Catherine
La vida solo está llena de promesas que solo se hacen para que tu vida vuelva a sentir algo de riesgo, de querer hacer todo lo posible con tal de hacerla cumplir.
Todo lo bueno en algún momento se llega a acabar, todo tiene su momento y cada persona tiene una misión en la vida, solo es cuestión de descubrirla y cumplirla.
Así pensemos que nunca podremos hacer nada en la vida, en realidad nuestro destino nos tiene algo verdaderamente sorprendente, aunque eso nos nos llegue a lastimar en toda el alma.
Con David pude haberlo tenido todo, si tan solo yo con mis inseguridades no hubiera mandado todo a la basura, si tan solo le hubiera hablando con la verdad y esperar a que fuera él quien decidiera si estar a mi lado o en definitiva irse.
Pero él no luchó por mi, y yo no luche por él. Fuimos las personas y momento correcto en la vida equivocada.
–Levantate– ordenó mi padre cuando estuvo a los pies de mi cama.
Una de las sirvientas entraba también en mi habitación para abrir las cortinas y dejar que el sol invadiera toda mi habitación.
–Tienes pruebas para las medidas del vestido que usarás mañana– su postura era recta, se había dejado crecer la barba.
Sus ojos celestes hacían que al verlo te invadiera una sensación de miedo, su cabello castaño siempre lo traía peinado para atrás sin dejar un solo cabello libre, la barba con algunas canas comenzaba a crecer en su rostro.
–¿Por qué celebrar el día en que mamá murió y todo nuestro infierno comenzó– mire su rostro inexpresivo.
–No querras hacer que me arrepienta y te golpee hasta que el simple hecho de parpadear te duela– tenso tanto los músculos que hasta la avenas se le podían notar en la frente.
–Por mi mejor– me encogi de hombros sentándome en la orilla de la cama– así pasare ese día en cama, dormida y sin pensar en que pasa un año más sin mi madre.
En solo tres zancadas ya estaba cerca de mi, su mano se apoderó de mi cabello hacercandome a él para poder escucharlo mejor.
Hoy si quería que me golpeara, que me matara para así dejar de sentir todo lo que se alberga en mi interior.
–Preparate– murmuró aventandome, solo que está vez caí sobre el suave colchón de mi cama– no me arriesgare a darte el gusto y que el pueblo empiece a sospechar.
–Claro, porque perderías el título del mejor monarca y mejor padre– asentí.
Pero él solo ignoro mi comentario y salió de mi habitación azotando la puerta.
La sirvientas mientras tanto llenaba la tina con agua, acomodaba las sábanas de mi cama y dejaba algunas toallas en la bañera.
Tome una ducha rápida, pero antes de que la sirvienta me ayudara a ponerme un vestido, maquille las zonas donde más moretones se podían notar.
Desde niña me había dado asco mi cuerpo, nunca se podría comparar con el cuerpo de otras mujeres que no lo tiene lleno de moretones verdosos con morado. Ellas podrían usar cualquier vestido que quisieran mientras que yo tengo que forzar a cada parte de mi por no quejarse con un simple vestido.
Los veranos donde hace un calor excesivo no puedo dejar de usar mangas porque se podrían ver muy claros los moretones, tengo que permanecer en el palacio donde las habitaciones son frías para evitar morir de calor.
Cuando termine de maquillar la mayoría de mi cuerpo permití que la sirvienta me ayudara a ponerme el corsé y el vestido.
Mi nana me trenzaba el cabello mientras que yo solo la veía por el espejo.
Ni siquiera para peinarme sirvo, todo me lo tiene que hacer otras personas.
–En menos de tres días nana– solté un suspiro– en menos de tres días se cumplirá otro año sin mamá.
–Veras que esté año será mejor que el anterior– elevó mi mentón haciendo que la mirara a los ojos a través del espejo– con tu matrimonio todo se arreglará.
Todos hablaban de un matrimonio, también por el pueblo se había corrido el chisme de que después de mi cumpleaños se realizaría mi boda.
Dónde los pueblerinos podrían asistir a la celebración religiosa pero no al banquete, así era la realeza, nunca se quería mezclar con la clase trabajadora sabiendo que solo por ella están en el puesto donde están.
La vida es injusta y es por eso que a veces creo que es el verdadero infierno.
–Nada mejorará nana– negué– porque no estaré con el hombre al que amo, nunca.
Porque David y yo no podríamos tener nuestro final feliz a menos de que todo cambiará.
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El reflejo de mi cuerpo semidesnudo frente a un espejo donde podia ver cómo la modista que confecciona cada uno de mis vestidos tomaba las medidas de mi cuerpo que en estos días se había puesto más delgado.
–Su alteza, su vestido quedará bellísimo– soltó una pequeña risa la cual le seguí por educación.
Sus manos tocaban mis costillas donde con un tipo de listón con números tomaba mis medidas, ocasionando que apretara la zona.
Hice todos mis esfuerzos por ahogar los quejidos que querían brotar de mi garganta por el dolor que ocasionaba.
Pero tenía que ser fuerte, nadie puede darse cuenta por lo que estoy pasando. Suficiente tengo con que las personas del servicio del palacio me miren con lástima.
La modista me había dicho que mi vestido sería color morado y me mostró algunos diseños que me podrían gustar para que llevara mi vestido.
El antifaz también ella lo confeccionaria aunque esté sería de color negro para que no todo fuera morado y los colores resaltarán con la luz que irradiarian las velas.
Ella me ayudó a vestirme y me acompaño hasta la salida de su casa donde mi carruaje me esperaba con todos los guardias en formación.
Hizo una reverencia cuando estuve arriba del carruaje.
No tardamos mucho en llegar al palacio, uno de los guardias me tendió su mano para poder bajar con cuidado y mientras bajaba miraba a mis alrededores tratando de verlo.