La promesa del amor

Capitulo 17

Catherine

Todos en algún momento hemos fingido estar bien, aunque algunos quieran negarlo dentro de ellos saben que digo la verdad.

Dicen que Dios le da sus batallas más hirientes a los soldados más fuertes, pero ¿que pasa cuando el soldado no es fuerte y quiere tirar la toalla?

¿Debe exponerse ante las balas o solo ocultarse entre toda la sangre que va habiendo conforme busca un lugar donde esconderse?

El sonido de las ruedas de los carruajes resonaba en el jardín principal, las mujeres bajaban con ayuda de los hombres quienes les tendían sus manos, los choferes llevaban los carruajes a otro lugar y los guardias cuidaban los alrededores.

Los invitados entraban por la puerta principal donde yo los recibía, los hombres dejaban un beso en los nudillos de mis manos y las mujeres un beso en cada una de mis mejillas. Todos me felicitaban y me deseaban que tuviera un feliz cumpleaños.

Todos llegan vestidos de forma elegante y con los antifaces que son la temática que había elegido mi padre para esta ceremonia.

Mi vestido es de color morado con una falda larga y vaporosa, adornada con flores de tela en tonos más claros. El corpiño es algo ajustado y brillante, con detalles de encaje y perlas. Las mangas son largas a petición mía  y con volantes, también tiene una cola larga que se arrastra elegantemente detrás de mi.

El antifaz es color negro de encaje con algunos detalles de pedrería en las esquinas donde forman pequeñas flores que combinan con mi vestido, el lazo que lo mantiene unido a mi rostro es liso y no lástima.

En toda la noche no me lo quitaría ya que antes de que todos los invitados llegarán mi padre me dio un fuerte puñetazo en mi ojos izquierdo dejando un moretón  que ni siquiera con el maquillaje lo pude ocultar.

Una mano me tomo del brazo haciendo que acelerara mis pasos hasta que nos detuvimos en el jardín trasero donde pude ver el rostro de Adam.

–De nada– sonrió con suficiencia– te salve de esas personas que solo hemos visto una vez en la vida.

–Gracias– le sonreí.

Su mano dejo mi brazo.

–Feliz cumpleaños Catherine– me dio un fuerte abrazo.

Cuando sus brazos dejaron de apretar mi cuerpo acomode mi vestido.

–¿Listo para nuestro primer baile?– ladee la cabeza.

–Tendrás que soportar mis pisadas porque soy pésimo bailando.

Hoy era el día donde toda la realeza se enteraría de quién era mi prometido, todos sabrían que muy pronto me casaría.

Cómo cualquier otra princesa que cumple la mayoría de edad.

–Debemos volver– solté un enorme suspiro– me estarán buscando para platicar sobre los preparativos de nuestra boda.

–Volveré en unos minutos, me quedaré a fumar un cigarrillo– asentí.

Gire sobre mis zapatos volviendo al palacio donde los invitados y mi padre me estarían esperando para hacer la entrada triunfal como cada princesa que cumple su mayoría de edad y le hacen está ceremonia.

Y pensar que si David nunca hubiera sabido de mi compromiso ya tendría mi rosa entre mis manos, estaría regresando de nuestro jardín secreto mientras huelo el aroma de aquella rosa.

Supongo que no se puede obtener todo lo que uno quiere con tanta facilidad.

Volteé atras donde pude ver a Adam expulsando el humo de sus pulmones mientras una nube gris se formaba a su alrededor.

Al llegar al salón de ceremonias el anfitrión me pidió subir a la planta alta para que así me llamarán por los altavoces y bajar mientras toda la realeza presente me aplaude.

–Demozle un fuerte aplauso a su alteza, Catherine– me llamo el anfitrión al pie de las escaleras.

Al ir bajando por las escaleras los aplausos resonaban en mis oídos, visualice a mi padre al otro lado del salón quien aplaudía con una sonrisa en el rostro.

De verdad que a veces las personas llegan a ser muy buenas teniendo una segunda careta.

Mi padre se encamino entre toda la gente que le abría paso, cuando estuve al pie de las escaleras él me tendió su mano la cual me vi obligada a aceptar, caminamos hasta la pista principal donde los violines y las instrumentos comenzaron a escucharse.

–¿Dónde estabas?– su mano paso por mi cintura mientras que la otra seguía sobre mi mano elevada, puse mi mano libre sobre su hombro.

–Todos necesitamos un respiro a veces– respondí, alargue una sonrisa en mi rostro para que las personas pensaran que sonreía por algún comentario que mi padre me había dicho.

Los pasos eran lentos e iban al compás de la música, las miradas estaban solo sobre nosotros, siendo el centro de atención.

En aquella pista solo había un padre con su hija bailando felices ya que ella estaba cumpliendo un año más de vida. Eso es lo que veían las personas a nuestros alrededor.

La realidad era muy diferente a como ellos la conocían, en realidad había un padre maltratador que llevaba un gran dolor dentro, el cual no sabía cómo sacar más que con golpes, al igual que había una hija que recibía esos golpes y pedía constantemente morir.

–¿Por qué hacer esto?– ladee la cabeza– ¿Para que fingir frente a las personas que somos felices aunque no tengamos a mamá?

–Callate– su agarre sobre mi cintura se hizo más fuerte, reprimi el quejido que amenazaba por brotar– créeme que ninguno de los dos disfruta de este día.

Después de tantos años, por fin estábamos de acuerdo en algo.

–¿Entonces por qué insistir en un fiesta cuando puedes comunicar mi compromiso con algún anuncio?– giramos al ritmo del violín.

–Porque así es como se hace correctamente.

¿Que era lo correcto en esta sociedad?¿Que era lo bueno y que era lo malo en la realeza?

Podían dejar a todo su pueblo sin recursos solo para vivir ellos en la mayor comodidad, pero no anunciar el compromiso de una princesa durante su ceremonia de mayoría de edad era mal visto.




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