Catherine
Las puertas del portón principal del palacio se abrieron en cuanto notaron la cercanía de nuestro carruaje, en las escaleras principales pude notar la presencia de Enrique, Odette y Adam.
Mi padre veía por la ventanilla por donde podía notar algunos árboles y arbustos que rodeaban el palacio de los padres de Adam.
–Papá, ¿Me podrías hacer un favor?
No hubo respuesta, solo un largo silencio que nos había invadido desde que salimos del palacio, pero tenía que decirle lo que le pediría, tenía que al menos intentarlo.
–Podrias dejar de golpearme– entonces su mirada se poso sobre mi– quiero usar un vestido sin mangas y que mis brazos estén libres sin la necesidad de usar maquillaje en ellos.
Pero a cambio de respuesta solo obtuve un silencio, pero no fue incómodo, sino de aquellos que no sabes cómo interpretar por la mirada que te da la otra persona.
Su azulada mirada me recorrió por completo antes de volver a mirar a través de la ventanilla.
Los galopeos de los caballos se detuvieron cuando estuvimos al pie de las escaleras del palacio de los padres de Adam.
El cochero nos abrió la puerta, el primero en bajar fue mi padre quien al tocar el suelo me tendió su mano la cual acepte para poder bajar.
Odette y Enrique nos hicieron una reverencia en cuanto estuvimos enfrente de ellos, mientras que Adam besaba los nudillos de mis dedos.
–Bienvenidos a nuestro palacio, es un honor tenerlos aquí– Enrique fue el que nos dio la bienvenida.
–Querida, tenemos que ver cómo será tu vestido de novia– Odette me tomo del brazo y comenzamos a caminar para adentrarnos al palacio– nos queda solo un mes para todos los preparativos de la boda.
Un mes, en un mes todo cambiaría, algunas cosas mejorarían pero otras simplemente seguirían iguales.
Ya no recibiría los golpes de mi padre, aunque estaría unida a un hombre por el que nunca sentiré nada, pero lo bueno es que no tendría porque despedirme de David ya que él también vendría a este palacio.
Lo único que dejaría en mi palacio sería nuestro jardín secreto, donde pasamos tantas cosas tanto buenas como malas.
Cuánto desearía que todo fuera muy diferente, que realmente con quién me casara fuera con David y no con Adam, pero no siempre podemos tenerlo todo en la vida.
Odette me llevo hasta una habitación en el quinto piso donde un hombre junto a varias mujeres del servicio nos estaban esperando con diferentes telas y diseños que se podrían poner en el vestido.
Todos hicieron una reverencia en cuanto entramos en la habitación, en el rostro de la señora Odette se mostró una gran sonrisa al igual que sus ojos estaban iluminados.
–Ellos confeccionaran tu vestido, querida– su tono de voz mostraba toda la emoción que contenía.
Me subí en la tarima, las sirvientas me ayudaban a quitarme el vestido y solo quedar en corsé y ropa interior para que así los modistas pudieran tomarme las medidas.
Antes de venir me había puesto una gran cantidad de maquillaje en la mayor parte de mi cuerpo ocultando solo los moretones que más se notaban.
Algunos ya habían desaparecido y otros no se podían diferenciar con mi tono de piel, pero otros se seguían viendo morados casi llegando a ser negros.
Las cicatrices no las pude ocultar y solo esperaba que pensaran que eran marcas de nacimiento porque la verdad es que ya no quiero mentir.
Mi alma ya no puede con una mentira más.
Es como ponerle un peso más con cada una que digo y ya no puedo con el peso de todas.
–¿Qué diseño quieres Catherine?– preguntó Odette mirando algunas telas.
¿Cómo le digo que no quiero este vestido? Que no quiero está boda y mucho menos tener que vivir en este palacio donde todo cambiaría.
–¿Usted cuál cree que sea la mejor opción?– le dedique una pequeña sonrisa.
–Pues de iniciativa no llevarás mangas, eso ya está dicho y no está a discusión, lo segundo es que debe de ser muy vaporoso...– siguió hablando sobre detalles que muy poco entendía.
Sin mangas, solo esperaba que mi padre pudiera hacer ese mínimo favor por mi y no maltratarme en el poco tiempo que me quedaría en el palacio hasta el día de mi boda.
Solo deseaba que ese día mi cuerpo no me doliera tanto para que aquel día no fuera más deprimente de lo que va a ser.
Ese día tengo que fingir una enorme sonrisa y mirar a Adam con amor, recibir felicitaciones de las personas de la realeza porque me case y ahora sí ya puedo ser reina.
Tendría un puesto que desde niña nunca había querido, lo único que deseaba era ser como una pueblerina más, donde a pesar de tener tan poco son realmente felices.
Las mujeres median mi cuerpo y anotaban cada una de mis medidas en una libreta, algunas de ellas me mostraban telas, a Odette también le estaban haciendo medidas para su vestido.
Me mostraban diseños y piedras que podrían ir incrustadas en el vestido.
–Odette– ella hizo un sonido con su garganta para que pudiera seguir hablando– perdón de contra decirte pero mi vestido si tendrá mangas.
–Pero querida...– la interrumpí.
–Pero nada, disculpame pero esa es mi elección.
No me podía arriesgar a que mi padre siguiera con sus golpes y ese día tener que ponerme tanto maquillaje que ni siquiera bañandome tres días seguidos se quitará.
Así que mejor prefiero ser precavida antes que lamentarme. Y aunque con toda el alma deseaba usar un vestido sin mangas no me podría dar ese lujo.
Al final las modistas habían hecho un boceto de como les había dicho que fuera mi vestido.
Tenia una falda larga y fluida, con varias capas de tela suave que se deslizarian con elegancia al caminar. La parte superior sería ajustada y adornada con encajes intrincados que resaltaran mi silueta. Los bordados estarían presentes en todo el vestido, con motivos florales. El escote es delicado y adornado con pedrería, y las mangas serían largas y transparentes, con bordados que se extienden hasta las muñecas.