Un día de invierno como todos los anteriores, una fecha importante, personas que no estarán, promesas que no se cumplirán.
Es la mañana del 24 de diciembre del año 1877, una ligera brisa fría cubre las ajetreadas calles de la enorme ciudad de Ayres. Todos se preparan para nochebuena y navidad, fechas de alegría y felicidad, pero también de tristeza y dolor.
- Duquesa, es hora de despertar, sus padres y hermano la esperan en el comedor – anunció la mucama a través de la puerta, al no recibir respuesta alguna ingresó a la habitación topándose con la joven aun dormida – El almuerzo está listo – insistió en voz baja a un lado de ella – Duquesa Elizabeth ya despierte.
La joven poco a poco abrió sus hermosos ojos de color zafiro y verde jade producto de su heterocromía, para terminar posando su vista sobre la mucama – Buenos días Helen – sonrió.
- Buen día Duquesa ¿Cómo durmió?
- Como un oso, me desvele escribiendo – reveló a medida que se levantaba de la gran cama – siento que mis párpados se cierran por si solos, pero cuando empiezo a escribir me sumerjo en un mundo diferente, es como si cada personaje que invento cobrará vida y formará su propia historia, ¿sabes? Al final terminan siendo parte de mi realidad.
- Ya lo creo Duquesa – sonrió Helen. Mientras la joven mucama de ojos y cabello color caramelo con flequillo se mantenía ocupada ordenando la habitación, la Duquesa se vestía para bajar.
Luego de colocarse un acogedor vestido azul marino que resaltaba su pálida piel y arreglarse un poco su larga y ondulada cabellera negra, Elizabeth bajó al comedor para encontrarse con sus padres, los Duques Adelaida y Douglas Bondfiel y su hermano mayor, el Duque Edmund Bondfiel.
- Buen día a todos – saludo con una gran sonrisa mientras ingresaba al salón guiada por el exquisito olor que inundaba el lugar – Huele delicioso.
- ¿Verdad que sí? Margaret cocino sopa de tomate y filete de ternera – Destaco el Duque Douglas haciendo referencia a la cocinera
- Buen día cariño – la saludo su madre, la bella duquesa Adelaida, portadora de profundos ojos azules y brillante cabellera rubia – Vaya, alguien se durmió hasta tarde, tienes unas ojeras terribles, luces agotada.
- Jump, en vez de escritora, pareces mapache – añadió Edmund con burla.
- Y tú eres un médico loco, rubio de ojos verdes y sin vida social, estas destinado a la locura, agradezco a Constance que te haya salvado de ese destino
Con el almuerzo de por medio, la familia Bondfiel tenía una amena charla
- ¿Qué planes tienen para hoy? – preguntó su padre – Recuerden que pasaremos nochebuena juntos y a las 12 abriremos los regalos – recalco mientras daba un sorbo a su té
- Constance vendrá a las 10:00 a.m. Ella y Edmund me ayudarán a cocinar galletas, chocolate caliente y chuletas de cerdo para los niños de la casa hogar – explicó Elizabeth – Estaré ahí de la 1:00 p. m. a las 5:00 p. m. de la tarde, luego visitaré al Sr. Raymond en la biblioteca y volveré a la casa de 7:00 a 8:00 de la noche.
- Luego de ayudarle a Elizabeth ayudaré a Constance a envolver a algunos obsequios en la mansión Beckler – añadió el rubio – además arreglaremos unos pendientes de nuestra boda.
- Muy bien, esta será la primera navidad que el padre de Constance, él Conde Charles Beckler pasará con nosotros, así que personalmente prepararé y supervisaré todo, quiero que la velada sea maravillosa, tanto para nosotros como para todos los trabajadores – continuó la Duquesa Adelaida – Su hermano Arnold llegará del Colegio a las 11:00 a. m. Luego de que coma algo lo enviare a la cocina con ustedes para que los ayude – al mirar de reojo a su hija la noto un poco perdida, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar – ¡¡¡Elizabeth!!!!
- Ahhh!!! ¿¿Sí?? – reaccionó – ¿Qué pasa?
- Nada cariño, solo te note un poco distraída – sonrió amable
- Ohhh, no es nada, con su permiso me retiro – en tan solo cuestión de minutos su sonrisa se borró por completo, el escuchar la palabra “boda” le trajo amargos recuerdos – Si llega Constance estaré en la cocina.
- Espera hija – la detuvo su padre – Si puedes regresar más temprano te lo agradecería mucho, en la reunión de ayer nos informaron que se espera una nevada al anochecer y por favor dile al Sr. Raymond que lo esperamos en la mansión la para pasar Nochebuena
- Sí, está bien – contestó un poco perdida, dejando atrás al viejo Duque de aun cabellera negra