David
Siempre me habían dicho que la realeza nunca podría mezclarse con la clase trabajadora, porque era algo incorrecto.
¿Cómo pude llegar a pensar que ella podría elegirme a mi y dejar todo lo que tiene solo para que pudiéramos ser felices juntos? Pero era más que claro, ella es una princesa heredera al trono y yo un simple guardia del palacio que nunca podría darle los lujos a los que ella está acostumbrada.
Un simple guardia que ha estado enamorado de ella desde la primera noche que la vio subir por aquella pared del palacio para ir al pueblo y más al saber el motivo por el que ella iba al pueblo.
Al principio pensé que era una simple atracción física, pero cuando llegue a conocerla supe que esto iba más allá de lo físico y cuando menos lo pensaba ya estaba involucrado el corazón.
Bien dicen que el agua y el aceite nunca llegan a juntarse por mucho que lo fuercen, no solo las clases sociales nos dividen, sino el hecho de que ella ya tiene a alguien en su corazón.
Un hombre que está a su altura y que le puede dar todo lo que yo nunca podría por mucho que me esforzara.
Un hombre que tenía todo su amor, un amor que nunca me pertenecerá.
–¿Qué sucede?– uno de mis compañeros palmeó mi hombro haciendo que saliera del trance en el que había entrado.
–Nada– negué fijando la mirada en alguna parte.
Me tendría que obligar a olvidar a mi princesa, tener que resignarme a que ella nunca posaría sus hermosos ojos sobre mi.
Un simple guardia que estaría dispuesto a dar su vida por ella, y no porque ese fuera mi trabajo sino porque mi amor por ella es enorme.
¿Pero alguien tenía la receta para olvidar a una persona a la cual le entregaste tu corazón y al final nunca supo que la mirabas de una forma en que nadie podría mirarla?
Una mujer que me hizo sentir de todo y al final me dejó sin nada.
Nunca debí de haberme involucrado con ella, porque así nunca hubiera pasado nada de esto y yo no estaría sufriendo, así el olvidarla se haría más fácil y no tendría tanto dolor en el alma.
–¿Escucharon la nueva noticia?– llegó Harry a nuestro lado como una de esas mujeres chismosas en el pueblo.
–¿Qué noticia?– le pregunto Camilo con interés.
–Su alteza Catherine se casara con el hijo de los reyes vecinos, por lo que se, la ceremonia será en unas semanas.
–Pues que sean inmensamente felices– me separé de ellos para evitar seguir escuchando.
En unas semanas ella estaría casada, con un príncipe que le podría dar todo.
Quizás en otra vida si me tocó ser su príncipe y llegué temprano a su corazón.
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Los días se han vuelto grises, todo a vuelto a ser como antes de hablar con ella, antes de que todo lo nuestro ocurriera.
Solo le dejaba la escalera para que ella pudiera salir por las noches al pueblo, podía notar en su mirada que ya había dejado de brillar, su cuerpo estaba más delgado y su apariencia demostraba que no la estaba pasando muy bien.
Todas las noches en que la veía subir por la escalera hacia un gran esfuerzo por no acercarme a ella, solo la veía entre las sombras.
Cómo siempre solía hacerlo.
Quise llegar a odiarla por no prestar atención en como la miraba, en como le entregaba mi corazón en charola de oro y ella solo lo desecho como si no valiera nada, pero no he podido, cada día siento más amor por ella. Un amor que nunca podré demostrarle.
Pero no puedo seguir metiéndome en su vida a la fuerza, solo soy un guardia que nunca llegará a su altura, además que cuando llegue el momento de la despedida dolerá aún más.
Y no creo poder soportarlo.
En otra vida, mi princesa.
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Catherine
El rostro de mi padre apareció en mi campo de visión, sus ojos me examinaban de pies a cabeza, eso hizo que la sangre se me congelará por completo.
Sus ojos eran la viva figura de la furia, como si enfrente suyo estuviera su peor enemigo y lo único que quisiera hacer con él es matarlo.
–¿Dónde estabas?– empezó con su interrogatorio.
Se levantó de la silla donde estaba sentado para comenzar a caminar para quedar más cerca de mi.
–Fui a caminar a los jardines ya que no tenía mucho sueño– tartamudee al mismo tiempo en que retrocedía hasta que mi espalda choco contra la pared.
Su mano se elevó y fue cuando el miedo acudió a cada parte de mi cuerpo, su mano se estrelló contra mi mejilla con tanta fuerza que las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Lleve mi mano hasta la zona afectada para evitar el hormigueo que me invadía ante su golpe.
Evidentemente no me había creído.
Me tomo del brazo haciendo tanta fuerza que no dudo en que su mano termine por marcarse, hizo que su rodilla pegará contra mi abdomen haciendo que todo el aire que retenía saliera en un solo momento.
–Te dije claramente que tenías prohibido salir de tu habitación– amenazó, dejo su agarre sobre mi brazo dejando que mi cuerpo cayera al suelo y me retorciera del dolor– odio que desobedezcas mis órdenes.
–No volverá a suceder, padre– dije con el poco aliento que había logrado tomar.
Él salió de mi habitación cerrando de un portazo la puerta.
Me puse de rodillas sobre el suelo, una mano la lleve hasta mi abdomen para aminorar el dolor, pero todo parecía en vano.
En definitiva, mi tormento nunca terminaría, así me casara con Adam o cualquier otra cosa sucediera.
Porque así mi padre muriera nunca podría estar con la persona que amo, nunca podría expresarle mis sentimientos porque de alguna manera se que lo perdí.
En esta vida no podríamos estar juntos, tarde o temprano llegaría alguien a separarnos.
Porque una princesa y un guardia no pueden estar juntos.
Daría todo lo que tengo en este mismo momento para que todo cambiará, el pensamiento de las personas, mi destino, mi vida.