver su regalo y como prometió le dio un beso. Ella lo hizo de una manera impulsiva y después sintió mucha vergüenza.