Entrada de diario – 13 de agosto de 1883
La carta, la copa y el escándalo
Hoy todo comenzó.
Marie dejó la carta esta mañana sobre el escritorio de mi madre.
Una nota breve, escrita con la letra imitada a la perfección, como si saliera de la misma pluma de William.
En ella, él confesaba una atracción indebida por una mujer “no adecuada” para su posición, y le pedía que reconsiderara la unión entre nuestras familias.
Pero eso no fue todo.
Por la tarde, durante un evento en casa de los Hargrove, William dejó caer una copa. No fue un accidente.
El cristal se hizo añicos al tocar el suelo, y en el silencio que siguió, él soltó, en voz apenas contenida:
—Hay cosas que uno no puede fingir para siempre.
Sus palabras recorrieron el salón como una ráfaga helada.
Su madre palideció.
Mi madre lo miró con los ojos muy abiertos.
Algunos susurros comenzaron a surgir.
Y luego, como si eso no fuera suficiente, la carta apareció.
Alguien —Marie, por supuesto— la deslizó sutilmente entre los papeles de té de Lady Hargrove, quien la leyó sin saber quién la había puesto allí.
La ira se apoderó de ella.
El rumor ya corre como pólvora.
Esta noche, mi madre no me dirigió la palabra.
El compromiso no ha sido cancelado oficialmente… pero lo será.
Y pronto.
William me escribió una nota y me la hizo llegar a escondidas:
"Por primera vez, fui yo quien controló el hilo del que tiran todos. Qué dulce se siente no ser la marioneta, aunque sea solo por un día. Pronto, querida amiga, tú también lo serás."
Marie me trajo la cena a la habitación. Me sonrió apenas.
—¿Te das cuenta, Eloise? —susurró—. Estamos más cerca de lo que jamás creíste.
Y sí. Lo estamos.
E.
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Editado: 09.08.2025