Catherine
Podría decir que las dos cosas de las que siempre me arrepentíria en la vida son: haber hecho que mi madre muriera a causa de mi nacimiento, y la segunda es dejar que mi padre me golpeé cuando se le da la gana.
Cuando quiere desatar ese dolor que aún tiene en el alma, cuando el recuerdo de mi madre le llega a la mente y cuando yo le menciono cualquier cosa de ella, así sea la más mínima palabra que se relacione con mi madre.
Aunque así me muera por los golpes que me da, nunca le contaría a las personas del pueblo o la realeza de lo que me hace.
Porque a pesar de todo, en el fondo de mi corazón le guardo un gran amor que quisiera demostrarle sin recibir un solo golpe por parte de él.
Mi padre es la única familia que me queda en este mundo, la persona que me dio la vida y la que poco a poco me la está quitando.
Creo que así es la ley de la vida, ¿no?
Porque yo sé que me merezco que mi padre me trate de esa manera, le quite lo que más amaba en la vida, le arrebate la oportunidad de ser feliz junto a mi madre y tener una familia mas grande.
En cada momento quiero cambiar todo, regresar en el tiempo y hacer que mi madre eligiera su vida por encima de la mía porque solo ella le puede dar felicidad a mi padre.
He llegado a pensar que soy una planta de mala suerte que solo llega a la vida de las personas para empeorarla.
Es otra cosa en la que mi padre tiene razón, mi castigo es nunca salir del palacio para no dañar a nadie más.
-No tengo hambre- negué alejando el plato de mi- comeré más tarde.
La sirvienta volvió a poner los platos sobre la bandeja para llevárselos, no había tocado nada de aquellos platos, solo me había tomado el jugo de naranja y al instante quedé llena.
¿Porque estaba más pensativa que otros días y sin apetito?
Pues la respuesta es muy fácil, se acerca el día de mi cumpleaños, el día donde cumplo un año más de vida y es cuando más insultos y golpes recibo de mi padre porque también pasa un año más de que mi madre haya muerto.
Pronto, los golpes sería más frecuentes, los insultos serían en cualquier momento del día ya fuera que yo hablara o no.
Es cuando el odio de mi padre hacia a mi se intensifica y recuerda más a mi madre.
Cumpliría un año más donde no tengo a mi madre a mi lado, un año donde recibí golpes por parte de mi padre y su odio incremento mucho más, también sería un año donde mi padre me consiguió un esposo con el que pronto uniría mi vida sin sentir un poco de amor hacia él.
A veces tengo ganas de subir a lo más alto del palacio y lanzarme para por fin terminar con mi sufrimiento y así mi padre no tendría que ver en mi el recuerdo de mi madre.
Así los dos dejaríamos de hacernos daño.
La verdad es que no merezco cumplir un año más de vida, ¿que hice para tener una vida así?
No recuerdo una sola vez en la que mi padre me haya dado un beso en la frente, donde me haya dado un abrazo o felicitado el día de mi cumpleaños.
Lo único que he recibido por parte de él son golpes he insultos.
Solo quiero tener una familia normal, sin tener la corona o la responsabilidad de algún día tener el gobierno sobre toda una nación, que sea una reina que pueda sobrellevar los problemas que tienen cuando no siquiera se llevar los míos.
Quiero una vida feliz y normal.
Bien dicen que el dinero no te da la felicidad, y eso lo demuestra que el ser una heredera al trono no me garantiza una vida llena de felicidad, más sin encambio en el pueblo he visto que las personas tienen muy poco y siguen siendo felices.
Pero al parecer para mi destino es mucho pedir siquiera tener una familia feliz y normal, solo puedo conformarme con el sufrimiento que llevo en mi día a día.
Quizás en otra vida todo sea muy diferente.
Me levanté de la silla después de haberme quedado viendo un punto inespecífico por varios minutos, tratando de procesar todo lo que se avecinaba en los siguientes días donde mi cumpleaños se acercaba.
Camine por varios pasillos del palacio, pase por todas las habitaciones sin detenerme en alguna u observarla, solo detuve mis pasos cuando estuve frente a la pintura de mi madre.
Beatriz.
La única esposa de mi padre y la cual dio su vida a cambio de la mía, la mujer que más amo mi padre y la que ojalá siguiera con vida para que así mi padre fuera más feliz.
Una bella mujer que no merecía entregar su vida solo para que yo llegara a este mundo que me ha tratado de la peor manera con los golpes e insultos de mi padre.
Su piel era pálida pero sin llegar a ser enfermiza, sus mejillas siempre sonrojadas por qué sus era su piel, el cabello castaño y ondulado que siempre se lo dejaba crecer hasta por arriba de la cintura y unos ojos tan azules como el mar.
O al menos así me había dicho mi nana que era mi madre, también me decía que mi padre la tomaba entre sus brazos siempre y no se le hacía difícil ya que ella era de muy baja de estatura, se la pasaba besándola y a su lado siempre se reía.
Ellos si eran felices juntos, solo que llegue yo y les arruine todo lo que alguna vez habían construido en solo cuestión de minutos.
-¿Recordando que pronto se cumple un año más de que mataste a tu madre?- la voz de mi padre se escuchó detrás de mi.
Gire sobre mis zapatos encontrándome con su rostro inexpresivo mirando el retrato de mi madre, sus ojos brillaban con solo verla y puedo jurar que se le habían cristalizado.
Una imagen que nunca había visto en él.
-Por favor papá, no empieces- pedí bajando la mirada al suelo- ¿Crees que a mí no me duele haber perdido a mi madre? Me duele todos los días y más porque te veo a ti sufrir.
El ser humano puede llegar a ser tan frágil cuando le mencionan una persona, un lugar, un animal, un color o incluso una simple palabra. Porque bien dicen que las palabras dañan más que las acciones.