La promesa del amor

Capitulo 21

David


Cuando en la vida realmente deseas algo, tarde o temprano lo tendrás a tu lado y te sentirás la persona más afortunada en obtener lo que por noches le pediste al cielo tener algún día.

Hoy, por fin podía decir que yo lo tenía todo, porque mi novia es la mujer más bella que pudo pisar este mundo y no solo estoy hablando de su belleza exterior sino también de la interior.

Porque a pesar de formar parte de la realeza no se comporta como las demás personas, haciendo menos a los que no son de su misma clase social, no, ella es diferente.

Ella va cada noche que puede al pueblo para leer sus historias a los niños, les enseño a leer un poco y sobre todo, se enamoró de mi, un guardia.

En definitiva, ella es perfecta para mí.

–¡David!– escuché el grito detrás de mi, al girar sobre mis zapatos pude ver el rostro de Brenda, la nana de mi princesa– muchacho detente.

Evite a toda costa soltar alguna risa al ver cómo ella corría, sus mejillas se habían enrojecido y cuando llegó a mi lado tuvo que esperar unos segundos para volver a tener aire dentro de ella.

–¿Qué sucede Brenda?– cruce los brazos por encima de mi pecho, una media sonrisa se había formado en mis labios.

Aunque ahora que lo pienso, desde ayer que mi princesa acepto ser mi novia la sonrisa no había abandonado mi rostro.

Y es que solo ella me podía hacer sentir todas las emociones, incluso las que no pensé que existieran.

–Te lo diré con sus propias palabras– su postura cambio a una recta, al igual que su rostro a uno más serio– tu princesa no podrá verte esta noches porque tiene algunos asuntos que resolver.

–¿Se puede saber que asuntos son?– enarque una ceja al igual que ladeaba la cabeza.

–Debe...– dudo antes de decirme la respuesta, pero su tono de voz había cambiado a uno más triste– organizar los preparativos de su boda.

Lo había olvidado, porque a pesar de que ella fuera mi novia no se podría negar a esa boda que tendría con Adam.

Pero debo confiar en ella, se lo prometí a Adam y las promesas nunca se deben de romper.

–Entonces dile a mi princesa que mañana la veré.

–Es que mañana tampoco podrá– sus ojos comenzaban a bailar por todo el lugar, se notaba su nerviosismo, como si estuviera tratando de ocultar algo– ella te verá el fin de semana.

–¿Por qué presiento que me ocultas algo?– mis manos se posaron en sus hombros, lo cual aumento su nerviosismo– ¿Mi princesa está bien?

Mi pregunta la había sorprendido por la manera en que sus ojos se engrandecieron, su respiración se había acelerado y movía su cuerpo tratando de esquivarme.

–¿Por qué lo preguntas?– soltó una risa, dio un pequeño respingo en su lugar– tu princesa solo está ocupada, ¿qué más podría ser?

–Confiare en ti.

–Estas paranoico– asintió varias veces– tengo que irme, tengo muchas cosas por hacer en el palacio.

Giro sobre sus zapatos, aunque solo dio unos pocos pasos hasta que llame su atención para que volteara.

–Brenda, dile que la amo y estaré contando cada segundo del día para volver a verla– asintió con una sonrisa en el rostro.

Mi corazón y algo más dentro de mi me decía que debía entrar en el palacio hasta estar en la habitación de mi princesa, que me estaban ocultando algo de lo que yo debería saber. Que detrás de que mi princesa estaba ocupada había algo más, algo que tenía que ver con lo que ella le tenía miedo.

Era un presentimiento que me decía que debería estar con ella, estrujar su cuerpo con el mío hasta que todos sus miedos desaparecieran y nada más le hiciera daño, pero sobre todo hacerle sentir que de ahora en adelante nunca más estaría sola.

Bueno, aunque ahora que lo pienso ella nunca ha estado sola ya que siempre a tenido a su nana y a su padre.

Que la adora y ama incluso más que yo.

Pero a pesar de todo, ella tiene un miedo que por ahora no me puede decir, solo tengo que esperar a que ese miedo se disminuya o desaparezca para que ella pueda decírmelo.

Y yo, en cada momento estaré para ella.
 

____

 

Catherine

Podía sentir la muerte cerca de mi cuerpo, como con cada paso que ella daba las fuerzas en mi cuerpo se iban disminuyendo, pero eso no hacía que mi padre se detuviera.

Incluso creo que eso lo animaba a seguir, para que cuando terminara viera que todo había terminado, que la poca luz que había dentro de mi se había apagado y ya no habría más dolor en su vida.

Para ver qué todo su tormento había terminado y nunca más tendría junto a él la razón de su sufrimiento.

Pero cuando la mano de la muerte estuvo a punto de entrelazarse con la mía hubo algo que me detuvo a tomarla, porque ahora había una razón por la que seguir con vida.

Y esa razon tenía nombre: David.

Su rostro apareció frente a mis ojos, con su sonrisa que parecía la de un niño pequeño junto a unos ojos que parecían dos estrellas por su luz.

No podía dejarlo, aún no era mi momento de irme, tenía que hacer algo para que mi padre se detuviera y ya no hubiera más dolor.

Así que con las pocas fuerzas que me quedaban luche por quedarme en esta vida.

–¡Levántate!– me tomo del brazo haciendo presión en la zona, aunque realmente ya había dejado de sentir dolor– ¡Quiero que te defiendas!

–Por favor papá, para– susurré con el poco aliento que me quedaba– ya no me dañes, ya no puedo aguantar más golpes, si quieres mañana me sigues golpeando pero por el momento ya detente, te lo suplico.

Pude ver cómo su mirada había cambiado, de odió a una de lástima, no se que me dañaba más, si sus golpes o la manera en que ese día me había visto.

Lo que sucedió después no se si fue real o lo soñé, pero mi padre alzo mi cuerpo entre sus brazos, no hubo fuerza sino delicadeza.

Deje descansar mi cabeza sobre su pecho donde podía escuchar los latidos de su corazón, eso me decía que no era un sueño o alguna alusionacion.




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