La promesa del amor

Capitulo 12

Catherine

Nada es perfecto, todo tiene su lado imperfecto, hasta la rosa más bella que con sus espinas puedes encontrar sus imperfecciones.

Así es la vida, cuando piensas que tu vida empieza a tener algo de color llega una nueva razón para volver a hacerte caer en la oscuridad. Dónde los colores son inexistentes y las sonrisas son nulas en tu mundo.

Las sirvientas terminaban de ajustarme el vestido que mi padre había elegido que usará está noche para una cena donde los padres de Adam y él estarían presentes.

Sería hoy la noche donde Adam pediría mi mano a mi padre, la noche donde todo comenzaría, las planificaciones de la boda empezarían al igual que tendría que ir dejando poco a poco este palacio.

Este debería de ser un día grandioso, quizás para otras princesas este día pueda significar la razón de su existencia, pero para mí...

Es como firmar una sentencia donde nunca podré ser completamente feliz, porque por un lado dejaré de ser golpeada por mi padre pero por otra tendré que unir mi vida a un hombre al que no amo.

Porque el hombre que tiene mi corazón nunca podrá estar a mi lado ya que la sociedad siempre lo ha impuesto así.

Si fuera por mi ya estaría casada con David, en una pequeña cabaña viviendo como cualquier persona del pueblo. Sin riquezas y con una plena felicidad.

Pero en la vida no todo se puede.

Adam y yo teníamos claro que nunca nos podríamos llegar a amar, porque sería como forzar nuestro corazón a algo que no podría pasar. Pero aún así seguía doliendo el hecho de que tendría un matrimonio forzado solo para unir dos naciones que en unos años acompañaría a Adam para gobernar.

Una mujer termino de maquillarme ocultando el último moretón que quedaba sobre mi mejilla casi al alcance de mi párpado.

Todas las sirvientas me acompañaron hasta la parte del comedor principal donde los reyes y Adam me esperaban sentados en la mesa, mi padre estaba en la cabecera mientras los padres de Adam a su derecha y él a su izquierda.

En cuanto llegue todos se pusieron en pie para hacer una reverencia en forma de saludo la cual les regrese con una sonrisa fingida en el rostro.

–Un placer volver a verte querida– dice la señora Odette con un asentimiento de cabeza.

–Digo lo mismo– le di una pequeña sonrisa.

Las sirvientas comenzaron a poner los platos de comida en la mesa frente a nosotros, nos servían un poco de vino en nuestras copas, la plática se reducía entre Odette, Enrique, mi padre y solo en ocasiones nos incuian a mi y a Adam.

Las risas resonaban en toda la habitación, todo era un teatro que se hacía para quedar bien unas personas con las otras.

Hasta que la plática y risas cesaron por parte de todos los presentes, la mirada de Odette hacia Adam se había vuelto una más autoritaria donde hacía leves movimientos de cabeza y ojos indicando lo que debería de comenzar una vez que los platos fueran retirados de la mesa.

–Su alteza Liam– comenzó a hablar Adam con seguridad fijando su mirada solo en mi padre– en esta tarde quiero hacer este compromiso algo formal, es por eso que le pido me conceda la mano de su hija, la princesa Catherine.

–Por supuesto que sí– una enorme sonrisa se mostró en los labios de mi padre, mostraba los dientes y daba algunas palmadas en la espalda de Adam.

Él solo espero por la respuesta de mi padre para poder ponerse en pie y caminar un poco para quedar frente a mi, una de sus rodillas tocó el suelo mientras con la otra apoyaba todo su peso, de entre su traje saco un pequeño anillo con un diamante que brillaba con la luz.

–Su alteza Catherine, ¿Me da el honor de casarse conmigo?

¿Tenía alguna otra alternativa?

Si decía que no estaría firmando mi sentencia de muerte con mi padre, y si decía que si me esperaba un matrimonio donde nadie sería feliz.

¿Cuál de esas dos opciones es la mejor para mí? Pues yo creo que la primera.

–Si, Adam– asentí.

Pero claramente no se sentía un poco de emoción por parte de los dos, nuestros padres comenzaron a aplaudir mientras que él deslizaba el anillo por mi dedo.

Después se puso en pie para besar mis nudillos y volver a sentarse donde había estado minutos antes de que todo esto comenzará.

–Catherine– me habló la señora Odette– tenemos que empezar con los preparativos ya que quiero que sea una boda lo antes posible, comúnmente se hacen después de que las princesas cumplan la mayoría de edad y eso ya casi ocurre, por lo tanto debemos de empezar lo antes posible.

–Amor– Enrique puso su mano sobre la de Odette– no molestes a Catherine, tendrán todo el tiempo del mundo para organizar la boda.

–Querida, me gustaría que tú vestido no tuviera mangas– pide imposibles, señora– ¿No tienes calor con esas mangas?

Por supuesto que sí, pero tenía que usarlas me gustará o no para ocultar los moretones que había en mis brazos.

Si tan solo ella supiera que desde muy pequeña los empecé a usar así porque no hay otra manera de poder ocultar cada moretón que existe en mi cuerpo.

En temporadas de calor lo que más deseo es usar vestidos sin mangas, pero lamentablemente no puedo.

Sentía la mirada penetrante de mi padre sobre mi, ordenandome que mintiera o sino habría más moretones en mi cuerpo.

–No, lo que pasa es que varias habitaciones del palacio son frías y el usar vestidos con mangas hace que no tenga tanto frío– mentí.

Una vez más mentia, y es que así se basaba mi vida, en finjir algo que no soy. Tener que finjir que todo en mi está bien y nada está mal, que me emociona una boda donde no hay amor y que a pesar de no tener a mi madre a mi lado, sigo siendo feliz porque tengo al mejor padre del mundo.

–Pues el día de la boda no las llevarás– asintió con una sonrisa en el rostro– quiero que tú vestido lo confeccione un diseñador irlandés que me ha hecho varios vestidos y han quedado de verdad hermosos.




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