David
A veces el amar dolía más que cualquier otra cosa en el mundo, en un momento sientes que te puedes comer el mundo en un solo segundo porque tienes a esa persona a tu lado y al otro sentirte tan miserable que el simple hecho de respirar duele.
La impotencia de no tener a esa persona a tu lado te puede llevar al punto de la locura, donde ya no sabes que hacer porque no puedes vivir sin ella.
Se que yo no tenía nada con ella y no debería de estar enojado con ella o alejarme de su lado, pero de verdad llegué a pensar que ella me amaba.
Al ver el anillo entre sus dedos sentí que mi mundo se desmoronaba en mil pedazos volviendo cada sueño en una pesadilla donde todas se reducen en verla junto a otro hombre.
Quise dejar de sentir aquel amor que me invadía por ella, que mi corazón dejara de latir por mi princesa y que mi corazón ya no le perteneciera.
Pero me ha sido imposible, mi corazón ahora lo tiene ella y sin darse cuenta lo está apretándo tanto que está empezando a sangrar.
Mis pasos seguían el mismo recorrido que hace una hora, solo caminando en círculos para tener la mente ocupada mientras empezaba mi turno en el palacio.
En ocasiones jalaba algunos mechones de mi cabello para sacar la frustración que se guardaba en mi corazón.
Pero cuando menos lo pensé vi su pequeño cuerpo entrar en nuestro jardín secreto, sus pasos eran dudosos, pero los mismos pasos que ella avanzaba yo los retrocedia.
Aún no estoy preparado para este momento, pero al parecer para nuestro destino es lo mejor, para que duela ahora y después llegué a ¿sanar?
Su mirada fue hasta a mí, nuestros ojos se encontraron por varios segundos que para mí se convirtieron en horas, el solo verla al rostro hacia que mi corazón terminara de quebrarse.
Porque lo único que quería hacer era atraparla entre mis brazos, decirle que por favor luche por lo nuestros, que tal vez podremos ser felices si ella renuncia a la corona. Que tal vez no tendríamos muchas cosas materiales pero no nos faltaría lo esencial y sobre todo el amor.
Retuve las lágrimas que amenazaban por brotar y demostrarle lo mucho que me dolía el ver que ella se casaría.
–David– susurro mi nombre.
Su voz quebrada hizo que mi dolor aumentará.
¿Por qué fingía que esto también le dolía? ¿Por qué causarme tanto dolor haciéndome creer que también siente lo mismo por mi?
No pude decirle una sola palabra, todas las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.
Dolió verla a los ojos pero más dolió el bajar la mirada hasta sus dedos donde se encontraba el anillo que su futuro esposo le había dado.
Un anillo que yo no le podría dar nunca.
–Tenemos que hablar, yo tengo que decirle que...– la interrumpí.
El solo escucharla volvía las cosas peores, todo provocaba en mi un sentimiento de impotencia de no poder tenerla a mi lado.
De poder crear una vida juntos donde los dos podamos ser felices y amarnos hasta que la muerte nos separara.
–Usted y yo no deberíamos estar hablando– volví mi mirada a la suya, sus ojos estaban rojos y algo hinchados– no está bien que la heredera al trono le dirija la palabra a un guardia.
–¿Acaso algún día nos ha importado eso?– las lágrimas comenzaron a caer– lo necesito más que nunca, David. Yo lo...– volvió a callar.
Ella me necesitaba, pero ella ya tenía a alguien a su lado que podría ser su soporte y por mucho que me duela tengo que alejarme, así eso me destroce la vida.
¿Por qué todo tenía que suceder así?¿Por qué yo no fui su príncipe que llega por ella y la sociedad no nos crítica?
–No me necesita a mi, porque claramente tiene a un prometido– mi tono de voz había salido más brusco de lo que lo había planeado.
Perdoname mi princesa, pero ya no quiero seguir sufriendo por un amor que nunca se podrá realizar, ya me quedo claro que tú no me amas lo suficiente como para dejar la corona.
Quizás sea en otra vida.
Porque en esta realmente ya no soporto el simple hecho de imaginarte en los brazos de alguien más, te deseo la mayor de las felicidades, aunque no sea conmigo.
Te doy toda mi felicidad para que la disfrutes junto a ese hombre con el que te casarás.
Es aquí donde te digo adiós mi princesa.
–Tengo que irme– hice una reverencia– será mejor que vuelva al palacio a preparar las cosas para su boda, su majestad.
Adiós mi amor, te juro que en otra vida lo de nosotros será el más hermoso amor que pudo existir en el mundo.
Camine por un lado suyo sin voltear a verla, pero a unos cuantos pasos de llegar a la puerta sus brazos me tomaron por sorpresa dándome un abrazo.
Su cuerpo se aferró al mío mientras escuchaba sus sollozos.
Fue el peor dolor que pude haber experimentado en la vida, porque el solo verla así hizo que las lágrimas comenzaran a caer por mis mejillas.
¿Por qué lo complicas todo, mi princesa?
–Por favor David– suplico entre todo su llanto– que esto no termine asi, al menos dime mi princesa una última vez, por favor, has que sienta que alguien me quiere aunque sea mentira.
¿Es enserio que aún no se ha dado cuenta de la manera en que la amo?
Perdoname mi princesa, pero esto es por los dos, esto es lo mejor...
–Te amo, David– sus palabras me dejaron sin pensamiento y casi sin palabras.
¿Entonces porque se iba a casar?
El amor se demuestra con acciones y los que ella hace es todo lo contrario, si en realidad me amara renunciaría a todo por mi así como yo estoy dispuesto a todo por ella.
Nunca digas "te amo" si realmente nunca has sabido lo que es el verdadero amor.
–¿Entonces por qué se va a casar con otro?– ladé la cabeza mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas– si usted sintiera aunque sea un poco de amor hacia a mi no se casaría.