- ¿Quién eres tú? – preguntó Gilbert rápidamente al mismo tiempo que se posicionaba frente a Elisabeth para protegerla de la desconocida criatura.
El perro permaneció sin omitir sonido alguno, observándolos en detenimiento y al notar que la persona que portaba el collar y la nota era Elisabeth se encaminó directo a ella.
- No te muevas – dijo Gilbert en voz baja.
El perro olfateó a Elisabeth al mismo tiempo que la rodeaba para observándola bien para terminar echándose en sus pies
- No parece tan malo – susurro Elisabeth acercando su mano al perro para acariciarlo
Al sentir la caricia el perro cambió su gesto brusco por uno relajado y complacido, dejándose acariciar por la joven
- Sialurif, con que ese es tu nombre - preguntó leyendo la placa en su cuello.
- Woww, es increíble – exclamó Gilbert acercándose a él, pero el perro le lanzó una feroz mirada acompañada de un gruñido – Perro feo, me cae mejor Thor – dijo retirando su mano
- Tranquilo amiguito, buen chico, dime ¿Tú nos ayudarás a cruzar el campo?
Al escuchar eso el perro se levantó moviendo su cola, indicando que los sigan.
- Vamos – exclamó la chica.
- Espera – la detuvo Gilbert - ¿Estás segura de esto?
- Cariño, nunca estarás 100% seguro de las cosas, necesitas atreverte para saber lo que pasará
- Pero es tu vida la que está en juegos, necesitamos llegar pronto ¿Qué pasara si nos guía por el camino equivocado?
- ¿Y si no? - sonrío – andando – dijo tomando la mano de su amado para irse adentrando de poco a poco en aquel campo donde reinaba el silencio y la neblina obstruía la vista, donde se podía sentir un silencio melancólico lleno de soledad y desesperación.
Sialurif se hallaba un poco más adelante de los jóvenes ya que el era el que los guiaba, caminaron por lo que parecían horas platicando y recordando momentos lindos, hasta que por un momento Elisabeth pensó que todos en la mansión estarían muy preocupados por ella, pensamientos que no estaban nada lejos de la realidad.
- Ten fe Adelaida - le decía el Duque Douglas a su esposa en un intento de consolarla – nuestra hija despertará y estará bien.
- Ya es mediodía del 28 y aún no hay señal alguna de que despierte, me parte el corazón verla así – confesó la duquesa soltando un profundo llanto.
Mientras tanto un grito alarmó a los jóvenes
- Ayuda, ayuda – se escuchaba una voz desesperada entre la neblina.
- ¿Quién anda ahí? - gritó Elisabeth, pero al no recibir respuesta alguna Gilbert insistió
- ¿Hay alguien ahí?
Pasaron unos segundos hasta que una joven se divisó entre la neblina, parecía fuera de sí – No hay salida, todo está desierto, no hay salida, estamos perdidos – decía, su aspecto lucia acabado, sus ojos estaban casi blancos, mientras que su cuerpo poseía unas oscuras manchas negras y una densa neblina la rodeaba.
- Ellos nos acabarán, vendrán por nosotros, jajaja – decía en un tono de burla y desesperación.
- Aléjense – gritó Gilbert al notar como la neblina la consumía por completo, introduciéndose por todo su cuerpo volviéndose una cortina de densa neblina
- Tenemos que irnos rápido – trato de decir, pero Sialurif le comenzó a gruñir poniéndose en posición de ataque frente a él, cuando parecía que se lanzaría sobre él, el perro saltó hacia atrás de él, atacando brutalmente una criatura oscura.
Los sentimientos de tristeza y pensamientos negativos del alma habían atraído a criaturas oscuras hacia ellos, y ahora esa alma también era una de ellos.
Rápidamente los jóvenes desenvainaron su espada para luchar contra estas criaturas de aspecto terrorífico, posicionándose espalda contra espalda.
- ¿Estás lista? – preguntó el joven
- De algo servirán las lecciones de esgrima que me diste en el colegio – sonrió Elisabeth para terminar arremetiendo con fuerza contra las criaturas.