La promesa del amor

Capitulo 28

David

¿Quién nos dice que todas las historias de amor tienen su final feliz?¿Quién nos puede decir cómo terminará todo con la persona que amamos?

¿Quién nos dice en que momento llegaremos a morir?

Pero a pesar de todo y de alguna manera en la que a veces nos cegamos y no podemos ver qué la vida es bella, tanto como para querer estar en ella más de una sola vez.

Pero por el momento tenía que decir adiós, y no fue porque quise, sino porque me obligaron a decirlo.

La fuerte ráfaga de viento jugaba con sus mechones sueltos, revoloteaba por el aire mientras sus azulados ojos estaban viendo como mi ataud descendía. Diciéndonos el adiós que no merecíamos, porque merecíamos algo mejor que esto.

Ella estaba escondida detrás de un árbol, alejada de todos aquellos que habían asistido, ahogando los sollozos que querían brotar de su garganta, porque en aquel cementerio no solo se quedaría mi cuerpo sino también todas las promesas que hicimos y que no logramos cumplir.

Las pequeñas gotas caían de las grisaceas nubes, algunas rodaban por las hojas de los árboles mientras que otras solo impactaban contra el suelo, una escena de verdad deprimente para todos aquellos que habían perdido a alguien que querían con todo el corazón.

Mi hermana ayudaba a mi madre a estar en pie, las dos estaban destrozadas y le preguntaban al cielo porque me había ido tan pronto, que yo merecía haber tenido una vida más larga.

Ellas fueron las últimas en dejar mi tumba, se que saldrían adelante, ellas dos son muy fuertes y se tienen la una a la otra para darse fortaleza y aunque les cueste al principio al final con el tiempo aquella herida que yo les dejé quedará curada.

Pero mi princesa, a ella cuánto me duele tener que dejarla, porque lo hice justo cuando nos íbamos a ir a un lugar donde fuéramos completamente felices.

Ella salió de su escondite caminando con pasos dudosos hasta la lápida donde decía mi nombre, el lugar donde ahora descansaba mi cuerpo.

Sus lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia que comenzaban a caer con mayor intensidad, su mano acaricio la lapida y fue entonces que se quebró por completo.

-Perdón- sus ojos habían perdido todo el brillo que en algún momento tuvieron- me hubiera alejado de ti si hubiera sabido como terminaría todo.

Fue tanta la impotencia que sentí porque no podía abrazarla, limpiar sus lágrimas y decirke que yo nunca me arrepentí de nada y que incluso volvería a vivir cada momento con ella a pesar de que todo volviera a terminar así.

Porque faltaron besos por recibir, caricias por dar, palabras por decir y promesas por cumplir.

Nos arrebataron una felicidad que los dos nos merecíamos.

No tuve la oportunidad de curar cada herida que se encontraba en su cuerpo, tomar aquel barco que nos llevaría a un pueblo donde nadie nos conocería o encontraría, no pudimos tener el final feliz que tanto ansiabamos.

Porque me había enterado demasiado tarde de la forma en que vivía ella.

-¿Que voy a hacer sin ti? Yo no puedo seguir en esta vida si tú ya no estás, quiero irme contigo y sentir que esté dolor en mi corazón ha desaparecido, quiero que tus ojos vuelvas a estar sobre los míos, que tu mano se entrelace con la mía y tus labios toquen los míos. ¿Que voy a hacer si tú eras la razón por la que seguía con vida?

Tome la oportunidad de plantarle un corto beso en sus labios y darle un abrazo cuando las traviesas gotas comenzaban a empapar todo su cuerpo.

Nunca pude decirle que era yo quien le dejaba todas las noches aquella escalera, aunque creo que ella ya lo sospechaba. Que quede enamorado de ella desde el primer día en que la vi salir del palacio durante la noche. Que me había enamorado de su belleza y su forma de ser, pero sobre todo de su corazón que a pesar de ser parte de la realeza siempre quiso estar con las personas del pueblo.

Pero ahora eso me lo llevaría a dónde quiera que vamos después de la muerte.

Cuando las lágrimas ya no cayeron sobre sus mejillas fue que dejo una rosa roja sobre mi tumba, se puso en pie con la respiración entre cortada y sintiendo que todo lo que ella alguna vez había construido conmigo se había hecho cenizas.

-Te amo, David- el nudo en su garganta le impedía el hablar pero aún así hizo un esfuerzo para hacerlo- daría todo lo que tengo con tal de que siguieras con vida, aunque no estuvieras conmigo, aunque solo tuviera que verte de lejos y nunca poder estar cerca de ti, pero que estuvieras con vida.

Yo no podria siquiera vivir un solo segundo en una vida donde no pudiera estar con mi princesa, porque solo con ella a mi lado sabía el verdadero significado de la vida.

Quise decirle que la estaría esperando para juntos irnos a nuestra próxima vida pero por más esfuerzos que hice no pude.

Los días seguían transcurriendo, su boda estaba cerca pero mi princesa ya no era la misma.

Todo el día se la pasaba en su habitación recostada en su cama suplicando por su muerte ya que ella misma no se la podía causar porque estaba siendo todo el día vigilada por su nana o alguna otra sirvienta.

Cuando se encontraba con su padre le daba la misma mirada de odio que él antes le daba, aunque él ahora la miraba de diferente manera y ahora sí quería comportarse como un buen padre.

Aunque claramente ya era demasiado tarde.

Ella ya no recibía golpes, porque ahora Liam quería llevar una buena relación con ella, pero eso ya no se podía.

Mi princesa cada día se marchitaba más dejando de tener motivos para seguir con vida.

Y yo no podía estar con ella para pedirle y suplicarle que siguiera en esa vida porque todavía le quedaba mucho por vivir.

El día de su boda la maquillaron, aunque ya no necesitaba de tanto maquillaje ya que los moretones habían desaparecido al completo.

Ese día ella se veía hermosa, como lo que era, una verdadera princesa.




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