La Promesa del Destino

Capítulo 2: El Bosque de las Dos Lunas

El sonido de la lluvia oscilaba entre el sueño y la vigilia.

Ariana no recordaba cómo había regresado a casa; solo sentía, todavía en su palma, el frío persistente del cristal, que seguía brillando con una luz débil.

Intentó dejarlo sobre la mesa, pero cada vez que apartaba la mirada, tenía la sensación de que la luz palpitaba… como si respirara.
No podía explicarlo.
Era la misma sensación que le provocaban los ojos de aquel hombre: desconocidos, pero imposibles de olvidar.

La noche se adentraba, y la lluvia no cesaba.
El viento golpeaba las ventanas; el sonido del agua se mezclaba con murmullos lejanos, formando una melodía confusa.

Ariana, recostada junto a la cama, miraba fijamente el cristal.
En su interior se reflejaban dos luces plateadas, como si fueran dos lunas danzando juntas.

“Este es el comienzo.”
La voz volvió a resonar, emergiendo desde lo más profundo de su ser.

De pronto, la luz parpadeó.
Las sombras del cuarto se distorsionaron, y el aire se impregnó de un aroma húmedo, con notas de hierba y tierra.

Entonces recordó aquel sueño: un bosque desconocido, una lámpara temblorosa bajo la niebla.

El cristal vibró entre sus dedos, y una grieta fina se abrió en su superficie.
Antes de que pudiera reaccionar, una ráfaga de luz brotó de él, cubriendo toda la habitación.

El sonido de la lluvia desapareció.
Solo quedaba el susurro de hojas moviéndose, y un trueno lejano.

Ariana abrió los ojos.
Estaba en medio de un bosque envuelto en neblina.
Sobre el cielo oscuro, dos lunas brillaban: una plateada, la otra con un resplandor azul suave.

Era el mismo paisaje que había visto en sus sueños.

El aire estaba cargado de una energía antigua, como si el tiempo se hubiera detenido allí.
El cristal, ahora sin grietas, seguía latiendo débilmente en su mano.

—¿Dónde… estoy? —susurró.

En ese momento, oyó pasos entre las hojas.
Una figura se acercaba a través de los árboles, su silueta recortada bajo la luz doble.
El viento agitó su capa negra.

Ariana contuvo el aliento.
Ese rostro, esa presencia…

Era él.
El hombre de la lluvia.

—Por fin has llegado —dijo él con voz tranquila, como si la esperara desde siempre.

Ariana retrocedió un paso, pero no podía apartar la vista.
—¿Esto… es un sueño?

El hombre sonrió levemente, con una mezcla de ternura y melancolía.
—Tal vez sea un sueño… o tal vez este es el lugar al que siempre debiste venir.

Las dos lunas se entrelazaban en el cielo, y el bosque susurraba palabras invisibles.

Ariana comprendió entonces: el cristal no era un simple objeto perdido.
Era una llave.
Una puerta hacia ese otro mundo.

—¿Quién eres tú? —preguntó, casi en un hilo de voz.

Él permaneció en silencio unos segundos, y luego respondió:
—Soy el guardián del destino.
Y tú… recordarás todo.

El viento sopló entre los árboles.
El cristal brilló una vez más, y el corazón de Ariana tembló.

En ese instante, entendió que su mundo jamás volvería a ser el mismo.



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En el texto hay: amor, magia, destino

Editado: 06.10.2025

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