La promesa del amor

Capitulo 07


Catherine

 

Si te pones a pensar bien en todo lo que has vivido siempre hay momentos donde existe el dolor, no hay día en que no lo sintamos. Solo que a veces somos muy buenos en ocultarlo para que nadie pregunté sobre él.

Porque es más difícil ocultarlo que explicarlo.

En el mundo pueden existir personas con mayores problema que los míos, que yo no soy la única que sufre por un problema familiar o por alguna otra cosa de la que nunca podré hablar con alguien con libertad.

Ya que con mi nana siempre trato de evadir el asunto porque el solo hablarlo me trae malos recuerdos a la mente.

Algunos dicen que sacar el dolor que llevamos por dentro es sanador, pero la verdad es que a veces nos lástima más el hablarlo que el callarlo. Porque solo nosotros sabemos lo que verdaderamente sentimos.

Y aunque a veces es difícil de comprender aquel dolor siempre solemos descubrirlo y enterrarlo en lo más profundo de nuestro ser.

Quisiera que mi padre viera en el interior de mi corazón para que así se pudiera dar cuenta de todo el daño que solo sus palabras me han causado.

De seguro si algún día llega a ver todo el sufrimiento que me ha generado en estos años terminaría por odiaras a si mismo.

Porque solo así se daría cuenta que no solo él sufre por la ausencia de mi madre, que él es el causante de que esa herida nunca termine por cerrarse ya que es él quien se encarga de abrirla todos los días con sus acciones.

–Todo estará bien, mi princesa– David acariciaba mi cabello dejando un casto beso sobre mi coronilla.

–No, David– negué retirando las lágrimas de mis mejillas separandome de los brazos de él– nada estará bien, todo cada día irá empeorando hasta que ya no resista más, y nadie puede hacer algo para que cambie.

Al ponerme de pie aquel dolor volvió, los brazos se David ya no me acogian en un cálido abrazo que me reconfortaba, volví a sentir mi piel fría sin su tacto.

Era raro sentir aquella sensación de paz cuando solo rozaba su mano porque con nadie más lo había sentido, también mi cuerpo dejaba de sentir dolor y por algunos momentos me olvidaba de lo que me hacía daño.

Junto a David sentía que nadie me podría volver a dañar o siquiera hacer un solo rasguño, los moretones ya no dolían a su lado, su tacto volvía mi piel más cálida dejando de ser fría, disfruto de su presencia por muy pocas veces que nos hemos encontrado.

El más mínimo roce de sus dedos sobre los míos me da una sensación que no se cómo explicar con palabras.

Él también se puso de pie limpiando la tierra que habia quedado sobre su armadura que le cubría todo el cuerpo.

–Deberia volver al palacio– acomode mi vestido, al igual que terminaba de limpiar mis mejillas de lo mojadas que habían quedado.

–Hoy y mañana son mis días libres– una pequeña sonrisa apareció en la comisura de sus labios.

Al mirar sus ojos tan brillantes le tuve tanta envidia por tener una vida mucho mejor que la mía, tal vez tendría problemas pero serían muy mínimos comparados a los míos.

Sus ojos brillaban como dos estrellas en el cielo, como si nunca quisieran apagarse, un brillo que hace mucho tiempo yo había perdido, o quizás nunca lo tuve.

Sus ojos brillaban mientras los míos cada día se iban apagando hasta que ya no hubiera nada que ver en ellos.

–Gracias por su lástima– hice una reverencia, gire sobre mis zapatos para seguir con mi camino a la cabaña de mi nana donde pasaría la noche.

Agradecía la lástima de David porque es más que evidente que cualquier persona tendría que venir detrás de mi para que a la heredera del trono nada malo le pasará y no cometiera locuras en el estado que estaba.

Nadie se preocuparía por mi de manera verdadera, todos los que estan a mi alrededor solo lo están porque están haciendo su trabajo, porque si no fuera así estaría sola toda mi vida.

Estarían a mi lado porque es su deber, y no porque realmente sientan cariño por mi.

La mano de David viajo hasta mi brazo haciendo que me detuviera y dejara de caminar, volte para encontrarme de nuevo con su rostro con el ceño fruncido.

–¿Por qué agradece por lástima?– parpadeo varias veces tratando de entender lo que yo le había dicho.

–Es muy claro, David– quite su agarre sobre mi– usted está junto a mi porque es su trabajo, es su deber cuidar de mi este o no esté en horas de servicio.

–Miente– negó varias veces– yo estoy aquí con usted porque quiero, no porque ese sea mi deber o por lástima, sino porque me preocupa que estando así pueda lastimarse o alguien se pueda aprovechar de usted. Me odiaría toda la vida si usted termina lastimada porque yo no estuve a su lado, además de que yo disfruto de su compañía.

Él disfrutaba de mi compañía, al igual que yo de la suya, pero no puedo dejar que nos acostumbremos el uno al otro, porque eso no está bien.

Y no hablo de las clases sociales, sino porque al final no soportaría que él descubriera mi verdad detrás de las paredes del palacio y terminara viéndome como los demás: con lastima.

–Yo no disfruto de su compañía– mentí.

Era mejor alejarlo ahora que después cuando ya las cosas no se pueden retroceder, tal vez le causare daño con las mentiras que le diré pero será lo mejor para los dos.

Él no merece que alguien como yo esté junto a él porque le podría arruinar la vida para siempre.

Un hombre que llegó a mi vida llena de oscuridad para darle un poco de luz con su alegría, más sin encambio yo, soy una persona que solo llega a la vida de otros para joderla y destruirla, aunque esa no sea mi intención.

Y la verdad es que no quiero provocarle ese dolor a David, tendré que alejar a David porque él es demasiado bueno para mí.

Además de que no puedo dejar que cada parte de mi se acostumbre al efecto que tiene David sobre mi, porque con el tiempo eso se puede transformar en amor y no puedo permitirme eso.




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