Catherine
Atención.
Algo que muy pocas veces tenía y solo era gracias a mi nana, pero cuando me ofrecía un poco de su tiempo la verdad es que no sabía cómo usarlo. Y hoy más que nunca lo demostré con David.
¿Cómo se supone que debo de actuar cuando alguien me pone algo de atención o me da afecto?
"Pues con una sonrisa de su parte", fue la respuesta que David me había dado a mi pregunta, ¿pero de verdad es así de fácil?¿No había golpes de por medio cuando solo mencionaba una sola palabra, o algún insulto que te hiciera sentir la peor basura del mundo?
El que yo no reciba atención de manera tan frecuente me ha hecho entender que para mí es muy difícil saber cómo actuar cuando alguien me la da.
La única persona que me daba un poco de atención era mi nana cuando curaba mis heridas y limpiaba la sangre que había quedado en mi cuerpo cuando mi padre quería deshacerse de su enojo.
–Mi princesa– David puso sobre la cama un bolso color marrón donde empezó a buscar algo– póngase este vestido, estará más cómoda, me saldré de la cabaña para que usted se pueda vestir.
–¿De dónde sacó está ropa?– tome los vestidos y zapatos entre mis manos sentándome en la orilla de la cama.
–Se los pedí prestados a mi hermana– una sonrisa apareció en la comisura de sus labios.
–No es necesario– negué, quise devolverle la ropa pero él no la tomo.
–Si es necesario, así usted podrá descansar del vestido y zapatos que lleva puestos– dejo el bolso sobre la barra de la cocina– le daré privacidad, estaré sentado acá afuera.
Salió de la cabaña cerrando detrás de él la puerta, extendi sobre la cama el vestido que David me había dado.
Era de un color verde muy oscuro con un escote cuadrado en la parte delantera, con paneles de tela entrecruzados en la parte superior del busto. La falda es amplia y larga. Tiene algunos detalles bordados en el borde del escote y en el borde inferior de la falda.
Solo había algo que no me gustaba del vestido, y era que no tenía mangas con las cuales ocultar los moretones que todavía se podían ver en mis brazos. Ese era el único problema del vestido.
Puede que esos moretones que se estaban volviendo verdes volvieran a ser morados por la golpiza que mi padre me daría por haberme salido del palacio sin tener su permiso.
Quizás los guardias del palacio ya me estén buscando y al no conocer que está cabaña es de mi nana lo pasaron por alto, ya que solo yo sé quién es la dueña de esta cabaña.
Comencé a desabrochar mi vestido cuidando de no tocar las partes más lastimadas de mi cuerpo. Al final deje el vestido sobre la cama para así poder ponerme el que David me había dado.
En cuanto llegue al palacio me encargaré de devolverlo a su hermana junto con otro como prueba de mi agradecimiento por haberme prestado su vestido.
Antes de ponerme el vestido pude notar que los moretones abarcaban gran parte de mis brazos, estaban verdes y en el centro morados como señal de que se estaban curando, y siendo mi piel tan pálida se podían notar aún más.
Solté un pequeño quejido cuando me empecé a poner el vestido de la hermana de David ya que me toque muy fuerte una de mis costillas, en estás horas en la cabaña había finjido muy bien que mi cuerpo estaba más que perfecto y que en realidad no estaba golpeado y lleno de moretones.
Fingir estár bien es uno de mis mejores talentos.
Pero si quiero que David nunca se llegue a enterar de como es realmente mi vida en el palacio tengo que seguir fingiendo que todo está bien cuando en realidad es todo lo contrario.
Cuando termine de ponerme el vestido busque la mejor manera de ocultar mis brazos, poniéndolos detrás de mi o cruzandolos y al final elegí la segunda opción.
Tendré que regresar al palacio antes de lo pensado para evitar que mis moretones estén a la vista de David.
No quiero que me haga preguntas de la razón por el que tengo esos moretones, preguntas que tendré que responder con mentiras que cada vez se harán más grandes como una bola de nieve que después no podré controlar.
David no tiene que enterarse de como es verdaderamente mi vida dentro del palacio, no quiero que sus ojos me miren con lástima o que se aleje de mi, aunque se que eso es lo mejor para los dos.
David debe pensar hasta el final que llevo una vida feliz como cualquier otra princesa heredera al trono.
Deje mi vestido sobre la cama, en otra ocasión volvería por el para regresarlo al palacio, dudo que alguien note su ausencia en los otros miles de vestidos que tengo.
Salí de la cabaña cruzando los brazos por encima de mi pecho tratando de ocultar los moretones visibles, David estaba sentado en el primer escalón mirando un punto inespecífico.
–Volveremos al palacio– pase por un lado suyo quedándome enfrente de él– primero me iré yo para evitar sospechas de que estábamos juntos, no es necesario que lleve mi vestido, yo después vendré por él.
–¿Segura de que quiere volver?– se puso de pie.
Solo unos pocos centímetros separaban nuestros cuerpos, pude sentir su aliento cerca de mi frente, tuve que elevar el rostro para verlo a los ojos.
–No, pero en algún momento tendré que volver lo quiera o no– solté un suspiro.
–Tiene razón– su mano viajo hasta mi mejilla y sentí como un escalofrío me recorrió todo el cuerpo– vuelva con cuidado, ¿nos veremos en la noche?– ladeó la cabeza como un niño pequeño.
¿Se le podía negar algo a un hombre que te hacía ojitos de niño pequeño?
–Si, David– asentí.
Quise que los segundos en que nos quedamos mirándonos a los ojos se volvieran eternos, porque con solo su tacto sobre mi mejilla debaja de sentir cualquier malestar que mi cuerpo tuviera.
Con David la cosas se veían mucho mejor dejando de ser tan gris mi vida, él le daba algo de color a todo lo que me rodeaba. Pero cuando se iba todo volvía a ser un lugar donde nadie quiere habitar.