La Promesa Del Ángel

Donde la Luz se Forja en Fuego

La luz no siempre era cálida..A veces, ardía como acero al rojo vivo, como el peso del cielo sobre un solo corazón decidido a no quebrarse.

Asmodeo avanzó..El vacío blanco del umbral ese lugar donde las almas no ascendían: se construían pareció cerrarse detrás de él como un portón eterno. El silencio era absoluto, pero no vacío. Era un silencio vivo, expectante, casi cruel.

Allí no existían formas, ni suelo, ni aire. Solo voluntad. Y si la voluntad flaqueaba, el ser se disolvía. Una brisa invisible, hecha de juicio divino, recorrió su piel. Podía haber sentido miedo. Pero no lo hizo..La promesa guiaba sus pasos como una espada luminosa clavada en el horizonte:

Volveré a ti como tu igual.

—Estoy listo —murmuró, y su voz tembló apenas— Hazme arder si hace falta.

Una luz cegadora estalló..Y entonces, comenzaron las pruebas.

PRIMERA PRUEBA — El recuerdo del orgullo

Una figura emergió de la luz: él mismo, la versión que fue antes de caer. Asmodeo príncipe del abismo. Bello, arrogante, con alas negras y sonrisa de veneno dulce.

—¿Crees poder ser algo más que esto? —se burló la sombra con su propia voz— Ni siquiera sabías amar hasta que Uriel te lo enseñó. Eres un reflejo. Una copia incompleta.

Asmodeo respiró hondo. No apartó la mirada.

—Lo sé —dijo— Pero ya no soy tú.

La sombra sonrió. Un látigo de oscuridad surgió en su mano.

—Entonces demuéstralo.

El golpe cayó. Dolor puro. Más allá de lo físico, más allá de la carne. Era el dolor de verse sin máscaras. El Asmodeo verdadero no atacó..No necesitaba destruir su sombra. Solo superarla. Y así avanzó entre las heridas, sin escudo ni espada, repitiendo como un rezo:

—El amor no me hizo débil. Me hizo capaz de enfrentarme a mí mismo.

La sombra se resquebrajó como vidrio bajo fuego. La luz volvió. Él siguió caminando.

SEGUNDA PRUEBA — El temor al abandono

Una nueva visión lo encontró..Uriel, de espaldas, alejándose en un cielo blanco infinito. Su voz, distante como un eco perdido

No eras suficiente.

El golpe fue brutal. Más doloroso que cualquier herida física..Asmodeo cayó de rodillas.

Su pecho ardió, su alma tembló, y el instinto de rendirse intentó envolverlo como una ola helada. Pero la rendición ya no vivía en él. Se levantó lentamente, con un temblor feroz, y gritó desde su centro:

—Uriel no me escogió por perfección.
Me escogió por verdad..¡Y yo no voy a dejar que su amor sea un recuerdo muerto!

La visión se rompió. La luz lo envolvió con más fuerza. Su cuerpo parecía deshacerse y reconstruirse con cada paso..Pero su voluntad no cedió.

EN EL CIELO

Uriel abrió los ojos en el instante exacto en que Asmodeo superó esa prueba..No había tormentas, ni visiones, ni voces. Solo un tirón en su pecho. Fino. Irrompible..Como el primer latido después de un silencio demasiado largo.

Está subiendo, , pensó con intensidad.

Y el corazón esa parte humana que él nunca admitía extrañar lo traicionó con un golpe duro y dulce al mismo tiempo. La luz de su aura parpadeó..Duró solo un segundo, pero los serafines lo notaron.

Miguel alzó la vista desde los jardines celestiales. Gabriel dejó caer el libro que estaba leyendo. Rafael se detuvo en pleno vuelo..Uriel apretó los puños..Sus alas rosadas temblaron, desplegándose apenas..El impulso quiso dominarlo.

Descender.
Encontrarlo.
Sostenerlo.

Amar.

Pero su mandíbula se tensó, su mirada se endureció, y murmuró como un juramento:

—Él eligió ascender. Yo debo dejarlo hacerlo.

Su voz no tembló. Pero su alma sí..Y eso fue suficiente para que las estrellas, silenciosas como testigos antiguos, guardaran el secreto.

EN EL UMBRAL

Asmodeo sabía que quedaba más. Que una última prueba lo esperaba.

El aire cambió.
Se volvió denso.
Primordial.

Una figura se materializó frente a él: No sombra. No luz completa. Uriel. O más bien la idea de Uriel..Perfecto como estrella recién creada. Inalcanzable. Divino.

—¿Por qué subes? —preguntó esa aparición, fría y serena como eternidad—.¿Para alcanzarme? Eso no es amor, sino ambición.

Asmodeo tragó saliva.

—No pretendo ser tú..Pretendo ser yo.pero capaz de caminar a tu lado sin que tengas que cargarme.

La ilusión lo miró largo rato, hasta que su expresión cambió..Ni aprobación..Ni ternura. Algo más valioso:.Reconocimiento.

—Continúa —dijo la visión, y se desvaneció.

El umbral brilló más..Y el cuerpo de Asmodeo empezó a resplandecer con una luz nueva, pura, nacida no del cielo ni del abismo. Sino de él mismo.

El ascenso continúa

Muy, muy lejos, donde la oscuridad hace ecos,. la Entidad abrió los ojos..La luz de Asmodeo la había tocado..Y eso no debía ser posible..Por primera vez, esa fuerza sin forma sintió algo parecido al miedo..Su voz susurró:

El amor lo eleva entonces yo debo destruirlo antes de que llegue.

Y mientras la luz envolvía a Asmodeo y Uriel contenía un suspiro en el cielo. Una sombra gigantesca comenzó a tomar forma, más definida que nunca.

La próxima batalla no sería contra recuerdos, ni contra cadenas mentales..Sería contra algo nuevo..Algo preparado para aniquilar lo que amaba.




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